7 de julio de 2020, 3:00 AM
7 de julio de 2020, 3:00 AM

Las noticias llegan cargadas de un drama penoso desde Cochabamba: en los últimos días han encontrado cadáveres abandonados en la vía pública, y si bien no se determinó la causa de las muertes, lo más probable es que fueran víctimas sin atención del coronavirus.

Esa ciudad sufre, como todos, por la pandemia, pero en su caso las dificultades son mayores que en otras regiones porque aparte debe resolver una feroz arremetida política que cada tantos días bloquea los accesos al botadero público de K’ara K’ara, donde según denuncias de las autoridades está la mano del Movimiento al Socialismo, pese a que los movilizados se denominan a sí mismos como “autoconvocados”.

El sistema funerario cochabambino ha colapsado, los hornos crematorios tienen problemas y los vecinos no permiten que los restos puedan ser trasladados a esa última morada de quienes no sobrevivieron a la pandemia.
Por si esto no fuera suficiente, sus autoridades no se entienden: Cochabamba tiene un alcalde conocido por su ineficiencia, que pasó al menos dos veces por la cárcel acusado de corrupción, volvió a ocupar el puesto, renunció públicamente, pero poco después volvió como si nada hubiera pasado, reunió a seguidores pagados frente a un balcón y argumentó, como lo hacía un político que huyó y ahora está en Buenos Aires, que “el pueblo le pidió quedarse”. Tiene el departamento una gobernación controlada por el MAS, de actuación más política que de servicio al departamento, que también actúa con agenda propia y de manera descoordinada en el manejo de la pandemia.

Las estadísticas confirman el mal camino al que el virus está llevando a Cochabamba: el promedio de decesos por día es de 16,33 en la última semana, muy superior al de Beni, que tiene 2,66 fallecimientos por día debido al Covid-19.

Pero fuentes del Ministerio Público afirman que en realidad cada día se levantan 30 cadáveres en Cochabamba, es decir, el doble del registro oficial de muertes, entre muertes violentas y no violentas, siendo estas últimas la mayoría.

Cochabamba tiene una tendencia muy rápida a duplicar sus casos y a ingresar a una fase explosiva de contagios, ha alertado el jefe nacional de Epidemiología, Virgilio Prieto. 

Hasta anoche, el número total de casos positivos con coronavirus registrados oficialmente en Cochabamba era de 4.429, y pasó así a convertirse en el tercer departamento más afectado después de Santa Cruz y La Paz, por encima incluso de Beni, que había sufrido hace poco una descontrolada expansión del virus entre su población.

El gobierno nacional debe prestar más atención a Cochabamba, y aunque con frecuencia se ve por allá al ministro Arturo Murillo, todo indica que eso es insuficiente; aquel departamento reclama una mayor preocupación de las autoridades nacionales para frenar el drama humano de enfermos que no encuentran espacio para la atención médica de extrema urgencia, de cadáveres que no pueden llegar al cementerio, de cuerpos sin vida levantados de las vías públicas.

Los representantes locales están demostrando poca o ninguna eficiencia para llevar adelante una decidida, acertada y coordinada batalla contra la muerte, por esa razón se necesita una mayor presencia y firmeza del gobierno nacional en aquella región.

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