Sus amigos le decían que desde pequeño apuntaba para médico. Su carrera se forjó en la salud pública, enfrentando hasta 4 epidemias diferente. Dejó el fútbol para centrarse en la medicina

15 de julio de 2020, 14:38 PM
15 de julio de 2020, 14:38 PM

Es paceño, de 67 años (ya casi 68), del barrio de Tembladenari, “cerquita del estadio de Bolívar cuando todavía era canchita” y se compartía todo. Le gusta hablar de fútbol, pero le encanta aún más referirse a temas médicos. Ahí se siente cómodo, seguro, confiado y confiable. El doctor Virgilio Prieto, jefe nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud, se ha convertido en una de las referencias médicas principales durante la pandemia por Covid-19.

En los últimos dos meses ha asumido el cargo de jefe de epidemiología, que ya ostentó en 1992 y 1993, con Carlos Dadoub como ministro de Salud, y que volvió a ocupar entre 1999 y 2002, con Jorge 'Tuto' Quiroga al frente del país. 

Prieto se declara apasionado del fútbol, aunque ahora "sirvo más como DT". Al igual que en la cancha, este galeno no arruga. Dice que la compra de ventiladores médicos, que no cumplían la función de respiradores y que supuestamente tenían un alarmante sobreprecio, “supuso una puñalada al Ministerio de Salud y retrasó la posibilidad de contar con lo necesario” para atender a la gente.

No es el único tema polémico que envuelve a la salud. El dióxido de cloro, elogiado por unos y observado por otros, forma parte de la charla. “No es un medicamento”, dice directo. “El ente rector es el Ministerio de Salud. La Asamblea Legislativa no puede hacer una ley contra la vida”, afirma y añade que sería “un error” validar el dióxido de cloro como tratamiento para pacientes con coronavirus. “El Colegio Médico, con su comité de ética, debería actuar de forma legal”, agrega de forma tajante.

Pasión por la salud pública

Prieto ingresó a la facultad de medicina de la Universidad Mayor de San Andrés en 1971. “Me gustaba, tenía vocación. Mis amigos decían que iba para médico porque tenía estómago de médico”

Agrega que también, en esa edad, destacaba por su vocación de servicio. Fue un arranque corto. Durante su primer año de carrera, en la dictadura de Hugo Banzer, estuvo preso en Viacha y tuvo que trasladarse a Sucre.

Entusiasta y vital, el joven Virgilio descargaba sus energías pateando pelota en las filas de Stormers. Recuerda que formó parte del equipo que enfrentó en la reserva a Guabirá. Volvió a La Paz, para continuar la carrera de Medicina. También volvió a las canchas, con Ferroviario, pero llegaba tarde a los entrenamientos. “Decida, si quiere fútbol o si quiere estudiar”, le cuestionó una tarde el entrenador. “Me decidí por la medicina”, dice Prieto mientras sonríe recordando la escena.  




Padre de 4 hijos, abuelo de 5 nietos, todos los días habla con ellos, que se preocupan permanentemente por su salud. “Yo tomé la decisión de servir a mi pueblo”, sentencia y asegura que es consciente del riesgo y de la importancia de cuidarse constantemente.

No se puede imaginar su vida si no fuera vinculado a la medicina. Tras graduarse en la universidad y realizar un par de cursos sobre epidemiología y estadística en Atlanta (EEUU), toda su carrera se ha centrado en la salud pública. Como responsable de epidemiología de la Unidad Sanitaria en La Paz o apoyando en el Ministerio de Salud, o contribuyendo en el Sedes de Santa Cruz, ciudad en la que reside desde 2007.

Su vocación de servicio le empujó a participar en el Plan Integral de Áreas de Salud, junto con la actual ministra Eidy Roca. En ese entonces, recorrieron las provincias paceñas para combatir la fiebre amarilla, la poliomielitis, la difteria y el tétanos. Fue su primera batalla en la guerra por la salud, pero cree que vendrán otras más.

Las campañas contra el cólera (90-91), el sarampión (99) “con una campaña de vacunación que permitió al país estar muchos años sin casos” o el dengue (2009) forman parte de su currículum.



Un referente nacional

Prieto fue invitado el 18 de abril de este año para participar activamente en la gestión de la pandemia por Covid-19. “No lo dudé y me volví a La Paz”, comenta. Actualmente, en su unidad trabaja con 12 profesionales especialistas en diversas áreas, que estudian, analizan y comparan la situación en los municipios, el país y a nivel mundial.

Con su experiencia, fortalecida con un curso en India sobre guerra biológica y bioterrorismo, matiza que las dos primeras acciones que se deberían haber realizado en el país apuntalan la información, para no entrar en terror, y la preparación de los servicios médicos, con un sistema de atención u protección. “Desde el primer día se debería trabajar sobre eso”, remarca.

Aún así, valora de forma positiva el sacrificio de la población durante la cuarentena. Según él, al menos un 80% de la gente ha acatado las medidas de aislamiento y prevención con el uso de barbijo. Esas acciones han permitido que no se produzca una explosión de casos como en otros países.

En julio, al menos 5 departamentos han duplicado sus cifras de personas contagiadas por coronavirus. Para Prieto, esto se debe a la flexibilización de la cuarentena y a la falta de precauciones tomadas por la población. “El uso de barbijo se ha convertido en un pasaporte para acceder a mercados, a bancos, a micros”, reclama al mismo tiempo que insiste en convencer a la gente para que tome conciencia.



Deuda con Santa Cruz

El problema de la salud pública es que carece de una política adecuada a las necesidades. “No es solo un rezago por los 14 años del MAS, viene de mucho antes”, dice. Con su experiencia, resalta tres estamentos que inciden de manera directa en la situación deficiente del sistema de salud: infraestructura, equipamiento y dotación de recursos humanos.

“El déficit se siente en todo el país, pero sobre todo en Santa Cruz, región con la que se tiene una deuda histórica en materia de salud”. Explica que el crecimiento demográfico de la región nunca fue considerado en los planes de desarrollo en salud, es por eso que los hospitales cruceños siempre se colapsan.

Pone el foco en las medidas de prevención

Cada vez que hablamos con Prieto se demora unos cinco minutos para repasar las medidas de bioseguridad. Por más que todos las sepan de memoria hay que repetirlas para que las cumplan: uso de barbijo, lavado de manos, desinfección de zapatos, distancia social y a la lista ahora se suma el uso de gafas protectoras.

“La OMS ha advertido que el virus permanece un tiempo en el aire. Con la protección de los ojos, sobre todo en los espacios cerrados, avanzamos un paso más en las medidas de cuidado”, dice.

Prieto recuerda que el coronavirus es una enfermedad que todavía no conocemos bien. Por eso se han enfermado tantos médicos, enfermeras y sanitarios. Son personas que comparten mucho tiempo un espacio con una fuerte carga viral.

Virgilio Prieto, el hombre que combatió 4 epidemias y contagió su pasión por la medicina, anhela momentos de descanso. “Desde que estoy en La Paz (como jefe de epidemiología) trabajo desde las 6:00 hasta la medianoche”. Tiene anotado como un deseo ineludible escaparse a Samaipata para descansar, para recargarse de energía mientras, se ríe, descansa de los periodistas.