Claudia Joskowicz, artista visual boliviana, habla de su trabajo en el video. Muchas de sus obras han sido presentadas en importantes galerías y museos del mundo, en ellas se pueden ver las maneras en las que afronta la historia del país

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11 de febrero de 2017, 4:00 AM
11 de febrero de 2017, 4:00 AM

Hasta hace unos días, en el museo Albright Knox, de Nueva York, se exhibía el video Cada edificio de la avenida Alfonso Ugarte – a partir de Ruscha, de la artista visual boliviana Claudia Joskowicz. Un trabajo que se basó en el libro de fotografías Every building on the sunset strip y que mostraba en una doble pantalla, un plano secuencia de 26 minutos de esa avenida de la ciudad de El Alto, en La Paz.


“Hace años vi una edición original del libro de Ruscha en la feria del libro en Nueva York, junto a él había un libro japonés de la misma época –mediados de los 60– en el que un fotógrafo japonés había hecho algo similar en Tokio”, explica Joskowicz. “Las similitudes entre ambas ciudades eran más de lo esperado y se me ocurrió que, así como el libro de Ruscha podría ser la reproducción del paisaje urbano de cualquier ciudad industrializada, mi instalación podía servir como representación del paisaje de cualquier ciudad contemporánea del mundo en desarrollo”, agrega. 


La video-instalación, que lleva seis años recorriendo países y galerías, muestra la avenida de una de las ciudades con mayor crecimiento de Bolivia y, a su vez, uno de los principales sitios donde tuvieron lugar las protestas violentas relacionadas con el conflicto del gas boliviano de octubre 2003.   


“Quería registrar un paisaje donde persiste una memoria reciente que sacudió a nuestro país. También un lugar donde persisten los mismos conflictos con el cambio de gobierno, lo cual refleja la paradoja del espacio que existe entre el discurso 
del gobierno y la realidad de estos espacios”, dice Joskowicz.  

Inicios
Claudia, que empezó con el trabajo audiovisual cuando estudiaba arquitectura y fotografía en la universidad de Houston, presentó su primera obra en público en su exposición de tesis de posgrado en la galería de arte de New York University en el año 2000. “Aunque ya había estado mostrando videos en exposiciones pequeñas con otros estudiantes fuera de la universidad”, comenta la artista.


Muchas de las videoinstalaciones de Joskowicz se caracterizan por el uso de planos secuencias, influencias de sus directores favoritos, uno de ellos el ruso Andrei Tarkovski. “Jean-Luc Godard escribió que usar el plano secuencia es un acto político, y   Tarkovski era muy crítico con el cine de montaje, pues pensaba que no permitía que el tiempo fluyera dentro de la película, porque ese mismo tiempo se corta cada vez que se produce un cambio de plano”, reflexiona Joskowicz, que actualmente es docente del departamento de Arte, Cultura y Tecnología en el Instituo de Tecnología de Massachusetts (MIT).


“Para Tarkovski”, continúa Claudia, “el ritmo cinematográfico está determinado no por la duración de los planos montados, sino por la tensión del tiempo que transcurre en ellos”. Y sobre este punto relaciona su trabajo:  “El cine –y por extensión el video– son trabajos hechos con el tiempo. Yo lo uso en parte porque quiero que la cámara se mueva en el espacio permitiéndonos el tiempo necesario para ver, y me baso en todas esas preocupaciones que autores como Godard y Tarkovski articularon brillantemente”, enfatiza.

La mirada en Bolivia
Los trabajos de Claudia han sido exhibidos en salas y museos de varios países. Uno de ellos, Vallegrande, 1967, fue adquirido para la colección permanente del Museo de Arte Moderno Guggenheim, de Nueva York (Estados Unidos). En este video de siete minutos Joskowicz recrea una escena: en tres tomas diferentes muestra el cadáver de Che Guevara en la lavandería del hospital de Vallegrande. 


Vallegrande, 1967 (2008), explica Claudia, es parte de una serie de tres videos que se enfocan en tres momentos de la historia boliviana, en los cuales se reflejan el instante preciso en el que un hecho real se convierte en mitología. Los otros dos videos son Arrastrado y descuartizado (2007), sobre la muerte de Túpac Katari; y Round and round and consumed by fire (2009), sobre la balacera en la que murieron Butch Cassidy y Sundance Kid, en Bolivia.


“En los tres videos se abordan las formas en que consumimos la historia de un país, como la aprendemos y digerimos, sobre todo a partir de los modos en que actúan los medios de comunicación como traductores”, dice Claudia.


“En alguna medida, no vivir en Bolivia a tiempo completo me obliga constantemente a contextualizar los espacios en los que me muevo en mi vida cotidiana; las noticias que llegan de mi país, explicárselas a otros, y por supuesto, también a mí misma;  aprender constantemente de dónde vengo”, indica y agrega: “Esta mirada distanciada forma parte de un proceso de aprendizaje vinculado tanto al modo en que yo misma aprendo mi propia historia”.


Las problemáticas, tanto sociales como políticas que pueden aparecer en los trabajos de Joskowicz se manifiestan según cómo se registre la historia. “Es decir, hay una presencia concreta de la cámara como articulador que registra el paisaje en el que transcurren los eventos, que espero lleven al espectador no solo a pensar sobre los temas sociales o políticos que están viendo, sino también en cómo se construyen”.


Por ejemplo, en Los rastreadores (2014), la artista  afirma que hay una búsqueda que se presenta de una manera muy formal y progresiva a través de una mirada sobre una casa. “Se trata de una historia que no solo hace referencia a lo que pasó en este lugar, sino también -y de una manera más metafórica- a la historia del país”.


Sobre las limitaciones en cuanto a llegada al público al ser trabajos exhibidos en galerías o museos, Joskowicz es clara: “Me interesa en particular la problemática de la instalación en el espacio. No me interesa llegar a una cantidad de público por números, sino a un público al que le interesa explorar mas allá de lo que está acostumbrado o de lo que conoce como el cine comercial”