Opinión

El capitalismo ha muerto

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22 de mayo de 2020, 3:00 AM
22 de mayo de 2020, 3:00 AM

Por: Alejandro Arana – Ingeniero comercial

La noche del 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín, marcando el fin de la Guerra Fría que polarizó el mundo entre dos sistemas políticos y económicos diametralmente opuestos. El capitalismo, que promueve las libertades individuales y la iniciativa privada y el comunismo en el que el Estado controla los medios de producción y restringe los derechos de sus ciudadanos. Aunque gravemente herido, este último sobrevivió en las mentes trasnochadas de quienes olvidan que, desde la revolución Bolchevique hasta nuestros días, su soñada panacea fue responsable por la muerte de entre 70 a 120 millones de personas a causa de hambrunas, asesinatos y torturas.

Desde entonces, la crisis financiera del año 2008 representó la primera oportunidad que los socialistas tuvieron para culpar al mercado de una crisis mundial y predecir lo que ellos tanto anhelan, el fin del capitalismo. Sin embargo, eso no ocurrió y doce años más tarde atacan nuevamente, responsabilizando al libre mercado por la pobre respuesta ante la pandemia del Covid-19, esperando que este virus surgido bajo un régimen comunista, dé el golpe de gracia a la economía de mercado. 

Es así como algunos “ilustres” representantes de la izquierda mundial como la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo el pasado jueves que la pandemia del coronavirus mostró que el actual sistema económico no funciona y que produce "grandes desigualdades” y que “a la hora de construir la recuperación debemos pensar en una nueva economía que sea inclusiva y sostenible". De igual forma, la alemana Ulrike Herrmann, renombrada autora de libros anticapitalistas, en uno de sus artículos más recientes titulado El coronavirus ve el sol ponerse sobre el neoliberalismo, el fin de una teoría, escribió: “Es obvio para todos que el mercado no puede contrarrestar las consecuencias económicas de una pandemia.” Aunque busquen culpar al libre mercado de todos los males del planeta, lo cierto es que estos agoreros del mal ignoran convenientemente que es precisamente el corazón del capitalismo, sus empresas privadas, las que están manteniendo con vida la esperanza de ganar la batalla contra el coronavirus. Grandes corporaciones como Ford y GM fabrican miles de respiradores como ningún gobierno pudo hacer; por todo el mundo cientos de destilerías como la Old Fourth en Atlanta producen sanitizadores de manos; decenas de miles de pequeños talleres de costura confeccionan los barbijos que los estados no proporcionan y, muy a pesar de los amantes de las teorías de conspiración, será la “codiciosa” industria farmacéutica la que nos proveerá de la tan anhelada vacuna. 

Es que aquel sistema que tanto satanizan, ha reducido la tasa global de extrema pobreza a la mitad desde el año 1990 al 2010 de acuerdo a datos del Banco Mundial, sacando a más de mil millones de personas de la miseria. Asimismo, logró multiplicar ocho veces el PIB per cápita mundial en poco más de un siglo, pasando de 2.000 dólares en 1900 hasta 16.000 dólares el año 2017. 

Afortunadamente, la economía de mercado no desaparecerá porque no es un invento humano del que se pueda prescindir fácilmente, sino que está regida por preceptos tan naturales como la ley de gravedad que Newton descubrió, principios que el también británico Adam Smith descifró al comprender como la mano invisible, a través de los precios, regula el funcionamiento del mercado. El test del tiempo demostrará que el oscuro futuro del capitalismo que algunos fatalistas presagian, es tan falso como la célebre e irónica frase de Nietzsche “Dios está muerto”, puesto que la única tumba que hoy podemos visitar es la suya.

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