Con la pandemia, los descendientes de los líderes de dos carteles enemigos, los más importantes de Colombia en las décadas de los 80 y 90, dejaron atrás el odio. Este domingo 12 de julio, a las 20:00 contarán su versión de los hechos. Antes, uno de ellos fue entrevistado en El Deber Radio

12 de julio de 2020, 8:47 AM
12 de julio de 2020, 8:47 AM

Actualmente, Juan Pablo Escobar, hijo de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante en la historia de Colombia y líder del Cartel de Medellín, es un arquitecto que radica en Argentina, esposo y padre de un varón. En Estados Unidos, William Rodríguez Abadía, hijo de Miguel Rodríguez Orihuela, uno de los dos hermanos y jefes del Cartel de Cali, se dedica a la construcción, a su esposa, sus dos hijas y su amado perro.

A Juan Pablo le tocó ir de un lado a otro, hasta que fue acogido con su familia en Argentina. William pasó cuatro años prófugo y cinco recluido en una prisión federal de Estados Unidos, de donde salió en 2010, dispuesto a rehacer su historia, sin legados ilícitos. Le dieron una pena de 20 años, y a su tío y su padre 30, pero tras una negociación, la pena de William fue notablemente reducida y además pudo quedarse a vivir en el país del Norte.

Cada cual por su lado, escribieron libros para narrar sus perspectivas, pero durante la pandemia y tras más de 30 años de odio y atentados entre las dos familias, eligieron la reconciliación. En estos últimos meses han dado conferencias en varios países y este 12 de julio, a las 20:00 la charla “Dos hijos, dos padres, dos carteles: Una historia de guerra y paz”, será para los bolivianos. Las entradas están disponibles en  www.superticket.bo, a Bs 70.

  "A mi padre, por mostrarme el camino que no debo recorrer", fue el cierre de agradecimiento del libro de Juan Pablo, titulado "Pablo Escobar mi padre". Y esa es la idea que los dos conferencistas quieren transmitir ahora, desde sus testimonios, quieren derribar mitos, revelar datos de la historia no contada en series de TV y brindar un mensaje de paz. 

"No es fácil cuando hubo tanto odio y resentimiento en estas dos familias, siempre creí que fue una guerra absurda que trajo consecuencias nefastas, no solo para un país, sino también para dos familias porque se perdieron vidas. Este conflicto nos marcó, tanto a ellos (Escobar-Henao) como a nosotros. Un día, por cosas del destino nos cruzamos, estábamos haciendo el lanzamiento de nuestro libro en Colombia y al editor le pareció buena idea tenernos en una entrevista y ahí comenzamos a hablar; al final concluimos que nada sacamos con odiarnos, hicimos lo más difícil, que es buscar la paz", dijo William, en entrevista virtual con Linda González, para el programa Aquí Estoy, de El Deber Radio.

- ¿Momentos claves para cambiar de dirección en la vida?
Tengo varios, creo que el primero fue a los seis años, cuando mi madre decide viajar a los EEUU y no ver a mi papá por seis años. Esa fue una etapa muy complicada, luego vuelvo en el año 77 o 78, no recuerdo con exactitud. Mi padre era otra persona, estaba creciendo en su mundo ilegal que era el narcotráfico. Ya no era lo mismo, nuestra relación era cordial, pero fría. 

Otra etapa que me marcó creo que fue el día que tomé la decisión de ayudarle, en 1995, cuando él cae preso, me llama para que le colabore en la parte jurídica y legal del Cartel de Cali y eso cambió drásticamente mi vida. Luego, en 2002, hubo una orden de captura contra mí con fines de extradición, eso también cambió mi vida. Por último, el día que decidí entregarme a las autoridades para solucionar estos problemas, romper todas las ataduras del pasado y comenzar una nueva vida.

- ¿Qué cosas te hubiera gustado cambiar?
Creo que lo del año 95. Supongo que si tuviera la oportunidad de regresar atrás lo haría diferente, porque si hubiera dicho que no a mi padre, quizás no se hubieran dado conflictos y él hubiera entendido. Al final, todos los hombres buscamos el reconocimiento, el poder y creo que ahí me equivoqué y fue cuando cambió no solo mi vida, sino la de mi familia.

De pronto en algún momento tuve que ser un poco más fuerte en mi posición en contra de algunas actividades que ellos hacían, o algunos acercamientos que no hicieron a tiempo, para así traer mejores beneficios a la familia, pero ya son cosas del pasado, hay que seguir en el presente y buscar cosas positivas a través de esta charla y de mostrar al mundo que sí somos personas diferentes, que nos equivocamos y que las segundas oportunidades deben existir.

