La magnífica está de vuelta. Luis Barrios Ochoa la fichó para su película Patrulla 111. ¿Qué fue de su vida? Una primicia con la diva de las pasarelas

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12 de enero de 2020, 10:11 AM
12 de enero de 2020, 10:11 AM

El debut
Una supermodelo. Eso quería ser en la vida. Miraba a Cindy Crawford y a Valeria Mazza, cerraba los ojos y se veía enamorando a una multitud. Pronto ese espejismo se volvería una realidad. Ella no lo buscó ni lo planeó. El destino
la invitó a su telaraña y Pietrine Wazilewski accedió.

En la época noventera el coqueterío entre la rubia y la fama comenzó en una publicidad de caramelos Watt’s. Su rostro traspasó la pantalla y se quedó alojado en las cabezas de muchos televidentes. Elda Císero la vio y la invitó para que saliera en el show de su hijo, Pablo Manzoni. Así se comenzó a escribir el mito de la mujer dorada.

Pablito les pidió permiso a los padres de Pietrine. La preparó. Le dio todo lo necesario para desfilar y ese día, en Palmira, la lanzó al estrellato. La chica movía su cuerpo, de tan solo 13 años, sobre el escenario y se mezcló con Carla
Morón, Verónica Larrieu, Natalia Cronenbold, Jenny Vaca Paz, Helga Bauer y tantas otras. Todas eran unas desconocidas. Todas eran un puñado de sueños
y emociones.

La experiencia
Pietrine se quedó en el staff de Pablito y se convirtió en una magnífica. Estampó su sello en la pasarela y acompañó al fotógrafo en una aventura que duró 16 años. En un momento abandonó su carrera como modelo para estudiar Administración de Empresas en EEUU, pero luego volvió al ruedo y al país.

En todo ese tiempo la ‘muñeca de ojos claros’ disfrutó al máximo las luces, pero hace cuatro años decidió ‘colgar’ el biquini. 

Sí. Fue difícil. Pero debía marchar. Requería hacer otra cosa. Tenía 30 años cuando canjeó el lente público por el empresariado y comenzó a comandar una empresa de transporte agrícola. Eso significaba hacer una actividad totalmente diferente a la suya, pero supo destacar en ello.

También estaba su ‘enana’, su princesa. Ella, Kiara, merecía su cariño y Pietrine no podía negárselo. Hoy el retoño tiene 12 años. Su madre, quizá, creyó que la gente se olvidaría de ella, pero eso no sucedió nunca. Eso se comprueba cuando sus fans le piden una selfi en la calle o cuando le mandan mensajes por su cuenta de Instagram. 

No pensó que llegaría a ser famosa. No pensó que después de tanto tiempo alguien la recordara. Ella cree que no hay claves para el éxito. “Solo era hacer las cosas con pasión. (el modelaje) Era un juego. Dejé de jugar con las muñecas, para ser la muñeca”, dice.

El golpe
El modelaje le dejó disciplina, madurez y amigos. Buenos amigos. Pero tuvo que pagar el precio por ser una chica pública. Un inescrupuloso la golpeó y ella no calló ante los medios. Fueron días y días del proceso legal hasta que decidió dejarlo en manos del Estado boliviano. Sus heridas sanaron. Y su corazón no tiene espacio ni para el odio ni para la venganza ni para el remordimiento. 

Nunca más supo de él. De eso hace unos cuatro años y, a pesar de que nunca
hubo un juicio, ella intenta cerrar esa etapa gris.
“No es normal (que alguien te golpee). ¿Qué me queda de esa experiencia? Orgullo de haber hablado. No somos el sexo débil, somos el más fuerte”, apunta. Y une: “Muchos me decían que no lo haga (denunciarlo), pero yo salí a defenderme. Nunca se termina de conocer a la gente. Decidí filtrar mis amistades y me alejé de mucha gente. El caso sigue, infelizmente, porque la justicia en Bolivia no sirve para nada”.

A pesar de sus caídas, la modelo brasileño-boliviana sigue pensando que el amor sí “existe” y aún cree en una “familia perfecta” de esas que se ven en una revista de bienestar, con los niños en el jardín, el sol en el horizonte, los perros correteando y la carne cocinándose sobre la parrilla.

En su momento se unió a un hombre, pero su idilio duró cuatro años. Firmó el divorcio y siguió su camino. Después se enamoró de nuevo y convivió con ese ser por unos largos ocho años. También se acabó. Pese a esas dos experiencias, aún se ve ‘ascendiendo’ al altar, con un anillo en el dedo anular y con un retoño más en su pancita. Hay un detalle: está soltera desde hace cinco años.

El retorno
La última aparición pública de la diva fue el año pasado. Estaba sentada como público en el Magníficas Ferial y desde ahí seguía a la nueva camada de modelos. Esa noche se marchó y desapareció entre la multitud. 

Una invitación la hizo volver a escena. Era su amiga, Alejandra Antelo. Ella la
convocó para un proyecto cinematográfico, pero Pietrine dudó y lanzó: “Nunca he actuado. Me da miedo”. La otra la animó.

Durante varias semanas se agarró la cabellera, se vistió de policía y refunfuñó ante la cámara. Dejó en el clóset a la Pietrine tierna, dulce y tranquila para permitir que la ‘otra’ viviera dentro de ella.

Roberts (su personaje) es una coronel ruda y decidida a todo. En esta segunda característica se encuentra con la verdadera Pietrine.
La malvada (y bella) mujer aparecerá en Patrulla 111, la ópera
prima del boliviano Luis Barrios Ochoa, que se estrena en los primeros días de febrero bajo la producción de Clovis de la Jaille.

“Fue una experiencia gigantesca. Me encantó. Roberts lo consiguió todo gracias a su disciplina. En eso nos parecemos”, refuerza.

“No sé si esto me llevará a dedicarme al cine, pero que ¡venga! si tiene que venir”, añade.

La garra
Cuando cambió de dígito se miró al espejo y se dijo a sí misma que los 30 años son los “mejores de su vida”. “Soy una persona coherente en sus decisiones. Soy una mujer independiente”. Kiara (hija) me ha ayudado a crecer”, explica.

La noche del corso cruceño (22 de febrero) volverá a cambiar. Cumplirá 35 años y, quizá, los reciba en medio de la bulla de las comparsas en el cambódromo. No se considera una carnavalera, pero acompañará a una amiga a la locura. No puede arrepentirse de nada y está muy agradecida con todo lo que la vida le dio. 

Cree que este es el siglo de la mujer. Apoya el movimiento #MeToo que se formó en 2017 para apoyar a las mujeres violentadas en Hollywood. Ella también fue una de ellas, pero en Bolivia.

Hay más. Confiesa que nunca se acercaron a ofrecerle dinero por sexo y tampoco supo de ningún caso en el mundo del modelaje cuando ella formaba parte de él. “No está bien que te acosen, que te abusen...”, encierra. “Me
da pena saber que haya gente que venda su cuerpo por algunos quintos. No creo que haya un ser humano que viva feliz así”, aduce.

Ahora ella se prepara. En febrero emergerá. Y ‘flotará’. 


De policía. En la pantalla grande interpreta a Roberts, la mala de la historia




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