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Las Pititas

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14 de julio de 2020, 3:01 AM
14 de julio de 2020, 3:01 AM

José Francisco Suárez Guzmán - Especialista en Ciencias de la Educación y en Prevención de Conflictos 



El 20 de octubre de 2019 se realizó la elección nacional en Bolivia, certificada como el mayor fraude histórico, gestado, antes, durante y después del mismo. En los últimos estertores, de una actitud ominosa y grotesca del gobierno masista se acuñó una frase absurda y a todas luces ridícula -por la falta de sustento real- al afirmar que fue ‘golpe de Estado’. Todas las instituciones del Estado y, parte de la prensa, habían sido coartadas o capturadas, al igual que los mandos militares y policiales. El MAS, fue un gobierno despótico, que interpretaba una sinfonía clásica, sin los integrantes idóneos y un director de orquesta sin armonía musical. En Bolivia, se estaba destruyendo lo más preciado que tienen las personas, que es: la dignidad, y así se conducía a la sociedad a un destino carente de significado, con principios y valores subalternizados. Fue en ese momento cuando se produce la inflexión: seguir con una conducta perversa o cambiar radicalmente la misma, asumiendo un nuevo rol, recuperando la madurez personal, política y social, a través de la honestidad. 

En ese momento de gravitación existencial aparecen como una salvación del destino miles de personas, hastiadas de seguir soportando el ultraje y la barbarie, y se posesionan espontáneamente en cada calle y plaza de las ciudades grandes y pequeñas del país, un armado rústico de cercos, estableciendo núcleos humanos bien consolidados, liados con unas "pitas" o cordeles multicolores. Era una inédita estructura, de un tejido social, con raíz y sustento sólido. Estas huestes ilustres irrumpen como por encanto - las que posteriormente fueron denominadas como las "pititas" y llegan a constituirse en los arietes de la ficción y de la esperanza.

Fue un curioso despertar de millones de personas, que antes habían actuado con una actitud laxa y de no importismo, en la comodidad del inmediatismo y olvidándose del interés nacional. Era urgente recuperar valores y principios humanos aparentemente perdidos, al haber aceptado el abuso y prepotencia. La mentira y el cinismo fueron los instrumentos válidos para someter o acallar las voces disonantes. Nos convertimos en una sociedad inerme y aprisionada en sus propios errores. Y lo inaudito fue soportar la conducta grosera, de una especie de ‘jeque’ árabe, que mostraba al pueblo su poder y riqueza con insolencia.

Las Pititas, separaban espacios abiertos con el propósito de anidar a grupos de familiares y vecinos para manifestar su protesta y no era para contener las hordas beligerantes y delincuenciales, a quienes se les dejaban pasar sin confrontar, para luego otra vez, inteligentemente, marcar su territorio.
El Sol y la Luna, fueron sus grandes aliados, porque sabían, que siempre los calentarían y alumbrarían y que nunca el Sol se apagará ni la Luna desaparecerá, como satanizó un sacrílego demente.

Las Pititas son materiales dúctiles, que se utilizan generalmente para amarrar objetos, para marcar espacios abiertos y en muchos menesteres porque estas se enroscan y alargan hasta un límite. Estás pititas no solo sirvieron, para atar objetos de utilidad material, sino que cobra un significado superior al amarrar corazones humanos y, por lo tanto, su extensión es infinita.

Por eso su lucha fue tenaz e inclaudicable. Nadie se cansa, nadie se rinde.

El manto de luz, encendido dentro del túnel, fue para que los grupos humanos encuentren su sentido de vida. Las Pititas fueron una demostración de fe y grandeza en contra de la miseria y que la interacción social que se establecen en el núcleo transparente y noble de las Pititas, hacen reflotar un aura de esplendor, abatiendo definitivamente la degradación y el sufrimiento moral, al combatir con gallardía y coraje, al opresor, derrumbado, los planes, "B" y "Z."
Esos espacios dispuestos en las calles eran luminosos porque se escuchaban risas francas, música y canto. Se transmitía en un lenguaje esotérico lo siguiente: "La vida, a partir de ahora depende de mí solamente". Y entre el individuo y grupo conformaron, en una suerte de simbiosis, una entidad de unidad permanente, sin tutores ni jefes y menos patrones.

Dostoyevski nos dice: "El hombre puede acostumbrarse a todo", pero está visto que esa osadía grosera del gobierno evista contra el libre albedrío y la democracia sirvió para despertar el alma dormida de los bolivianos, manifestándose en sentimientos expuestos de solidaridad y hermandad de millones de compatriotas, que se posesionaron en buscar solo respeto.
Esta conducta de independencia, libertad e hidalguía se va extendiendo como manto sagrado, para avanzar, sin tregua ni pausa, durante 21 días y noches, sin utilizar palos, cuchillos y menos armas de fuego: solo agua y jabón para evitar que el virus los contagie.

Porque en los bastiones de las Pititas se respiraba un clima de equilibrio y paz, porque aunaba la impulsividad natural de los jóvenes, con la sabiduría y prudencia de los mayores... Esos vientres de acero, habían engendrado, hombres y mujeres sedientos de buscar justicia y libertad. Cada uno de sus miembros era un soldado, un sargento, un capitán, un coronel y un general a la vez, marcando un concepto de unidad genuina y total que se logra por convicción propia, impulsada por una fuerza interior que busca restablecer valores como el de la autodeterminación.

Así como los refranes no tienen autoría de persona alguna, las Pititas, tampoco la tienen, porque fueron gestadas por el pueblo. Fue una revolución emancipadora, pero sin líderes paradigmáticos.

Ahora las Pititas, tienen una nueva misión patriótica, habiendo ya desterrado a los dragones que solo expulsaban fuego, odio y maldad. Se debe encontrar un nuevo conductor seleccionando una persona limpia, clara y sin misterios ocultos. La sabiduría y dignidad deben ser los atributos más elevados, y que sean ubicados a la hora de no ofrecer al pueblo un libro, para saciar su hambre, ni tampoco sofocar las ansias de conocimiento con una torta de manzana.

La estructura ontológica del hombre, nos recuerda que cuando se supera la opresión y el sufrimiento, se abren los corazones a la espiritualidad para encontrar sentido a la vida.

La fuerza radica en la búsqueda de la verdad. Si uno desea cambiar al mundo, primero debemos cambiarnos a nosotros mismos.
Las pititas nacieron y lucharon para salvar a Bolivia de la ignominia y opresión, lo que solo se conseguirá con libertad y democracia plena.

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