Opinión

Equivoquémosnos maravillosamente

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12 de julio de 2020, 3:00 AM
12 de julio de 2020, 3:00 AM

Gabriel Columba

Nuestros grados de estrés e incertudumbre se han multiplicado gracias a la pandemia. Las noticias de despidos masivos, el colapso del sistema de salud y de muertes por infección del Covid-19 ya son parte de nuestra agenda. Las demandas a las autoridades para que actúen frente a esta realidad y una reacción, siempre bajo el cálculo político, causan desazón en la mayoría de los ciudadanos.

Esta realidad pone nuestro destino en nuestras propias manos. Y no estoy hablando de desobediencia civil, sino de la capacidad que tenemos, como seres libres, de actuar bajo los parámetros que respetan y fortalecen el bien común y el desarrollo integral de las personas.

Ser artífices de nuestro destino implica enfrentar la inseguridad y la incertidumbre con fuerza renovada, creativa e innovadora. Y esta energía la necesitamos porque en este proceso vamos a equivocarnos maravillosamente. Con esto no pretendemos hacer una oda al fracaso, sino una toma de conciencia de lo que tendremos que superar en este camino para transformar nuestra realidad y contribuir a vivir en el “nuevo normal” del que todos hablan.

Una amiga me contó que dejó un trabajo estable por otro en el que ganaría menos, desoyendo a todos los que le decían que era la mayor equivocación de su vida. Hoy está más de 16 años en esa empresa lo que le ha permitido tener estabilidad, alcanzar sus sueños y ayudar a su familia. En su caminar tuvo que enfrentar muchas circunstancias difíciles que podrían cuestionar su decisión, pero nunca dudó.

La coyuntura que estamos viviendo nos invita a equivocarnos maravillosamente, dejando nuestra noción de seguridad en stand by porque vamos a tropezarnos y caernos. Esto va en contraposición de la visión falsa que generalmente tenemos de éxito, disociado del fracaso. Por ejemplo, Youtube es resultado del fracaso de sus creadores que en principio hicieron una plataforma de citas, a través de videos, que no resultó.

En nuestra cultura se sataniza al fracaso y se magnifica al éxito. Queremos llegar a la cima con el menor esfuerzo, sin diferenciar lo que es eficiencia de flojera, dándole al éxito una categoría casi mágica y solo restringuido a los talentosos y suertudos. 

Talento y fortuna son solo dos componentes. La base para tener éxito en un emprendimiento en tiempos de Coronavirus es la fortaleza para enfrentar las dificultades. Eso pasa por no tener miedo a fracasar, incorporar flexibilidad mental para entender y responder a las demandas de nuestro entorno, dejando a un lado lo que hicimos y que no resultó. También precisamos la capacidad de ser disruptivos, es decir construir muchas veces sobre las nubes con la certeza de que nos caeremos para levantarnos.

La franquicia Fuckup Nights, que realiza sesiones donde empresarios cuentan de sus más espectaculares fracasos, es la constatación de los beneficios de saber equivocarse y aprender rápidamente. Eso nos demuestra que el “looser” (perdedor) se convierte en el sabio que nos alertará y ayudará a aprender de nuestras equivocaciones para hacer más expedito nuestro sendero a la consolidación de un emprendimiento. 

En las redes sociales muchos emprendimientos están apareciendo. Vemos post y marketplace para ofertar productos y servicios, desde la torta de la abuelita pasando por asesorías y capacitaciones virtuales hasta sistemas de trueque en comunidades de whatsapp (interesante tema que trataremos en otra oportunidad). En el camino se equivocarán, pero será ésa la maravillosa y valiosa vía para generar fuentes de ingresos a familias y comunidades. Por eso afirmo que es tiempo de hacer, equivocarnos, aprender rápido, reenfocarnos y generar nuestro propio destino.



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