16 de julio de 2020, 3:00 AM
16 de julio de 2020, 3:00 AM

El Senado controlado por el Movimiento al Socialismo se está tomando atribuciones que no le corresponden para defender intereses partidarios, y aprovechando que tiene mayoría en esa Cámara está aprobando normas que van en contradicción con políticas nacionales y otras que tienen el objetivo de entorpecer el trabajo del Poder Ejecutivo.

En las últimas horas el MAS aprobó en el Senado dos proyectos de ley: el primero autoriza la elaboración, comercialización y uso del dióxido de cloro para pacientes infectados con coronavirus y como también en Diputados tiene mayoría, lo más probable es que allí igualmente terminen dando luz verde a esa norma.

Acto seguido, probablemente la presidenta Jeanine Áñez se rehusará a promulgar esa Ley y quien terminará poniendo la firma será Eva Copa, presidenta del Senado.

Por definición, quien determina las políticas de salud del Estado es el Gobierno nacional a través del Ministerio de Salud y esa cartera ya se ha manifestado en contra del uso del dióxido de cloro por considerar que puede producir daños al organismo y además porque no está reconocido como medicamento por la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnología en Salud.

Si el Senado y la Asamblea aprueban su uso conociendo la opinión contraria del Ministerio de Salud, estaremos ante un Estado que gobierna desde dos frentes de vereda: desde el Ejecutivo y desde el Legislativo, lo cual, naturalmente, es irregular e inconstitucional.

El segundo proyecto de ley aprobado por el Senado establece que un ministro censurado por la Asamblea Legislativa debe ser destituido en un plazo de 24 horas y no podrá volver a ser posesionado en los tres años siguientes.

La norma es una nueva arbitrariedad del MAS creada a medida de sus intereses: ellos son los únicos que pueden censurar a un ministro, y cuando quieran lo podrán hacer con o sin razones y con esta ley se asegurarán de que la Presidenta no lo ratifique, como ocurrió hace unas semanas con el ministro de Defensa, Fernando López.

En otras palabras, la Asamblea del MAS legisla para la política sucia, para casos específicos con medidas de aplicación inmediata y no legisla para el país ni mucho menos para la búsqueda del bien común ni con normas duraderas en el tiempo, sin importar quién gobierne en la vereda de enfrente, como debiera ser. Ellos legislan como opositores para un gobierno con el que no comparten y al que parecen decididos a derrocar. 

La arremetida tiene directa relación con la influencia de Evo Morales desde Argentina, desde donde ordena actuar de tal o cual manera a los legisladores de su partido, particularmente a través de Eva Copa, en quien se ha advertido que dio un giro de 180 grados en pocos meses: adoptó posiciones conciliadoras con el gobierno de Áñez en un comienzo, pero últimamente hace política radical de oposición y hasta se considera Vicepresidenta, lo que no es. 

La Asamblea Legislativa con mayoría del MAS parece estar actuando como si fuera un gobierno paralelo, pero la Constitución reconoce un solo gobierno y se ejerce desde el Poder Ejecutivo, no desde el Legislativo. 

Y así sus integrantes, del Movimiento al Socialismo, están empujando peligrosamente al país hacia el despeñadero; parece no importarles ni la salud del pueblo ni la institucionalidad del país; para ellos lo único que importa es hacer lo contrario de lo que dice o piensa el Gobierno y la reconquista del poder a cualquier precio, para entregárselo directa o indirectamente a Evo Morales.

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