Opinión

Cibereducación: Crear, medir, aprender

17 de mayo de 2020, 3:00 AM
17 de mayo de 2020, 3:00 AM

La crisis sanitaria, económica, social, política y medioambiental, en Bolivia y el mundo, se pinta profunda y de largo plazo. Por supuesto que la prioridad debe ser salvar vidas, pero también me preocupa el tema de la educación. Miles de niños y jóvenes están sin estudiar. La pérdida de capital humano también es acelerada.

La salida de la debacle requerirá de creatividad en las políticas públicas y solidaridad en todos los ámbitos de la sociedad. Una muletilla clásica en este tipo de situaciones es afirmar que toda crisis es una oportunidad.

Hoy quiero concentrarme en los desafíos de la educación post pandemia. El sistema de educación en Bolivia necesita de un cambio radical. El diagnóstico es conocido hace muchos años: rezago en el aprendizaje, deserción escolar, educación castradora, desconexión con la realidad laboral, profesores mal preparados y muchos otros problemas. Las soluciones también son conocidas y no han funcionado en Bolivia. Hemos recorridos caminos, estatistas y privatizadores, en temas educativos con resultados muy pobres. Ejemplos recientes: La reforma educativa de mediados de los años noventa y la Ley Avelino Siñani. No hay duda que, Bolivia deberá encarar un cambio estructural en la educación teniendo como uno de sus ejes articuladores la transformación digital. En la aproximación tradicional, éste es un desafío colectivo complejo de planificación estratégica y desarrollo de proyectos pero que puede ser largo y muy burocrático.

Pero escuelas, colegios, universidades, institutos técnicos, deben comenzar clases el próximo semestre en un mundo virtual. La velocidad de las transformaciones digitales y la urgencia de los cambios requieren innovaciones en el abordaje de política públicas, en especial, en el sector educación. Estas necesidades urgentes requieren una aproximación disruptiva.

En el mundo de la innovación y del emprendimiento empresarial, especialmente en el sector digital, se usan técnicas como lean startup. Esta herramienta, desarrollada por Eric Ries, ayuda a acortar los ciclos de desarrollo de productos o servicios en condiciones de incertidumbre. La idea es innovar, crear, medir, aprender y escalar un determinado producto o servicio en una empresa de manera rápida. En el campo educativo, en lugar de elaborar complejas reformas, planes integrales y proyectos de gran escala, el método lean startup ofrece a los hacedores de política públicas una mejor manera poner en práctica una prueba piloto (producto mínimo viable, en la jerga del lean startup). La idea es implementar rápidamente un programa o proyecto educativo digital, adaptarlo permanente y ajustarlo continuamente.

Por ejemplo, una propuesta de “startup government” podría ser un programa mínimamente viable que impulse internet gratuito para el sistema educativo, bajo dos modalidades: Primero, la instalación de antenas de WIFI en escuelas y universidades públicas, bibliotecas estatales y comunitarias, hospitales públicos, e institutos del estado. Segundo, acceso gratuito, vía WIFI y telefonía celular, a plataformas educativas, bibliotecas virtuales, sistemas de gestión de aprendizajes, wikipedias académicas y otros instrumentos de apoyo a la educación. Este proyecto debería lanzarse, bajo el concepto de producto mínimo viable, en 5 instituciones en todos los departamentos, para luego expandirlo masivamente a todo el país.

Asimismo, se podría avanzar en el corto plazo en otras áreas de la transformación digital en la educación como: el cambio en el modelo educativo, la construcción de espacios físicos multifunción para crear empleos y/o programas público-privados para emplear a ingenieros en informática, a programadores y diseñadores para que diseñen los sistemas y aplicativos para la educación virtual. También se podría patrocinar, en las universidades, hackatones de una semana de reconversión de profesores a la educación digital.

A medida que se implementan estos productos mínimos viables, se hacen cambios incrementales, lo que a su vez ayuda a corregir y aprender rápido y alimentar, desde las partes, la reforma holística que requiere la educación. Un de ellas es el desarrollo de competencias para el siglo XXI, que incluye, no solo ajuste de orden técnico u operativo, si no que encara, desde la práctica, el tema de los valores y principios, el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas, la flexibilidad, la empatía, el liderazgo, la ética, entre otras nuevas competencias. El Covid19 creó un profunda crisis económica y social y aceleró el futuro. La educación digital ayudará a construir el porvenir, por lo que requiere una aproximación disruptiva.


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