Opinión

EDITORIAL

La economía necesita un punto de inflexión

8 de julio de 2020, 3:00 AM
8 de julio de 2020, 3:00 AM

La paralización del planeta durante este 2020 está obligando a la reinvención total de las empresas y de los Estados. Si el mundo era competitivo en 2019, ahora lo será mucho más y habrá que aprovechar las oportunidades que se presentan para no caer en el rezago. Eso implica reconocer que es necesario generar puntos de inflexión en las políticas sociales y económicas. 

El gerente de Shell en Bolivia, en una entrevista con EL DEBER, afirmó con contundencia que Bolivia es uno de los pocos países que no ha reformulado sus leyes para atraer capitales extranjeros. En el ámbito de los hidrocarburos, este mismo ejecutivo explica que se han postergado dos proyectos de inversión que eran muy esperanzadores para la economía nacional. 

La decisión responde a las expectativas que tiene la transnacional acerca del costo/beneficio de la inversión. En realidad, los proyectos deben competir con otros en el mundo. Al haber menos recursos disponibles, la petrolera pondrá sus capitales y su atención en aquellos lugares donde tendrá mayores utilidades. Este es solo un ejemplo de lo que pasa con la economía global.

La cuarentena y la pandemia han obligado a las empresas a reinventar sus formas de hacer. El teletrabajo, que antes se veía como un lujo de algunos lugares en el primer mundo, ahora se convertirá en un método habitual de producción, porque no solo se necesita aminorar riesgos de contagio, también es urgente bajar costos de producción. Esas son algunas de las medidas que se están asumiendo en un tiempo de crisis global.

El sector privado alza la voz a la espera de que el Estado pueda ser un actor fundamental en el salvataje de las empresas. Para serlo, es preciso que el abultado aparato público se achique, que se acabe el tiempo del gasto excesivo en empresas estatales ineficientes y que se terminen los gastos corrientes sobredimensionados. Ahora los recursos son el oxígeno que se precisa para salvar la economía del país. 

Esto también pasa por un cambio de normas que hagan más atractiva la inversión en Bolivia. Por ejemplo, las petroleras permanecen en el país, pero no hacen apuestas importantes de inversión porque no les resulta atractivo. Y si bien hay razones ideológicas que fundamentaron las políticas en el anterior gobierno, el creciente desempleo y el riesgo de incrementar los niveles de pobreza, demandan la atracción de capitales para generar inversiones que puedan fuentes de trabajo y esto implica un nuevo escenario legal en este país. De lo contrario, veremos cómo se recuperan otros países, mientras en Bolivia seguimos sumergidos en la depresión.

Los actores políticos deben dejar el romance ideológico (que les fue útil en tiempo de ‘vacas gordas) para asumir con realismo la actual condición del país. Hay una propuesta de generación de empleo que ha presentado el Poder Ejecutivo para su aprobación en el Legislativo. Las consideraciones del debate deberían ser técnicas y no políticas, ya que no hay mucho tiempo que perder. Bolivia no está para posturas demagógicas. En tal sentido, si hay que hacer correcciones o modificaciones es preciso que todos los actores estén abiertos con la única finalidad de buscar el bien mayor para el país.

Por otro lado, es urgente que los aspirantes a gobernar trabajen en el modelo económico que le proponen a Bolivia. Tras la elección nacional, en el país no habrá espacio para improvisaciones ni para actos de demagogia. Lo saben los que postulan una economía liberal y también los militantes del estatismo en la producción.

En paralelo, el sector privado tendrá que asumir que su rol es fundamental para reactivar la economía y para que el azote de la crisis no termine con un alto desempleo y un incremento sustancial de la pobreza.

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