Para 2017 se calculaba que el 80% de la producción de verduras, frutas y hortalizas de los alrededores de Buenos Aires estaba en manos bolivianas

El Deber logo
12 de marzo de 2018, 16:28 PM
12 de marzo de 2018, 16:28 PM

Más allá del lío que se tejió en torno la reciprocidad de la atención médica gratuita en hospitales públicos entre Argentina y Bolivia, situación que fue aplacada; en el vecino país ahora destacan el aporte de los migrantes bolivianos.

Un reportaje publicado en el diario argentino La Nación, destaca el trabajo de los migrantes bolivianos, además reconoce a otras comunidades asentadas en Argentina, entre ellas: paraguayos, venezolanos, peruanos y colombianos.

De acuerdo con la fuente, después de la paraguaya, la boliviana es la segunda colectividad más grande de Argentina. Según el censo de 2010, en Argentina hay un 4,5% de extranjeros, aunque Horacio García, titular de la Dirección Nacional de Migraciones, afirma que la cifra no es real y que se queda muy corta porque hay una migración que ingresa al país sin hacer los trámites correspondientes.

El reportaje titulado 'Bolivianos: el progreso de la comunidad que copó la cadena de producción de verduras', señala que el trabajo duro de los bolivianos los llevó a apropiarse de una parte importante de la cadena de producción y comercialización de las frutas y verduras que se consumen en la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.

Rubén Sotar, fue entrevistado por el medio argentino, es potosino y llegó a Argentina cuando tenía 12 años, hoy tiene 40 años y relata que tuvo que salir de la Villa Imperial, junto a su madre y dos hermanos, porque una riada arrasó con su vivienda y sus cultivos.

Sotar y su familia se dedicó al trabajo en las quintas, en las labores de la frutihorticultura; sin embargo, no fue la única fuente citada por el medio, también recoge las declaraciones de otros dos bolivianos, Héctor Calderón (30) y Norma Andia (54) que arribaron a la nación vecina para aportar con su granito de arena.

Para 2017 el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) calculaba que el 80% de la producción de verduras, frutas y hortalizas de los alrededores de Buenos Aires estaba en manos bolivianas, concentrado en los mercados de Escobar, Pilar y Luján, entre otros.

El trabajo es sin pausa en la venta de frutas. Foto La Nación

Luis Nina, también llegó al país vecino hace décadas desde Potosí, es el vicepresidente de la Colectividad Boliviana de Escobar, la más grande de Argentina, relata que la agricultura era la actividad básica para los primeros bolivianos que arribaban a Argentina.

"Estas familias cuando llegaron la pasaron mal, dependían de un patrón que antes solía ser portugués o italiano y la mercadería se mandaba a los mercados, eran consignatarios. Fueron pasando los años, se avivaron, uno empezó a ir a vender él mismo al mercado, otro lo veía y hacía lo mismo y así fue creciendo, y fueron naciendo los mercados propios", relata.

A pesar de que la producción frutihortícola es la actividad por excelencia, el aporte de la comunidad boliviana también se ve en el mercado textil, en la construcción, en el comercio y en el trabajo doméstico del país. Incluso una nueva oleada de inmigrantes profesionales pobló, por ejemplo, los hospitales y clínicas, de médicos bolivianos.