Opinión

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Elecciones sí, pero no así

7 de junio de 2020, 3:00 AM
7 de junio de 2020, 3:00 AM

Cuando un país va a una elección condicionada por dos hechos como los que detallaré a continuación, pone en riesgo su democracia.

Veamos: COVID:
La gravedad de la Pandemia puede no irse o seguir en este mismo nivel (o bajar, dirán algunos, cuando nada indica que así vaya a ser) para los primeros días de septiembre. Pensar que se va a detener “sólo porque va a haber elecciones” es una estupidez y un riesgo innecesario, por más que un médico que sin duda entiende de protocolos, pero no parece saber mucho del comportamiento social boliviano diga que “si lo hacemos como Corea” podemos, sin considerar las evidentes diferencias entre nuestro país y el citado. 

Ello no nos da ninguna certidumbre optimista en cuanto a lo que puede pasar después de la fecha. Probablemente Romero Ballivián cree que este es un asunto de “habilitar más recintos” y poner barbijos y alcohol en gel en los mismos y, claro, confiar que el día de la elección la gente va a portarse como en Corea, sin dar una mirada a mercados o micros, donde se mueva la gente común, desordenada como siempre.

El ingeniero Édgar Villegas (@edgarinvillegas) escribió en su cuenta de Twitter: “Mayo terminó con 10.000 infectados aprox. (como había proyectado). Me pregunto si la Asamblea Legislativa. y el TSE tendrán una vaga idea de cómo estará la situación para cuando definieron las elecciones”

Lo político, Evo Morales:
Que los políticos crean que el TSE consensuó con ellos la fecha de elecciones es una ingenuidad o un sometimiento (tache lo que no corresponda), cuando es claro que, antes de que el TSE se pronuncie pidiendo cambio de la Ley de elecciones, Evo Morales se refirió a la pandemia y se allanó a la postergación de elecciones porque “primero estaba la salud” y, recién después de ello, el TSE se pronunció y habló de concertación y acuerdos y solicitó fecha poniendo el límite (hasta 6 de septiembre).

Dijo Romero Ballivián que llegar a ese acuerdo fue el resultado de un "intenso y paciente proceso" de pronunciación, consultas y análisis con todas las candidaturas y organizaciones políticas, pero no dijo que Evo Morales fue la llave para llegar a eso; tampoco lo dijeron otros candidatos apurados en aprovechar lo que entienden como su “buen momento”, frente al descrédito de la candidatura oficialista. 

Y ese no es un detalle menor, porque Morales salió a marcar la cancha electoral al mostrar que esto pasa por su aval o voluntad, al asegurar que “si quieren proscribir al MAS”, lo que él tiene que hacer es negociar con el TSE. “Negociamos y acordamos y ahora las elecciones están garantizadas para el 6 de septiembre”, aseguró el huido en el canal cooperativo de Santa Rosa La Pampa, de Argentina (tomado de medios nacionales).

Morales se asegura ser el ‘Joker’ de la política, sino que parece que también es el “peaje” porque nada pasa sin que él lo apruebe y la muestra está en que condicionó al TSE con su fuerza parlamentaria, o en los pueblos y calles si es necesario en ese foquismo anarquista que no deja de actuar allá donde él vea necesario hacerlo; Montero y su intento de golpe municipal son la muestra. ¿Le salió mal? No importa, probaron y movieron a dirigencia y militancia, de eso se trató aquello, si salía bien, mejor, pero lo importante fue activar a su gente y eso no termina ahí. 

Veamos las acciones parlamentarias: no habilitan el hospital de Montero, la negativa a devolver los montos del IDH, con el objetivo de impedir que los municipios y gobernaciones no masistas tengan efectivo en tiempos de crisis; el MAS no va a hacer nada para que se pueda mover más o menos la economía, están jugando a la solución por el desastre. “Mal con nosotros, peor sin nosotros”, su lógica es: “si los perjudicamos a todos, perdemos por menos” y tras de ello van.

Morales seguirá hablando y seguirá haciéndole saber a su militancia que está activo y así seguirá hasta la elección; se va a jugar todo para mantener un espacio parlamentario que lo defienda y negocie (igual que lo que hace ahora) sus temores más grandes, esos que expresa en la misma nota publicada en medios nacionales al señalar que “su regreso a Bolivia depende de los resultados de las elecciones generales en Bolivia y de su situación legal”; es decir, el expresidente sabe que si no gana o al menos consigue espacio suficiente en el parlamento habrá perdido irremediablemente. 

Si el huido lo sabe, por qué motivo no lo saben sus oponentes que le facilitan la prisa eleccionaria sin pensar que además del Covid, el acto electoral estará dejando de lado a al menos 150.000 jóvenes que no se han habilitado para participar en los mismos (cumplieron 18 años entre agosto de 2019 a julio 2019 incluso); esos jóvenes son la generación post Morales (¿no se dan cuenta?).

La elección, a la que Romero le da carácter de mero trámite, es la renovación del Contrato Social; ese día nosotros los ciudadanos retomamos el mandato y le damos a alguno de los candidatos un voto en el que le decimos que nos gobernará por 5 años y que cedemos parte de nuestra soberanía para que nos protejan, nos garanticen buena atención de salud, mejor educación, acceso a vivienda, garantías para desempeñarnos como ciudadanos y otras “ilusiones” más; después de ese día, el poder electoral pasa al Gobierno, por eso tenemos que llegar bien a ese acto tan importante, porque después tenemos que someternos a lo que dijo la mayoría; ese día es clave para todo. 

No es agradable constatar que Evo Morales continúa moviendo la política nacional, pero es un hecho, él mismo se encargó de demostrar que así es; es hasta socarrón cuando asegura que negoció con el TSE la fecha de las elecciones.

Lo último: no olvidemos que, para el MAS, la democracia fue un medio para llegar al poder, una vez que se hicieron del mismo, se adueñaron del país y de la democracia, por eso digo que, elecciones sí, pero no así.

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