Ruth denuncia que están abandonados a su suerte, aislados en su casa porque todos han tenido fiebre y otros síntomas, sin embargo, ninguna autoridad se ha acercado. Es más, la prueba que le hicieron a su esposo ya tiene demora de cinco días. En su casa ya escasea la comida

7 de mayo de 2020, 18:00 PM
7 de mayo de 2020, 18:00 PM

Tiene 57 años y está pronta a cumplir 35 de estar unida a uno de los líderes indígenas más visibles y respetados, a partir de la lucha por la reivindicación de los derechos de esa porción de la población sumida en el olvido, pero que gritó fuerte por el Tipnis. Ruth, esposa de Marcial Fabricano, está acostumbrada a los embates de la vida, a las condiciones difíciles de subsistencia, pero esta puede ser la prueba más dura que le ha tocado sortear, encerrada en su casa hace más de 40 días, junto a dos de sus hijos, una nuera y nietos.

Ya no quedan alimentos en su cocina y mientras se aferra a su fe, ve recorrer las manecillas del reloj sin que lleguen aún los resultados de la prueba de coronavirus que le hicieron a su esposo internado en el hospital de Cossmil desde el sábado. Solo a él y a uno de sus hijos (ambos internados) les hicieron las pruebas, mientras que a Ruth y el resto de su prole no se las realizaron, es más, ninguna autoridad sanitaria les ha hecho seguimiento, pese a que los Fabricano han pedido varias veces atención.

“Estamos abandonados a nuestra suerte”, revela la matriarca que alcanza a dar de comer a la familia una o, en el mejor de los casos, dos veces al día, con la asistencia de algunos vecinos que la ayudan a proveerse.

Lo que es peor, aprendieron a sobreponerse a la fiebre y otros síntomas molestos que todos experimentaron en casa, ya resignados porque ahí es donde mejor pueden estar, pues saben de otros amigos que en los hospitales la cosa está peor, con médicos contagiados. “Conozco gente que se vuelve de la puerta de los hospitales a morirse a su casa”, revela Ruth con la voz entrecortada.

La matriarca que hace horneados para vender en el mercado Campesino está resignada y entre perder la fe y aferrarse a que todo va a mejorar optó por lo segundo. Desde su humilde hogar en la urbanización Plataforma 18 de agosto, confinada en casa, cree que ahí está haciendo algo por salvar vidas (evitar salir y contagiar, pese a que no sabe a ciencia cierta si están con el virus) y a la espera de que después de cinco días, por fin lleguen los resultados de la prueba de coronavirus del líder indígena, que para ella, es su compañero de vida y su fortaleza.

-¿Cómo está Marcial?

Está más estable, hoy amaneció un poco mejor. Hacen unos cuatro o cinco días que le sacaron la prueba, no recuerdo bien, he estado mal de la cabeza. Hace rato que le han tomado y no tenemos los resultados todavía.

-Pasan las horas y la angustia se acumula…

Para mí es bien difícil esta situación. Tener a mi hijo y esposo internados… pero Dios nos está dando fuerza para soportar todo lo que se nos viene. Esto nadie se lo busca, esto llega nomás, por más que nos hubiésemos cuidado.

-¿Qué le dijo hoy su esposo cuando hablaron?

Me dice que tengamos fuerza, que nos cuidemos, que todos vamos a salir adelante. Yo lo sentí con mucho ánimo y mucha fuera, el siempre ha sido así. Él desde el hospital nos transmite las fuerza a nosotros que estamos aquí, muy preocupados, aislados prácticamente desde que empezó la cuarentena en marzo.  

-¿Con quiénes está aislada?

Con dos hijos, una nuera y mis nietos, todos en la misma casa. El hijo con el que estoy en casa estuvo un poco mal, los síntomas los combatimos en la casa nomás. Todos estuvimos con fiebre, tosiendo, pero estamos mejorando. No nos queda más, nadie vino a vernos después de que se lo llevaron a mi esposo y mi otro hijo. Hemos llamado para que nos saquen la prueba, suponemos que también podemos tener el virus, pero nadie viene y como vemos que los hospitales están colapsados, que no hay dónde meter gente y los mismos médicos están enfermos, hemos optado por quedarnos aquí.Es una situación terrible la de Trinidad, es alarmante y triste.

-¿Cómo están haciendo para proveerse de alimentos y comer?

Hay unos vecinos que pasan y les pido que por favor nos compren. No se puede salir a comprar nada porque estamos encapsulados, hay que aguantarse, los que patrullean no entienden, el otro día le pedí a un chico que me compre una leche para los niños y lo agarraron. No entienden que estamos con hambre. En este barrio no sabemos si se vamos a morir de hambre o de esta enfermedad.

-La presidenta del país es de Beni, ¿ha sentido que se esté atendiendo a su departamento?

Yo pido que, aunque sea, a las familias de los que están internados y que han sido identificados como positivos, nos presenten ayuda, pero no hay nadie, ni una autoridad nos visita, todos están asustados y preocupados. Supongo que se atiende a los que se están muriendo y los que estamos en casas estamos a nuestra suerte.