Esta es una celebración cristiana sin precedentes. Hay confinamiento, pero también plataformas que ayudan a mantenerse comunicado. Las iglesias tienen el desafío de alimentar la fe a 'control remoto' y la vida de los religiosos da un giro importante

9 de abril de 2020, 14:08 PM
9 de abril de 2020, 14:08 PM

Fotos: Jorge Ibáñez/Parroquias

"Al comienzo se sentía frío, después no. Hice muchas bendiciones a familias que lo piden por teléfono, a veces hasta dicen cosas que, de forma presencial, no se atreverían. El carácter frívolo de la comunicación no presencial ha dado un gran paso", opina el padre Fernando Cabrero, un español que llegó a Bolivia en 1995, que ahora es párroco de la parroquia universitaria San Alberto Hurtado, que abarca la capilla La Pompeya, donde vive con otro religioso. 

También es director de Pastoral en la Universidad Católica Boliviana, docente ahí mismo del cuarto año de Medicina de 64 alumnos (estudió la carrera del juramento hipocrático) e imparte en la Uagrm la cátedra libre Cardenal Terrazas y Estética en el Seminario San Lorenzo.

No tenía ni tiene cuenta de Facebook, pero ante la posibilidad de que el confinamiento se prolongue, está considerando seriamente abrirse una. Desde el domingo previo al de Ramos, empezó a transmitir la misa por redes sociales de la capilla La Pompeya. Para su buena fortuna, una joven pareja vecina ayudó con la parte técnica. "Nos ayudan a hacer la misa fantasma a nivel presencial, pero multitudinaria a nivel no presencial", bromea.

Los pininos tecnológicos le dieron una sorpresa, 700 personas conectadas al mismo tiempo, algunas de otros países, una cifra alentadora, considerando que La Pompeya tiene un espacio reducido. Con sus dos voluntarios ya coordinó las transmisiones de los días santos. "Transmitiremos la celebración de Jueves Santo, que es la institución propiamente de la Eucaristía; también la oración del Viernes Santo; el Sábado Pascual por la noche, con signos diferentes, no podremos hacer fuego afuera, sino con lo que tendremos en la capilla, siempre a las 19:30", explicó.

En lo que va de la cuarentena, transmiten dos misas, la de 10:30 por Facebook y la de 19:00 por Zoom, para la comunidad teresiana, " pero quien desee participar, puede hacerlo", dice.

Antes de empezar a transmitir, el sacerdote pensaba que teniendo al papa y al obispo, la gente preferiría eso, pero descubrió que los feligreses tienen necesidad de la cercanía de su párroco. "Me decían: 'padre, ¿por qué no hace misa por redes?', y lo hemos hecho", confiesa.

A la entrevista con EL DEBER llegó de hacer una visita hospitalaria. De manera excepcional sigue haciendo esa labor. "Tenemos prudencia, intentamos no salir, pero si fallecen personas y se pide oraciones por ellos, vamos, también visitamos hospitales, yo más a los que están cerca", dice.

Percibe que su rutina ha cambiado, que aumentó el sentido de la comunión, "más allá de las creencias, te pasas el día hablando con personas que están desesperadas. Al comienzo uno dice, 'cómo haré la misa para nadie', pero si ves bien, este es otro escenario de comunicación y hay que saber cómo manejarlo, luego te das cuenta de que llegas a la gente de otro modo. Estamos en un tiempo especial cuando la fe se convierte en sabiduría con mayúscula y las amistades se hacen más fuertes", sostiene.

En el día a día, se ve más con su compañero de casa, cocinan y almuerzan juntos, tienen más tiempo para orar, pero de forma más dispersa por las demandas vía teléfono. Reconoce que curas y monjas tienen fama de refunfuñadores, pero invita a la gente a llegar a ellos si tiene la necesidad, sin anestesia, pero con la prudencia que pide la cuarentena.

 Foto: Fernando Cabrero habita la capilla La Pompeya

José María Zambrana Omonte pertenece a la comunidad Salesiana de Don Bosco, por ahora no está en una parroquia, pero tienen una capilla que, por ahora, esta sin celebración debido a la cuarentena. 

