Según sabemos los firmantes de una carta enviada a la Organización Mundial de la Salud creen que la OMS viene resistiéndose con uñas y dientes a asumir que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire.

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6 de julio de 2020, 16:57 PM
6 de julio de 2020, 16:57 PM

239 científicos de 32 países han elaborado una carta abierta a la Organización Mundial de la Salud en la que le piden que revisen sus recomendaciones para dejar claro que el coronavirus se transmite por el aire.  Según sabemos los firmantes creen que la OMS viene resistiéndose con uñas y dientes a asumir que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire. Pero, según explican, la evidencia en ese sentido no deja de crecer.

No sorprenderá a nadie que uno de los grandes temas sobre el coronavirus ha sido, es y será la forma en que se transmite. Soterradamente, en algunas ocasiones; a vista de todos, en otras, lo cierto es que investigadores de todo el mundo llevan meses discutiendo cuál es la dinámica exacta del coronavirus en el aire. Lo curioso es que, sin tener demasiado miedo a equivocarnos, podemos decir que hemos llegado a un consenso generalizado.

Entonces, ¿A qué viene esta carta? ¿Quién tiene razón la OMS o este grupo de científicos?

La gran diferencia entre esas dos vías es la capacidad del virus para retener su capacidad infectiva dependiendo del medio en el que se encuentra; si es muy dependiente del flujo respiratorio humano o, en cambio, es capaz de vivir en el aire durante cierto tiempo. Pero, en realidad, esta dicotomía no existe. La idea viene de estudios que hace 100 años intentó averiguar por qué la tuberculosis era tan contagiosa y otras enfermedades respiratorias no.

Sin embargo, en todas estas décadas, la evidencia disponible señala que no existen dos formas de contagiarse a través del aire. Lo que existe es un continuo entre los dos polos y cada enfermedad se sitúa en un lugar concreto del espectro. De hecho, la situación es más compleja porque, y esto lo hemos aprendido viendo a los virus trabajando en contextos reales, es muy posible que una enfermedad, teóricamente, se pueda contagiar por vía aérea, pero, en la práctica, su vía preferida sea otra: a través de gotitas grandes, medias o pequeñas de flujo respiratorio.

Ese es, hasta donde sabemos, el caso del coronavirus. Los estudios con el virus (y algunos casos aislados) señalan que el SARS-CoV-2 tiene, como dicen los 239 investigadores, capacidad para transmitirse por el aire. Sin embargo, la reconstrucción de casos y el estudio de los brotes muestra que lo que nos encontramos no encaja con un virus así, sino más con uno que, en términos generales, se transmite vía gotas de flujo.

Y ahí está el nudo de la cuestión. El problema viene, en parte, de la obsolescencia de las categorías y de cómo estas se relacionan con las políticas públicas. La ausencia de un marco de referencia ajustado nos impide hablar con precisión de las dinámicas del virus y esto se traslada, casi automáticamente, a las intervenciones sanitarias. En la práctica, muchos países tienen planes de contingencia que usan esa clasificación y el cambio de una a otra tiene consecuencias importantes. En el fondo, lo que los investigadores que firman la carta están defendiendo es que se haga aún más presión en todos aquellos países que no se están tomando en serio el problema. (Tomado de xataka.com)