Fue alcalde de Guayaquil y ahora comanda el comité de emergencia contra coronavirus. La suma de esfuerzos hizo un milagro en Guayaquil, que pasó de recoger muertos en las calles, a no tener decesos

28 de junio de 2020, 9:10 AM
28 de junio de 2020, 9:10 AM

En Guayaquil, Ecuador, se tocó fondo cuando los muertos eran recogidos en las calles porque los hospitales estaban colapsados. Una iniciativa ciudadana provocó el cambio y le muestra a Santa Cruz de la Sierra el camino a seguir para salir de la pesadilla colectiva en que se encuentra.

¿Cómo ha logrado Guayaquil superar las condiciones de emergencia que se reportaban en abril?

Con la unión de empresarios, agricultores, CEO de compañías importantes, cívicos, Cruz Roja, expertos aduaneros y muchos más, sumando conocimientos y mejorando la coordinación entre el gobierno nacional y el de la ciudad de Guayaquil.

Por primera vez, el 10 de mayo, un mes y cuatro días después de haber alcanzado la trágica cifra de 460 muertos, alcanzamos la meta de cero muertos Covid. En los últimos 8 días, no ha habido ni un solo muerto. Esa meta se alcanzó en 26 días, mientras que en los primeros 36 días, el promedio diario es de 1,2 muertos.

¿Por qué? Por la coordinación, que es indispensable; por la cuarentena o el encierro, que es indispensable. Lo que pasa es que hay que romper la disyuntiva que se plantea: morir por coronavirus o morir de hambre. Yo no puedo decirle a la gente que se quede 40 días, que no coma ni trabaje. En esa línea, fijamos un objetivo médico y un objetivo de abastecimiento. En lo médico, era necesario importar la medicina adecuada, la importamos y se distribuyó gratuitamente en los hospitales, en las clínicas privadas y públicas autorizadas, con un sistema muy responsable. Los pacientes eran diagnosticados inicialmente por un especialista, con el aval del hospital pedían la medicina y nosotros la despachábamos. Luego pasamos al plano de consulta externa hospitalaria, para que no se colapsen las salas de internación, ya que nadie en el mundo tiene infraestructura hospitalaria para desastres. El secreto está en no dejar que la gente llegue al hospital, en la atención temprana. Entonces, la gente va a la consulta externa, se la valora y recibe sus medicamentos sin necesidad de internación.

Paralelamente, la municipalidad desplegó el arduo trabajo de visitar a las personas en sus casas, barrio por barrio, con el mismo ánimo: no vaya al hospital, salvo que usted esté en la necesidad médica de hacerlo.

¿Cómo atendieron a los más pobres que no accedían a los alimentos?

Repartimos decenas de miles de equipos de protección: lentes, mascarillas, guantes, no solo a gran parte de la población, sino fundamentalmente a los que estaban en primera línea de combate, porque si los médicos, enfermeros, los que levantan la basura, los que trabajan en supermercados, los que están en las fábricas de alimentos, los policías o el Ejército caen, se enferman, se asustan o se van, esto hubiera sido tremendo. A la gente que se arriesga es a la que hay que mantener protegida.

En la parte alimentaria, decidimos mantener abastecidos los mercados, pero con la empresa privada también decidimos mantener abastecidas a las tiendas de barrio, porque si usted tiene una tienda cerca, lo conocen y le fían, usted no se arriesga y no se contagia. Se hizo con 4.700 tiendas de Guayaquil. La empresa privada nos ayudó mucho con raciones de alimentos para atender a cientos de miles de personas gratuitamente y casa por casa en forma ordenada. De esa manera, se han logrado los resultados alcanzados.

¿Y la indisciplina de la gente?

Definitivamente, la gente ha logrado mejorar su conducta. De una indisciplina inicial, que respondía al desconocimiento, cuando se da cuenta de que se muere su mamá o su vecino, la gente comienza a reaccionar de otra manera y a cuidarse. A la gente hay que decirle que lo que puede hacer es mucho: distancia social de los brazos abiertos (dos metros), póngase mascarilla, lávese las manos frecuentemente. Haciendo eso hay un alto grado de control.

Lo otro, cuando se pasa del rojo al amarillo, no hay que creer que se volcó la página. No hay que olvidar que el jueves pasado ha sido el mayor día de contagio en el mundo. Entonces no se puede virar la página. Se va avanzando, pero adelantar las cosas puede ser terrible.

¿Fue una iniciativa de la sociedad civil? ¿Cómo se pactaron los liderazgos?

En el comité tenemos un dicho, todos somos empleados y jefes al mismo tiempo. Aquí no hay celos, nos conocemos muy bien. Lo hemos hecho muchas veces por distintos motivos y ahora lo hacemos por la vida. Funcionamos muy bien, divididos en comisiones, cada cual hace lo que sabe, luego nos reunimos en el pleno y tomamos decisiones.

Con el municipio nunca hemos tenido problemas. El Estado central se demora más, abarca más, pero a la larga la gente acaba adaptándose, porque si no se configura una unión operativa, se termina cojeando por alguna de las patas.