- ¿Qué te hizo tocar fondo? 
Creo que fue un atentado que sufrí en el 96 (ocho disparos). La vida me hizo un terremoto y entendí que debía cambiar, no era fácil, era mi familia la que estaba en juego, mi padre, mi tío. Poco a poco empecé a alejarme de las actividades ilícitas, pero al final la suerte estaba echada.

No es tan fácil cambiar, no es tan poético, es difícil, pero no me doy por vencido, no voy a poner la cabeza en un hueco como el avestruz. Creo que hice lo correcto, un día decidí entregarme a las autoridades, confesar mis delitos y pagar por ellos y por eso puedo ir y hablar porque no le debo nada a la sociedad, todo lo pagué. Creo que es importante que escuchen estas historias de parte de nosotros porque no estamos glorificando, sino buscando que las personas tomen conciencia de que ese no es el camino.

- ¿Qué trajo el narcotráfico a tu vida?
No puedo decir que no hubo lujo, me trajo muchas cosas materiales, pero eran prestadas porque al final no me trajo sino desgracias. Por cinco segundos de gloria han sido 25 años de desgracia y no solamente para mí, sino para mi familia. Me trajo horror, pesares y al final el narcotráfico no tiene más que dos caminos, uno es una tumba y otro es a la cárcel. Afortunadamente yo fui a una prisión y no a una tumba.

-¿En qué lugar de tu vida está Dios?
Aprendí a que estuviera primero porque muchas veces uno no se acuerda de él más que en las desgracias. Creo que el día de mi atentado fue esa fuerza y la fe lo que me salvaron, me dio una buena oportunidad, por eso cambié y él ahora es primero que todo, primero que mis hijas, que mi familia, porque después de amar a Dios puedes amar a los demás.

- ¿Qué sentiste al ver la muerte cerca en tu atentado?
Es extraño. Al caer al piso me acordé de esa fuerza del Dios en el que yo creo y le pedí que me salvara. Yo tengo dos hijas, pero en ese momento tenía una y juro que en ese instante tenía una tranquilidad en medio del horror. Sabía que no iba a morir. Después de la operación, al despertar, como a las ocho de la noche, fue cuando sentí miedo y horror por lo que había pasado. No sé si cuando sucedió el atentado (la tranquilidad) fue por esa luz, por esa fuerza, o porque me estaba desangrando y me fui quedando sin energía. Fue algo extraño.

- ¿Perdonaste a tu padre?
Creo que esa fue una de las terapias más importantes que pude hacer porque el perdón tiene un enemigo muy grande que es el ego. El ego no quiere que tú soluciones el conflicto, lo está alimentando y te genera una sensación de que nadie debe ser perdonado. Hace unos cuatro años hice una carta y de pronto dejé ir esas ataduras, ese resentimiento por algunas cosas que no entendía, pero al final llegué a la conclusión de que era mejor tratar de recuperar esa relación con mi padre, en vez de perderla. Hice la carta en la que le pedí perdón si le causé algún daño, y le dije que lo había perdonado. Yo creo que ahí mi vida cambió un 50% para bien.

- ¿Cuál es la relación con tu madre? ¿Era importante el perdón?
Ha sido más complicado con mi madre, todavía estoy en eso, es un proceso que dura desde que naces hasta el día que mueres y los fantasmas vuelven, pero lo importante son los procesos para tener la fuerza de seguir. Estoy en eso y muy cerca de solucionar el problema de mi madre y creo que estaré en un 80% del otro lado de la meta.

- ¿Cómo lidiaste con el miedo?
Antes del atentado era algo irrisorio, no sentía miedo. Creo que me había metido que éramos unos súper hombres que todo lo podíamos hacer y que nada nos podía tocar, pero Dios me enseñó otra lección ese día, fue horroroso, me volvió la realidad a pedacitos, me creía un súper hombre y vi que era una persona normal que sangraba y que sufría. 

Fue complicado, un sentimiento que nunca había experimentado, pero al final cuando estás en esa vida tienes que actuar de una (determinada) forma para sobrevivir. Fueron ocho años de mucho sufrimiento, de mucho miedo. Creo que pude dormir recién en una prisión federal de Estados Unidos, lo que es muy triste.

- Cuando escuchás hablar de tu país, Colombia, y del modo en que lo ha marcado el cartel de Cali, ¿qué sentimientos te invaden?
No solo es el Cartel de Cali, son muchas cosas que han sido negativas para un país que ha tenido que sufrir no solamente el flagelo del narcotráfico, sino de la corrupción, que es la madre de todos los delitos. Un día el problema fue Pablo Escobar, luego los Rodríguez, pero si analizamos fríamente lo que está pasando, Colombia no ha evolucionado con la muerte de estos grandes carteles, sino que seguimos en las mismas y es un país lleno de corrupción, donde los políticos siguen haciendo de las suyas. 