"Nosotros los hermanos estamos atendiendo únicamente a los hogares que llevamos, Hogar Don Bosco y Mano Amiga. Estamos viviendo la cuarentena de la manera más sencilla posible, haciendo oraciones, por el momento no damos consejería, ni por internet ni por teléfono, simplemente las misas se transmiten a nuestro oratorio centenario, para que puedan ver los catequistas de nuestra capilla", explica.

En lo personal, dice que tienen poco tiempo para rezar, todo el día tienen que acompañar a los niños y jóvenes de los hogares. "Realmente la cuarentena modificó horarios y formas de vivir. Esta situación nos ayudó más a encontrarnos y a compartir mejor con los hermanos de la comunidad", asegura.

El sacerdote italiano de 82 años, Carlos Longo, es el rector del Santuario del Divino Niño que se encuentra en Buen Retiro. Vive en la comunidad salesiana de San Carlos, con siete religiosos, juntos atienden a siete parroquias, la más grande es la de Yapacaní, con 80.000 habitantes.

"Estamos encerrados en casa por la cuarentena y celebramos las misas en la capilla de la comunidad, donde nos reunimos para los rezos diarios. Estamos unidos a los fieles de nuestros pueblospues cada uno de los párrocos tiene sus múltiples contactos con envíos continuos de mensajes alusivos al día santo que vivimos", cuenta.

Adecuados a estos tiempos de emergencia sanitaria y confinamiento, el padre Longo dice que las celebraciones de la misa y el rezo del Santo Rosario son transmitidos por Facebook, desde las cuentas de la Radio y la Televisión Ichilo, para que los feligreses puedan seguir desde casa.

Foto: El padre Carlos Longo, de la capilla Divino Niño, en Buen Retiro

Fray Rafael Guzmán es director del Centro San Martín de Porres, de Cochabamba, que actualmente vive en la parroquia San Pedro, desde donde transmite las misas por YouTube, Facebook y WhatsApp. Ya tiene sus estadísticas, dice que por día, entre semana, cuenta a 1.900 personas conectadas, de Bolivia y de otros países, y que la cifra de duplica los fines semana. Aprovechó para compartir su agenda de Semana Santa, “de jueves a sábado santo habrá transmisiones por la tarde, a partir de las 18:00. Por la situación  de aislamiento, este año la Semana Santa ha tomado un tinte mas íntimo. Las personas tienen mucho más tiempo para encontrar momentos de silencio externo y de la misma manera poder encontrar el silencio interior”, asegura.

Fray Rafael dice que hasta el pueblo más alejado que conoce tiene internet para unirse a las celebraciones, o que en otros casos también están como alternativa las radioemisoras.

Vive en una comunidad conformada por cuatro sacerdotes que están usando las videollamadas como medio para estar en contacto con los feligreses. “Por el encierro, mucha gente busca ayuda y consejo, entran los temas familiares y espirituales, como el miedo a lo que sucede, a la falta de alimento y de comunicación en casa”, pero aclara que la confesión como sacramento no puede hacerse por vía telefónica.

Reconoce que al principio, como el padre Hernando de La Pompeya, tenía miedo de que el uso de la tecnología se convirtiera en algo superficial, “no son las mismas condiciones de siempre, pero la gente escribe, incluso la que no iba todos los domingos ahora participa todos los domingos, y si me atraso en compartir la misa, la gente ya la pide. Espiritualmente tiene el mismo valor la misa y eso impide que quede como algo superfluo, la gente ha dado ese testimonio, pero no puedo generalizar".

Foto: Fray Rafael Guzmán se encuentra en Cochabamba

El padre José María Hermando, más conocido como padre 'Chema', es un español que dirige la capilla La Resurrección del barrio Hamacas y a quien la cuarentena ha encontrado más metido en entrega de alimentos a los barrios periféricos que en las redes sociales. Sin embargo, reconoce que su comunidad está trabajando en diversas plataformas, pero sobre todo el WhatsApp. "Uno de los sacerdotes, el padre Floro, estaba televisando las misas de forma muy sencilla y compartiéndolas con nuestros grupos de cursillos de cristiandad. No estoy muy metido en el tema, pero mi idea es que la gente se conecte a las misas oficiales de la Catedral, donde el obispo, nuestro pastor, hace las transmisiones", explica.