En cuanto a los recursos, el Estado central tiene su dinero, el municipal tiene el suyo y nosotros en lo privado hemos actuado con donaciones en especie y con donaciones en efectivo. La ventaja de un comité es que es un factor de unión y de coordinación. No se trata de mucho dinero. Por ejemplo, un tratamiento vale 20 dólares, el tema es que no se encontraba la medicina. En ese momento no había nada.

La empresa privada tiene mucha agilidad, tiene productores, tiene fabricantes de medicinas que saben dónde está la materia prima, gente que sabe desaduanizar con rapidez, contratar un avión chárter, utilizar a la Cruz Roja, distribuir con eficacia. Es una suma en la que el dinero es importante, pero la logística es más importante, como para repartir 150.000 raciones de comida. Para eso se necesita camiones, choferes, personal de carga. Esa es la logística de los empresarios privados y de esa manera es como nos hemos manejado.

Quiere decir que los empresarios tuvieron un rol protagónico…

La solidaridad no es una opción, sino una obligación, pero para quien no tiene conciencia, también es una conveniencia, porque si la empresa privada no se ayuda a sí misma... Al ayudar al pueblo a salir, evita que haya un tema recesivo de ventas y de pagos. Mientras más rápido se salga de esto, más le conviene a la economía del país, de la ciudad y del sector privado, porque las empresas no pueden funcionar si no tienen clientes con capacidad de pago.

¿Cuánto demandó esta iniciativa ciudadana hasta el momento?

Hasta aquí habremos gastado unos 5 millones de dólares. Los camiones valen, los choferes valen, etc., pero nadie cobra un centavo. El esfuerzo es posible. No hay alternativa. Hay espacios que uno no puede esperar que se los den, hay que tomarlos desde la sociedad civil. Imagínese un Estado que no sabe lo que debe hacer, qué hará el ciudadano o el empresario. Si el pueblo no se toma esos espacios con su acción, coordinación y efectividad, entonces la gente es víctima de su inacción. No hay mucho lugar a pensar. Siempre sumando se van a tener mejores resultados, que restando y dividiendo.

¿Cuáles son las claves del éxito?

El aislamiento es clave. Ha sido clave hacer posible la efectividad de la cuarentena y eso se hace con abastecimiento y también con comunicación. Es clave el tratamiento temprano, para que la gente no llegue al hospital. Ha sido clave el miedo. Yo soy partidario de informar siempre la verdad, sin ocultar los problemas. Evidentemente, la gente al principio es reacia, hasta que se empiezan a morir sus vecinos. Ese también ha sido un factor que ha ayudado. Cuando la gente entiende que solo se le pide usar mascarilla y lavarse las manos, entiende que ese no es un gran sacrificio. Si se hace lo correcto, el problema va mejorando y desapareciendo

Ese problema nos va a acompañar mucho tiempo. Hay que hacer mucha conciencia porque hay rebrotes y hay retrocesos. Esto no es broma. Entender eso y atacar todos los flancos, es lo que permite tener éxito.

Hay que tener médicos y remedios; hay que tener abastecimiento y hay que tener responsabilidad.

¿Cuáles las acciones que se están siguiendo en su ciudad en esta etapa?

Pasamos al amarillo, que no es ausencia de restricciones, sino menos restricciones. No deben salir personas mayores de 65 años, la gente que se dedica a actividades que no son esenciales tampoco debe salir. En cambio, se abrió todo lo que es envío a domicilio, bajo la premisa de que todos los que intervienen deben estar totalmente protegidos. Se sigue insistiendo, el ciudadano debe protegerse y cuidarse. Cuando vayamos al verde, el ciudadano aún debe protegerse. No habrá más el abrazo, el estadio o la fiesta hasta que se descubra la vacuna o se conozca al virus.

La clave es la responsabilidad social, que no es fácil de lograr, pero se alcanza en un grado aceptable.

¿Qué opina de hacer elecciones en plena pandemia ?

En Ecuador, las elecciones serán en febrero. El tema es que aquí no se puede postergar la elección. La Constitución no lo permite, que si se permitiera sería racional postergar una elección. Si usted puede postergar una elección legalmente, lo lógico parecería ser que se postergue

¿Cuál ha sido la relación entre las iniciativas privadas y estatales?

Aquí ha habido falencias y habrá tiempo de juzgarlas.

El que esta al principio de la innovación y conocimiento tiene grandes ventajas, pero también comete errores y costos que no tiene el que copia. Pero si el que está al final no aprovecha las ventajas de aprender, me parece de mal gusto, por decir lo menos. Si usted va a ser de los últimos, por lo menos debería aprender en cabeza ajena, las experiencias malas y buenas de los que han pasado antes por ese proceso.

Lo único que uno sabe es que se aprende algo todos los días y hay que apegarse a ese concepto.

¿Qué les dice a los bolivianos?

Yo sé que ustedes van a salir, es posible hacerlo. Hay que aprovechar lo bueno, copiar sin tener vergüenza. Aprender de los errores, aprovecharse de los éxitos ajenos. Coodinar, sumar y multiplicar. Yo les deseo la mejor de las suertes. Van a salir adelante. No duden en contactarnos.