Opinión

Isaac Sandoval Rodríguez

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15 de febrero de 2021, 5:00 AM
15 de febrero de 2021, 5:00 AM

Conocí personalmente a Isaac Sandoval en abril de 2002 cuando fue mi docente de Derecho Laboral en la Gabriel René Moreno, entiendo gracias a las gestiones de mi buen amigo Luis Fernando Roca, inmediatamente me impactó y cautivó su forma de entender el Derecho en general y el Derecho Laboral en particular como parte del mundo social, entendía el Derecho como un producto histórico social, no como algo dado, sino como algo vivo y en constante transformación, era la Sociedad la que producía el Derecho como una función de innumerables variables históricas, económicas, tecnológicas, culturales, sociales, ideológicas, políticas, etc. Esta forma de entender el Derecho, chocaba con la que me transmitían y repetían los otros docentes, para éllos la ley y el Derecho eran un producto del congreso, del consenso político en las cámaras de diputados y senadores, y de la inspiración de sus miembros casi siempre abogados. Nos enseñaban con “rigurosidad científica” como era el procedimiento legislativo para aprobar leyes y marcaban con mucho entusiasmo que incluso si el congreso hubiese aprobado tal o cual ley y el presidente de la república la firmaba, sino era publicada en la Gaceta Oficial, todavía no era ley, no era “Derecho positivo”, no existía por tanto, en la vida jurídica del Estado.

A mí todo eso no me convencía, me parecía aburrido y un tanto burdo, reducir toda la energía y complejidad social a un procedimiento administrativo, jurídico formal, intuía que algo andaba mal.

Pero lo que verdaderamente fue una iluminación, fueron los cursos o seminarios de posgrado que impartió los años 2003 y 2004, el primero en Ciencias Sociales y luego en Historia, en la Gabriel René Moreno y la UNIKULJIS respectivamente. Ahí logró transmitirnos una visión científica del mundo social, es decir, que tiene una comprensión y una explicación racional.     

Aprendí que habían 3 grandes Escuelas de Pensamiento social, el Funcionalismo, el Marxismo y el Estructuralismo, que además de esas, hay otras, y que todas tienen un poco de Ciencia. Decía que cada una de ellas había aportado al desarrollo de las Ciencias Sociales y que era muy recomendable conocer y estudiar todas, que metodológicamente se podían y debían combinar varias Escuelas de Pensamiento para hacer una investigación social, en suma diferenciaba Ideología de Ciencia. Enseñaba que no había autor serio que no conozca las distintas corrientes de pensamiento social, ya que es la forma en que la humanidad y la Ciencia han avanzado “A hombros de gigantes” como tituló uno de sus libros Robert K. Merton. Se conoce su militancia política de izquierda y marxista, pero en su etapa madura renegó del marxismo “porque creen que es una profecía que se va cumplir inexorablemente, un catecismo, un dogma de fe” en su aplicación política, estuvo en contra del “estado plurinacional” para él era “una torre de babel” que escindía y dividía lo que ya históricamente estaba dividido. Formó parte del consejo preautonómico que instituyó el Comité Cívico Pro Santa Cruz, coherente con la tesis de su mejor obra “Nación y Estado en Bolivia (Etnias, Regiones y Clases)” donde sostiene “el proceso involutivo del Estado y Sociedad bolivianos" por la disfuncionalidad de las etnias, las regiones y las clases, y la esquizofrenia estatal en relación a estos “sujetos colectivos”, tesis que dada la coyuntura (en términos de Braudel) ahora más que nunca mantiene su vigencia.

Tuve la oportunidad de agradecerle en vida sus enseñanzas, y ahora lo hago a través de este humilde homenaje, a un hombre que dedicó su vida al estudio y al conocimiento y nunca traicionó sus ideas, lo cual no quiere decir que no las haya cambiado.

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