Detrás de cada letrero hay una familia angustiada que quiere ver curados a padres, hermanos, esposos e hijos. La realidad que no se muestra en los discursos

19 de junio de 2020, 16:15 PM
19 de junio de 2020, 16:15 PM

“Ayuda para mi mamita”, dice un letrero improvisado que agarra una mujer con rostro angustiado en la puerta del Banco de Sangre de Santa Cruz, que está ubicado en la calle Cuéllar. Como ella, esta mañana había unas 20 personas pidiendo donantes de plasma hiperinmune.

María (nombre ficticio) cuenta que su padre no es anciano, tiene 62 años y hace una semana llegó con complicaciones en los pulmones a uno de los hospitales de Santa Cruz. “El médico nos dice que necesita plasma, porque mi papá está con respirador, pero no mejora; además tiene presión alta”, cuenta esta mujer. 

Ella creía que conseguir donantes que tengan el tipo ORH positivo era fácil, pero concluye que es difícil, porque no encuentra respuesta a su clamor, a pesar de que madruga cada jornada con la esperanza renovada.

En otro letrero se puede leer “ayuda para mi mamita”. Ella también tiene 62 años, formó sola a cuatro hijos y, como enfermera, atendió a miles de pacientes en el Hospital de Niños y en la clínica Niño Jesús. Uno de sus descendientes dice que ya consiguieron cuatro donantes, pero cuando llegan al Banco de Sangre les piden las pruebas de que ya tuvieron Covid-19. “Nos piden una y otra cosa. No explican todo lo que se necesita”, señala en tono de lamento.

Esta familia ya pasó por otro calvario. Cuando la enfermera requirió terapia intensiva, no había en la Caja Nacional de Salud y tuvieron que peregrinar por varias clínicas hasta conseguir en una de ellas donde les han cobrado Bs 25.000, solo como garantía. Aún no saben cuánto será la cuenta final, pero están dispuestos a todo para salvar a esta mamá que ahora está conectada a un respirador y cuya vida depende de un donante de plasma.

Unos pasos más allá, está otra hija desesperada. Sujeta una cartulina celeste en la que hay pegadas tres fotografías. En la primera aparece una mujer risueña al lado de sus plantas. Se llama Mamá María y también necesita de un donante de plasma hiperinmune ORH positivo.

“Las escenas que se ven en la calle son muy duras”, dice el fotógrafo Ricardo Montero, autor de las gráficas que acompañan esta nota. Concluye que muchas cosas se dicen en los discursos, pero la realidad que se palpa en los rostros compungidos y llorosos de familiares y enfermos muestran una realidad diferente, una fotografía que no se quiere ver.

El plasma hiperinmune ha sido de ayuda para muchos pacientes. Se trata de una sustancia de la sangre de pacientes recuperados que ya tienen anticuerpo al Covid-19. 

En el Banco Regional de Sangre hay dos máquinas que separan el plasma del resto de los componentes sanguíneos. Falta una política que agilice los procedimientos y la voluntad de quien ya superó el coronavirus y quiere compartir el milagro de vivir con pacientes que están sufriendo en las terapias intensivas.

Todas las mañanas hay familiares con letreros que ven con esperanza a cada donante de plasma que llega. Esperan que su ser querido sume la cifra de los recuperados de coronavirus.