No hay sector en la economía que no se haya visto afectado por la crisis de salud. Los actores no pueden cuantificar los daños debido al aislamiento e incertidumbre

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23 de abril de 2020, 8:10 AM
23 de abril de 2020, 8:10 AM

Al extenderse las medidas de aislamiento, más se aletarga la agonía de una economía que teme que ‘otra enfermedad’ de muerte, la bancarrota, golpee sin discriminación. En Bolivia no hay sector que no se haya visto afectado, pese a que el Gobierno implementó medidas para frenar el impacto del virus Covid-19, y el temor es un problema latente que también toca las puertas de los hogares y del mismo Estado. Todavía no se perciben ciertos efectos y otros no logran ser cuantificados; pero se cuentan los días para analizar el levantamiento de la cuarentena.

Lo que ya se percibe dentro de la dinámica económica es que las cadenas de pago se han visto dilatadas, algunas hasta por 60 días y eso afecta a los ingresos de proveedores de bienes y servicios, según el análisis de José Gabriel Espinoza, economista y director del Banco Central de Bolivia (BCB).

Espinoza expresó que a esto se suma la descapitalización de emprendimientos y, debido a la necesidad, muchos optan por entregar productos o servicios antes de recibir pagos, por lo que esto conduce a un ‘estrés financiero’ que tiene como consecuencia el gasto de los ahorros de las familias. Sin embargo, esto en el futuro podría conllevar a una mayor demanda de créditos de la banca, por lo que se deberían gestar escenarios propicios para ello.


El economista también apuntó que se percibe una caída de las inversiones privadas y éste será un reto que debe ser encarado, por lo que augura una oportunidad en caso de que el sector empresarial aproveche este shock económico para dar un giro a su situación.

Por último, Espinoza señaló que por la pandemia se dio prioridad a otros ámbitos (como el sanitario) y otros temas que urgían ser atendidos debieron pasar a segundo plano, como el desequilibrio fiscal que podría profundizarse (el Gobierno de transición logró bajar este índice del 8,1% al 7,2%).

“El flujo de la economía nacional se ha cortado en todos los canales. Esta no es una crisis de oferta o demanda, sino que hay un problema que encierra a todos los sectores. Caen los ingresos de las materias primas y eso afecta al Gobierno. Cae el nivel de actividad de las empresas por cierre o cese de operaciones y eso afectará al empleo y, por consiguiente, a la demanda de hogares”, analizó.

Entretanto, el presidente de Cainco, Fernando Hurtado, expuso que todavía no se cuantifica el impacto de la pandemia en la economía del sector privado y reflejó que la prioridad es sacar del cuadro de emergencia y terapia intensiva a la mayor cantidad de empresas posibles. “Se viene una nueva etapa en la economía y hay que profundizar en las medidas de manera conjunta para hablar de la afectación a los sectores”, resaltó.

No hay circulación normal

Desde la Cámara Nacional de Comercio, el presidente Rolando Kempff, observó que serán tiempos de entrar a una ‘economía de guerra’ y de reinvención. Para ello, proponen una inyección de liquidez del 15% del PIB (o $us 6.000 millones) que alcancen tanto a consumidores como a empresarios. La medida llevaría, según Kempff, a recuperar la cadena de pago afectada por la crisis y para ello, será esencial contar con fondos adecuados para hacer préstamos, así como dar un alivio tributario a los aportantes (más allá de lo trazado por el Estado).

El ejecutivo comentó a EL DEBER que no se han cuantificado las pérdidas debido a que este escenario de cuarentena se extenderá durante las siguientes semanas, pero dejó entrever que el hecho de tener a un 82% del aparato productivo sin actividad llevaría al país a un terreno de cifras negativas que podría provocar el cierre del 20% de las empresas cuando se levanten las medidas de aislamiento.

En este contexto, el presidente de la Cámara Regional de Despachantes de Aduana, Luis Ernesto Castedo, expuso que -en Bolivia y a escala global- las importaciones dejaron de tener una libre circulación y debido al corte de la cadena del sector es prematuro analizar parámetros para cuantificar la afectación.

