Opinión

Cuerpo sano en mente sana

22 de mayo de 2020, 3:00 AM
22 de mayo de 2020, 3:00 AM

El pasado fin de semana, a puerta cerrada, sin público, y después de hacer 1.274 test entre futbolistas, técnicos, fisioterapeutas y personal de los equipos, volvió el espectáculo del balompié a la televisión mundial. La Bundesliga alemana fue la primera de las grandes ligas europeas de fútbol en reanudar sus actividades.

Mi hijo, futbolero hasta los tuétanos, siempre que felicita a alguien por su cumpleaños le escribe: “abrazos de gol”, para manifestar que le manda un efusivo apretón de cariño y afecto, en el que está presente —de manera espontánea—, una gran energía positiva, como la que se dan los jugadores de fútbol cuando celebran esa conquista deportiva por la que todos han luchado.

Sin embargo, marcado el primer gol en el partido clásico alemán (Dortmund-Schalke), y como un acto simbólico para recordar que las personas deben mantener una “distancia física” que evite el contagio del Covid-19, el goleador celebró el tanto con un baile soso, insípido, solitario, sin abrazarse con sus compañeros. “¿Nada será lo mismo después de esta maldita pandemia?”, fue la pregunta que se me quedó rondando al ver las tristes imágenes de lo que debería haber sido un estallido de júbilo y alegría por cumplir una meta.

El psicólogo español, Jorge Tizón, autor del libro Salud emocional en tiempos de pandemia, señala que las emociones negativas como el estrés, la fatiga y el pánico pueden ser tanto o más contagiosas que el propio coronavirus. Así como se hace una campaña de prevención y cuidados en la salud física; y últimamente, se ejecutan medidas económicas y bonos para paliar la situación financiera de las personas y emprendimientos; es necesario que en los hogares, las empresas, y desde las instancias públicas, se trabaje también en la atención de la salud mental de la población.

El temor y la ansiedad, no solo por la enfermedad, sino por la incertidumbre de lo que vendrá, ha generado niveles de estrés que se reflejan en cambios en los patrones de sueño o alimentación, y también, en un mayor consumo de alcohol, tabaco y otras drogas. Un reciente informe de funcionarios de la Generalitat de Catalunya señala que “las personas con adicciones a las drogas consumen durante el confinamiento un 80% más de alcohol y un 30% más de fármacos. Al no poder acceder a las sustancias habituales, han empezado a tomar otras que son más accesibles. Se han incrementado, por ejemplo, las prescripciones de las benzodiacepinas, que actúan como sustitutivo”.

Todos debemos aprender a lidiar con el estrés. Tomarnos un descanso del bombardeo informativo, incluidas nuestras agobiantes redes sociales. Ocuparnos con actividades que nos reconfortan, distraen y reaniman (leer, cantar, tocar algún instrumento, hacer jardinería, cocinar). Cuidar nuestro cuerpo a través de ejercicios de estiramiento, respiración o meditación. Ingerir alimentos saludables y comidas bien balanceadas. Hablar con familiares y amigos, distanciados por el ajetreo laboral prepandemia. Retomar el contacto con personas queridas, en quienes podemos confiar nuestras preocupaciones, que sabrán escucharnos, y que nosotros haremos lo mismo. Buscar ayuda psicológica profesional, disponible para atención a distancia. Fortalecer nuestra salud mental es tan importante, como lo es para el futbolista, hacer un gol y gritarlo con euforia, abrazado con sus compañeros.

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