También preparan materiales para mandar unas especies de guiones para celebrar cada uno de los días de la Semana Santa. "Como persona estoy embarcado en un proyecto de recogida de alimentos, llevamos dos semanas recolectando fondos para comprar alimentos e ir a diferentes barrios de la periferia a repartir a las familias más necesitadas", cuenta.

Foto: El padre Chema, de la capilla La Resurrección, en Hamacas

Desde que empezó el confinamiento, todos los días el padre Raúl Arrázola, de la iglesia La Santa Cruz, celebra las misas por transmisión en Facebook, desde la cuenta parroquial. Adicionalmente, en Semana Santa quiere acercarse a los feligreses, de forma silenciosa, con una procesión por algunas zonas, tanto el jueves como el viernes (Vía Crucis) santos. "Saldremos con el Santísimo para que la gente se acerque a las ventanas y mantendremos las transmisiones en vivo, tomaremos en cuenta las peticiones de la gente", explica.

Al padre Raúl además le toca atender a gente amiga que trabaja en los hospitales de El Remanso y La Pampa, que ahora tienen gente con coronavirus, incluso a otro sacerdote le ha tocado ir a dar la bendición desde afuera. "Oramos por el personal, por las autoridades para que sean acertadas en sus medidas y cada día tenemos la oración por el pueblo de Dios, consagramos a Dios este tiempo y para eso hay bastante tiempo ahora", sostiene.

Para el sacerdote, esta pandemia descubre la fragilidad humana. Cree que es importante dar una mística a esa llamada del Señor que invita a respetar más su creación, "a no colapsar con nuestras cosas esa creación y a decir que lo importante no es correr y hacer dinero sino cultivar una espiritualidad, sentir que no somos omnipotentes, que no todo lo podemos de inmediato, y ahí está, tenemos comunicaciones inmediatas, viajes, etc., y hemos tenido que frenar todo ante este momento difícil", reflexiona.

Le ha tocado seguir enfermos con coronavirus a la distancia y pudo ver algo, "a veces somos inhumanos, pensamos que no nos tocará de cerca. Hubo situaciones inhumanas, poco cristianas y de eso tenemos que aprender, además del sensacionalismo en la noticia, para qué decir dónde llevan a alguien que murió. La familia que sufre merece respeto y privacidad", cuestionó.

Yimmy Caballero es de la orden de los frailes dominicos, atiende la parroquia Santo Domingo (Kolping) y convive con cinco frailes más. Dice que con la cuarentena se dedican más a la contemplación y a la oración. "Vemos este tiempo como de gracia para acercarnos a Dios, pero sobre todo para llevar a Dios el sufrimiento del pueblo. Clamamos a Dios para que este tiempo de enfermedad termine y para que ilumine a la ciencia por una cura", dice.

Todos los días, a las 7:00, pasan la misa por sus redes sociales. Para Semana Santa ya tienen el programa listo. "Misa de las 19:00, que es la última cena del Señor e la institución de la Eucaristía.

El Viernes Santo es de penitencia, de soledad, de reconocer nuestras cruces, creemos que será especial para poder entregar este dolor que llevamos, el de la humanidad adherirlo al dolor de la cruz de Cristo, la impotencia, las ganas de salir de esto, la falta de trabajo, de comida, de salud, entregarlo a Dios. Esta celebración empieza viernes a las 15:00 con la meditación de las siete palabras de Jesús dichas en la cruz. Luego viene la adoración a la cruz y la comunión de la Eucaristía".

El sábado a las 20:00 empieza la Vigilia Pascual con la bendición del fuego, etc. El domingo a las 9:00 será de gloria y resurrección. el religioso hace un pedido especial, "estén concentrados, sin hacer otras cosas, no estén cocinando o barriendo al mirar la misa, hay que sentarse y participar como si estuvieran en la Iglesia, para tener ese momento de intimidad con Dios".

Dice que como frailes tienen líneas claras, la mayor solidaridad es vivir en austeridad, por eso han limitado todos sus gastos a lo básico como ocurre hoy con las familias. Cocinan, limpian y cumplen con sus empleados, "están en cuarentena y como manda la ley con sus sueldos. La Iglesia siempre ha sido solidaria, suspendimos retiros y vacaciones, incluso las mensualidades de los frailes se destinan a la ayuda social, vienen fieles de la parroquia que sabemos que son pobres y los colaboramos", agrega.