Sí sé que causamos mucho mal, tengo que pedir perdón por todo el daño que hicimos, pero no fuimos los únicos responsables de esta tragicomedia que es Colombia, una parte es responsabilidad de los políticos de nuestro país, porque ninguna organización llega hasta donde llegamos nosotros si alguien no nos dejaba.

- ¿Volverías a Colombia (a vivir)?¿bajo qué condiciones lo harías?
Aquí (EEUU) he ganado algo que por mucho tiempo perdí, que es la tranquilidad. Vivo tranquilo, mi familia está contenta. Sí extraño mi patria, es difícil estar desterrado, pero creo que tengo miedo de volver, pueden haber enemigos del pasado y sobre todo creo que temo a la violencia jurídica, que cualquier fiscal o policía, por ganarse una medalla, me verá siempre como un objetivo. Mi nombre es grande desafortunadamente, referente a estos temas, y de pronto alguien quiere ganar una medallita conmigo.

- ¿Cómo te ves más adelante?
Estoy tratando de salir adelante en un país donde no es fácil, además teniendo antecedentes como los que yo tengo, pero no me doy por vencido, voy adelante como un conferencista, contando la historia para que la gente entienda que (el narcotráfico) no es el camino, aunque no soy nadie para decir qué debe hacer alguien. 

Quiero mostrar mi ejemplo de vida y que la gente tome la decisión. Estoy buscando -a través de la Organización Mundial de la Paz- seguir en estos proyectos y en eso estoy, es una meta que me puse, de llevar este mensaje, desde que estaba prófugo. De pronto me he demorado un poco, pero ya de aquí es hacia delante.

- ¿Cuál es tu mayor sueño?
Que mis hijas sean mejores que yo. Una tiene 26 y la otra 23 y creo que ya estoy logrando ese sueño, son mejores profesionales y personas, creo que valió la pena haberme entregado y buscado una nueva opción. Mi sueño es que ellas logren sus metas y por eso trato todos los días de mostrarles un nuevo ejemplo y un nuevo camino, una nueva vida, para que vean que su padre se equivocó, pero todos los seres humanos cometemos errores, pero por lo menos tenemos la intención de modificar nuestra vida.

- Contanos más sobre la charla con Juan Pablo Escobar
Creo que es un mensaje de personas que han estado en la adversidad, que hemos vivido situaciones que de pronto en algún momento no eran nuestras, pero las tuvimos que vivir. Todo mundo debe conocer estas historias porque no solo se trata de que tú estés metido en un delito, o de que cometas un crimen; muchas veces personas con problemas mínimos se complican la vida y lo que nosotros queremos mostrar es que es posible cambiar y arreglar cualquier relación dañada, para no esperar, como ocurre muchas veces, a que sea demasiado tarde. 

El mensaje principal es que se puede cambiar, que todo está en la cabeza, en un método disciplinario para modificar tu mente y todas las relaciones merecen que se intente una solución; si no se puede, por lo menos te queda en el corazón que lo intentaste y que mañana no te vas a estar arrepintiendo.

- ¿Qué desafíos podrías plantear a los que ven el narcotráfico como opción?
No es tan fácil como se pinta en las narcoseries, creo que la exposición de tantos años de estas narcoseries ha causado ese efecto, la juventud cree que es fácil y no lo es. Yo llegué a ser considerado el tercero de esta organización (Cartel de Cali) por mi osadía, creo ya que han sido muchas desgracias, no solo para mí, sino para toda mi familia.

- ¿Cuándo fue la última vez que reíste a carcajadas?
Varias veces, lo que pasa es que soy un poco tímido, y serio, pero me río con mis amigos, con mi esposa y con mi mascota, a la que quiero mucho y es la alegría en esta cuarentena, por lo menos salgo a caminar con ella. Tengo un perro que se llama Lucas y que es un personaje. Es una mezcla entre bóxer y varias, creo que pitbull.

- ¿Qué te ha enseñado el confinamiento?¿Cómo es el antes y después de la pandemia?
Que a veces dejamos cosas importantes por andar buscando alternativas, por andar en la calle. Sin embargo, existen cosas más importantes como estar en familia y compartir pequeñas cosas, con mi perro.  Uno no sabe qué puede pasar, el mundo es cambiante, debemos estar listos para cualquier cosa. 

Hay que seguir luchando, si yo no me hubiera entregado por las dificultades que he tenido no estaría acá. Después de que esto (confinamiento) se abra, el mundo será otro. Hay que continuar porque la humanidad ha sufrido reveses importantes y siempre hemos vuelto (de ellos).