“En el caso de Bolivia, el comercio exterior de productos prioritarios muestra fluidez, más no es el grueso de importaciones del país. Si bien existe cohesión entre los actores del sector público y privado, será esencial tomar acciones inmediatas con la inserción de tecnología para dar seguridad al flujo de mercancías”, apuntó Castedo.

Según el cálculo de Espinoza, director del BCB, actualmente el 23% de la canasta básica es importada, por lo que hay cadenas de suministros de las que Bolivia todavía es dependiente.

Por su parte, el presidente de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz, Oswaldo Barriga, acotó que en el eje exportador hay sectores que son más golpeados que otros (no es lo mismo un exportador de alimentos que uno de muebles o confecciones) y que hay que esperar cómo se comportan algunos precios internacionales para tener más certezas.

“Si se aplicaran todas las medidas expuestas por el sector privado, podríamos llegar a un freno de la economía de un 1,5% y si no hiciéramos nada, el impacto alcanzaría siete u ocho puntos. Tenemos que ser más creativos para generar liquidez, ya que estamos en la parte ortodoxa de la economía. Después de esta crisis sanitaria, el sistema mundial cambiará y debemos estar listos”, manifestó Barriga.

Mientras tanto, el sector industrial calculó que hasta el 15 de abril se arrastraron pérdidas por Bs 121,8 millones (cada día desde que empezó la cuarentena, el 22 de marzo, representan Bs 4,8 millones). Además, solo el 17% de las industrias esenciales están operando, según el presidente de la Cámara Nacional de Industrias.

Sector productivo

En el sector productivo los efectos tienen distintas naturalezas. Por ejemplo, los productores de oleaginosas se han visto afectados a raíz de los deprimidos precios internacionales de los granos que lleva a una situación complicada y el factor climatológico mengua la productividad del campo, tanto que observan que los rendimientos se acercan a los precios de costo (calculan que en esta campaña por hectárea de soya se obtengan 1,9 toneladas, en promedio).

El presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo, Marcelo Pantoja, reconoció que este panorama no tiene culpables y que de manera conjunta se deben encontrar soluciones. Para paliar la situación no piden condonaciones, sino medidas como la creación de un fondo de reactivación de $us 500 millones.

El sector pecuario también muestra sus facetas. El gerente general de la Federación de Ganaderos de Santa Cruz (Fegasacruz), Javier Landívar, sostuvo en días pasados que hubo una disminución del 30% en el movimiento y faeneo de reses, tema que se ve marcado por la caída del consumo de los hogares.

Haciendo un paréntesis, vale mencionar que los consumidores están priorizando la compra de artículos de higiene y alimentos no perecederos, dejando de lado otros artículos de la canasta familiar; éstas son las denominadas compras de pánico (algo que se percibe también a escala internacional), según Gustavo Vidal, ejecutivo de la división de consumo masivo de la consultora Kantar en Bolivia.

Operaciones cero

Respecto a los sectores que redujeron a cero su actividad están el de la gastronomía, la hotelería, la construcción, cuentapropistas y algunos nichos del sector comercial (fuera de la elaboración de artículos de primera necesidad).

La ocupación de los hoteles es nula, según los actores el sector. Al no haber huéspedes, principalmente por el cierre de fronteras y aeropuertos, las empresas se vieron obligadas a suspender temporalmente sus operaciones. El mismo rumbo corre el sector gastronómico; por la cuarentena colocaron los letreros de ‘Cerrado’ en sus puntos de atención.

La situación no deja de ser angustiante para la construcción. En un contacto con EL DEBER, el gerente general de la Cámara de la Construcción de Santa Cruz, Javier Arze, sostuvo que estos meses del año son los de mayor dinamismo y que, debido a la crisis sanitaria, la actividad se ha visto paralizada, al punto de poner en peligro hasta el 60% de los 450.000 empleos que generan.

La pandemia también llevó a que 100.000 micro y pequeñas empresas se declaren en quiebra, según la Confederación de la Micro y Pequeña Empresa, y otras 500.000 estén en riesgo. Esperan que la atención del Estado mitigue el escenario, ya que muchos gastan su capital para alimentarse.