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Justicia por Esther y por todos los niños

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16 de julio de 2020, 3:00 AM
16 de julio de 2020, 3:00 AM

Luisa Alejandra Cortez García - Lic. en Ciencia Política

La violencia y el infanticidio contra los niños en Bolivia, desgraciadamente es el pan de cada día. Hasta junio se presentaron 33 infanticidios registrados; de los cuales diez son en La Paz y El Alto, siete en Oruro, seis en Santa Cruz, cinco en Cochabamba, cuatro en Potosí y uno en Chuquisaca. Lamentablemente algunos casos son callados por un sin fin de razones y otros mediatizados, como el caso de la niña Esther de nueve años, quien fue violada, estrangulada y abandonada en la calle, a plena luz del día en la ciudad de El Alto. O el caso del niño de Santa Cruz, quien en situación de calle fue hospedado en la casa de un desconocido, este junto a su amigo resultaron ser violadores del infante.

Ambos niños tenían sueños y ganas de vivir; por ejemplo la niña Esther, quería ser maestra. Dos casos que estremecen, el asesinato irreparable contra Esther y el niño ultrajado de Santa Cruz quien salvó su vida, pero la secuela psicológica y física tal vez sean de por vida. 

Según el PIEB, “datos recientes otorgados por el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, en coordinación con ONG, instituciones de cooperación y de la sociedad civil en Bolivia, solo en el periodo marzo-mayo, se registraron 3.176 casos de violencia hacia niñas, niños y adolescentes”; estos delitos, en algunos casos, son previos a un infanticidio; sin embargo las cifras cada día van ascendiendo y no son suficientes para alertar a las autoridades ni a las instituciones “competentes”. Se ha llegado a un punto, dónde preferimos conmocionarnos por temas banales, en lugar de hacer eco de estas atrocidades, no hay empatía desafortunadamente se están naturalizando estos crímenes. Muchos de estos delitos suceden en el seno familiar, en la casa, pero no se denuncian, porque el violador, asesino, criminal tiene parentesco con el infante. Los “sin voz” tienen que vivir un infierno constante, al borde de la muerte ¿Porque ningún político presenta una propuesta integral respeto al tema? ¿Qué esperan los asambleístas para modificar la CPE y el Código Penal para endurecer las penas contra estos criminales? ¡No les importa! No hay respuestas reales a esta problemática, los niños y niñas siguen desprotegidos, siguen en la cola de la agenda política.

Nos hemos conformado repitiendo consignas de que todo es culpa del “sistema patriarcal” como si estos delitos fueran exclusivos de hombres contra niñas, invisibilizando a los niños varoncitos que también son víctimas de violencia físico sexual. Algunas mujeres también son infanticidas, incluso con sus propios hijos y/o son cómplices de los mismos violadores. Recientemente una madre dio fin con la vida de su niño de un año y ocho meses, en la zona del Plan Tres Mil de Santa Cruz. En Oruro el mes de mayo, una abuela asesinó a su nieto de siete años, así mismo fue cómplice del abuso sexual que sufría el niño por parte de su abuelo. En mayo un Asambleísta oriundo de Villa Montes Tarija, fue arrestado por abusar sexualmente de tres niñas y un niño, su pareja, la madre de sus hijos sabía lo que pasaba, sin embargo fue cómplice de ese delito y prefirió callar. Ni los infanticidios, ni la violencia responden a un tema de género.

Según el Art. 258 del Código Penal, la pena máxima para un infanticida es de 30 años de cárcel, la misma penalidad tienen los violadores y pederastas de niños. ¿Es suficiente? ¡No! Aunque suene utópico, a un infanticida se debería castigar con la pena de muerte, y un violador debería ser castrado, y aplicarle cadena perpetua. ¿Cuánto tiempo más se tiene que esperar para que se prioricen estos actos repugnantes que atentan contra la vida, dignidad y la integridad de los infantes? ¿Hasta cuándo permitiremos que se siga “politizando” e “ideologizando” a raíz de estos temas, pero no se den respuestas concretas? ¿Cuándo será el día que analicemos seriamente las causas de esta problemática para plantear soluciones preventivas? 

El tema es complejo, es estructural, es una problemática que afecta a niños y niñas y sociedad en general. Las causas son diferentes, los contextos de las familias varían de una hacia otra, la situación de los niños lo propio, algunos en situación de calle, otros con familia, otros sin familia, etc. Mientras las Autoridades y las Instituciones pertinentes se decidan a priorizar estos delitos para maximizar las penas, mientras se trabaje en políticas públicas integrales, mientras los funcionarios se capaciten y se sensibilicen respecto a estos temas, las familias deben ser escuelas de valores, donde se enseñe a los niños y a las niñas lo que está bien y mal, enseñarles a confiar en los padres, enseñarles a no callar. Así mismo la sociedad en general puede ayudar: observando, denunciando, colaborando; con el fin de evitar finales monstruosos como el de la niña Esther o el niño de Santa Cruz.

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