Foto: Los frailes de la iglesia Santo Domingo en los quehaceres domésticos de la cuarentena

Desde España

Desde el país ibérico, uno de los más golpeados por al coronavirus, dos sacerdotes comparten sus experiencias con EL DEBER.

El padre Xavier Pages, de la parroquia Virgen Madre de Dios de la Medalla Milagrosa, en Barcelona, se siente privilegiado porque la cuarentena no lo encontró 'mal parqueado'. Dice que desde hace siete años realiza transmisiones de 24 horas por streaming a través del sitio medallamilagrosa.org. Hace tres semanas que celebran tres misas a diario y las transmiten, además del rezo del rosario, el Angeluz y la exposición del Santísimo. 

Dice que en Semana Santa tratarán de mantener los mismos horarios de siempre porque es "peligroso romper hábitos". El Jueves Santo tendrán la misa a las 19:00, a las 22:00 por ser la hora santa; el viernes será a las 22:15 la oración y los oficios de lectura, a mediodía el Vía Crucis. 

El sacerdote también está inmerso en el mundo de los sordos, el Domingo de Ramos ofreció una misa para este público, que tuvo 16.000 visitas en la web pastoraldelsordo.org.

En un país con tantos casos como España, le ha tocado ver morir a compañeros de fe, acompañar entierros con tres personas y atender muchas videollamadas de gente que pide guía espiritual.

El padre Pere Dalmau, que atiende feligreses en Reus, a 100 km al sur de Barcelona, cuenta que, desde que empezó la cuarentena, van todos los días, a las nueve de la mañana, a celebrar la misa al lugar donde apareció la Virgen María durante una peste. Todo eso se transmite por Facebook y Youtube, del mismo modo que tendrán transmisiones especiales por los días de la Semana Santa. Dice que han captado la atención de unas 500 personas a través de las redes.

Reconoce que no se sentía tan preparado en el tema tecnológico, pero también que tiene la sensación -muy personal- de que la gente ora más en estos tiempos de pandemia. "A los sacerdotes nos vendrá muy bien esto, y a la gente, de tener que dar explicación de las cosas y no tenerla, qué bien. Nos hace humildes. La gente quiere buscar razones y no podemos darlas porque tenemos el silencio de la cruz. Queremos una solución inmediata y Dios no tiene prisa, nosotros queremos respuestas automáticas, Dios calla. Esta prueba que Dios nos da seguro que nos habla y cada uno debe interpretarlo y no todo mundo tendrá la misma respuesta y eso lo sabemos, tengo la sensación de que aquí la gente está rezando más, y somos poco de rezar. Tendremos que sentir que más que nunca estamos en sus manos, como si nos moviéramos en tierras movedizas sin saber hasta cuándo. Eso nos hace humildes, seremos normales otra vez pero en otra normalidad" reflexiona.

Iglesias cristianas evangélicas

"El domingo nosotros celebramos la alegría de que Jesús resucitó y está vivo, ese es el mensaje que transmitimos. Cada congregación se reúne, cada iglesia hace su propio servicio o culto", explica María Cristina Justiniano, de la Iglesia Cristiana de la Familia (ICF). 

La ICF está transmitiendo en vivo las prédicas, en el caso del domingo, está la indicación a las familias de celebrar con un almuerzo especial y de orar juntos en lo que se llama Altar Familiar. Transcurre con dos canciones para alegrar el momento, llamadas alabanzas a Dios.

Luego el/la jefe de familia, ya que hay muchos hogares donde solo hay mamá o papá, lee un versículo referido a la resurrección de Jesús y cuenta a sus hijos pequeños la historia y la alegría de que no murió. Luego declara palabras de bendición a su esposa y uno por uno a sus hijos. Oran juntos y recién comparten la comida.

"La fe cristiana es la única fe donde su salvador, el Mesías Jesucristo, resucitó de los muertos y subió a los cielos", explicó.

Dice que situaciones normales, la Asociación de Iglesias Evangélicas (ACE), durante años, organizó un evento en el estadio, con miles de personas, desde la medianoche del domingo. Es lo que se llama Culto del alba, con danzas, cantos, alabanzas, bandas y oraciones.