En el último mes se registraron 2.248 fuegos en el bioma que pertenece al territorio brasileño. Desde 2007 que el promedio no sobrepasaba los 2.000

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3 de julio de 2020, 7:36 AM
3 de julio de 2020, 7:36 AM

Estas cifras sustentan las previsiones de los analistas, que pronosticaban un año aún más devastador que 2019, cuando el aumento de los incendios en el Amazonas generó preocupación a escala internacional. 

La web del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), que permite seguir en tiempo real las alertas de incendios identificados por satélite, nunca había reportado tantos focos en este mes del año desde 2007, cuando fueron identificados 3.519.

Pero lo peor se espera para agosto: en 2019 se registraron más de 30.000 focos, tres veces más que en el mismo mes de 2018.

En 2020 se sumarán además las quemas que fueron suspendidas el año pasado por la presión internacional y las críticas contra el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.

Los incendios son en su mayoría provocados y están directamente relacionados con la deforestación para fines agrícolas y ganaderos.

La deforestación en Brasil ya marcó niveles alarmantes este año, con más de 2.000 km2 deforestados de enero a mayo, un 34% más que en el mismo período de 2019, según los últimos datos del INPE.

El Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonía (Ipam) estimó por otro lado que 9.000 km2 de selva ya deforestada desde el año pasado podrían ser incinerados.

Los expertos también temen que el aumento de incendios provoque más problemas respiratorios en los habitantes de una zona en la que el sistema sanitario ya crujió por la pandemia.

Brasil, que posee el 60% de la selva amazónica, es el tercer país con más número de muertos por el nuevo coronavirus. La región amazónica fue golpeada por la enfermedad; sus hospitales están desbordados y las poblaciones indígenas están particularmente expuestas a las dolencias traídas del exterior.  Los servicios municipales se vieron obligados a realizar entierros en fosas comunes y a conservar cadáveres en camiones refrigerados a la espera de la inhumación.

El IPAM había advertido en junio que, si se quemaba el 100% del territorio deforestado, ocurriría una «calamidad sanitaria sin precedentes en la región amazónica, que agravaría la provocada por la covid-19″.

Bolsonaro y su lucha contra la “burocratización”

Los ambientalistas acusan a Bolsonaro, un escéptico del cambio climático, de promover la deforestación en su defensa de la legalización de las actividades agropecuarias y mineras en áreas protegidas.

El mismo ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, recomendó aprovechar que los ojos están puestos en la pandemia para avanzar contra la “burocracia” en la reunión ministerial de abril que llegó a la prensa, en el marco de la investigación contra el mandatario por las acusaciones de “injerencia ilegal”.

«Los incendios contribuyen simultáneamente a las crisis mundiales del clima, de la biodiversidad y la catástrofe sanitaria en la región. Brasil tendrá que hacer más, mucho más, si quiere detenerlos, fortaleciendo los organismos de control, con planes permanentes y objetivos claros, y no con operaciones puntuales y costosas», señaló el miércoles Rómulo Batista, de la campaña Amazonía de Greenpeace. (Tomado de Latinoamérica piensa)