El actor de la serie de Netflix, Miguel Bernardeau, confiesa qué es lo peor de trabajar frente a las cámaras y reconoce que detesta que lo persigan cuando sale junto a su novia Aitana

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15 de marzo de 2020, 17:00 PM
15 de marzo de 2020, 17:00 PM

Paradójicamente, al miembro de la plantilla de la serie de Netflix, Élite, que ya venía preparado de ser famoso, Miguel Bernardeau (Valencia, 1996), le está costando ajustarse al foco constante. “Yo soy actor, pero mi trabajo no conlleva fama, yo no le debo nada a nadie. Tengo aprecio por la gente a la que le encanta Élite, pero no tengo por qué contarte quién soy ni sonreírte si me pones una cámara en la nariz”, revela.

Tiene con quién hablarlo: sus compañeros, de los que dice que “cada uno lo llevó a su manera”, su novia, la también famosísima Aitana, y su madre, Ana Duato, a la que comparte con España, como “madre de ídem”. Ella se hizo conocida en una época y un contexto totalmente diferentes y encuentra chocante todo lo que le ocurre a su hijo desde que se convirtió en Guzmán, que empezó la serie como macho alfa con tendencia al bullying a sus compañeros más débiles, con un físico del hermano Urdangarín Borbón y un MBA escrito en su futuro, pero al que se le  descubrieron claroscuros a medida que avanzaba la trama.

¿Qué Guzmán vamos a ver en la tercera temporada?

Van a ver a un Guzmán solitario, que busca perdonarse a sí mismo para poder perdonar a los demás y así evolucionar. Creo que es un camino muy bonito el que tiene Guzmán ahora, cómo deja atrás todas esas capas que tiene encima desde niño y, con todo lo que ha vivido, poder superar la muerte de su hermana y la traición de sus dos mejores amigos. Cuando acabe eso, veremos a una persona muy generosa e inteligente, comprensivo. Ojalá podamos ver a ese Guzmán.

No es así como empezó la serie…

Con él aprendí a no juzgar a las personas sin ver detrás qué es lo que les pasa, comprender por qué hacen lo que hacen. Antes no lo hacía, pero estoy en ello. Igual una persona es como es, pero la razón está fuera de su control. Tiene que ver con donde ha nacido, con sus padres, con las circunstancias en el colegio, en casa, en el trabajo…

Al contrario que muchos de tus compañeros, tú ya sabías dónde te metías ¿Recuerdas ir de niño al plató de Cuéntame?

Tengo recuerdos de vivir rodajes con mi madre. Estoy muy agradecido a tener unos padres que entienden la profesión y es muy importante en mi carrera. Me pueden dar consejos. Conozco a mucha gente que no tiene unos padres que les apoyen y eso es genial.

¿En qué momento vieron que iba en serio? 

Cuando me aceptaron en una escuela de interpretación en Los Ángeles.

¿Y cuándo te diste cuenta de que Élite sería el bombazo que ha resultado ser?

No lo vimos en ningún momento.

Algunos de tus compañeros dicen lo contrario, que sí se oía algo ya en rodaje de la primera temporada. Por ser Netflix, por la envergadura del proyecto… 

¡Qué va! ¿Quién te ha dicho eso? Mienten. Pensamos que era una serie para jóvenes, pero quién iba a saber que esto iba a pasar. ¿Cómo íbamos a pensarlo si no existía un precedente con una serie en español? Aun no existía el fenómeno de La casa de papel.

¿Cómo estás digiriendo la popularidad? Se te ha visto incómodo en ocasiones

Es un poco una 'putada', porque yo lo pienso y una vez eres conocido, ¿cuándo dejas de serlo?, ¿Ya nunca recuperas tu privacidad? Eso nadie te lo dice: oye que esto es para siempre. Yo aprecio mucho la privacidad y echo mucho de menos poder observar sin ser observado, sin que la persona que observo se altere. Eso lo he perdido. Ahora solo me miran a mí.

Esto, lo de la fama, tiene sus pros y sus contras. He podido desarrollar cosas que me importan, trabajos con ONG que merecen la pena…, pero pierdes la posibilidad del anonimato. Para un artista es muy complicado, tienes la sensación de que todo lo que haces va a ser criticado, que estás en el punto de mira. Mi experiencia con los fans es buena, pero con la prensa no, bueno yo ni la considero prensa. Tener gente siguiéndome con cámaras, provocándome para que reaccione, no lo entiendo, me trastorna.

Tengo que tener en cuenta que alguien me puede echar en cara que la fama tiene un precio. Yo soy actor, pero mi trabajo no conlleva fama, yo no le debo nada a nadie. Fernando Fernán Gómez tiene una frase muy buena: “Yo no le debo nada a usted”. La dijo cuando el famoso incidente del “váyase a la mierda”. 

Tengo aprecio por la gente a la que le encanta Élite, pero no tengo compromiso con nadie y no tengo que contarte quién soy ni quién no soy ni sonreírte si me pones una cámara en la nariz. El otro día salía del aeropuerto con mi novia y fue horrible. Nosotros somos personas sensibles, somos artistas, vivimos en un estado en el que intentamos estar disponibles emocionalmente. De pronto te asaltan, buscando una reacción, avasallándote, como si fuera su derecho meterse en tu vida privada. Tú ves el video y el tío me llama. Gilipollas. ¿En qué locura de mundo estamos?

¿Lo sueles hablar con tu madre? Su experiencia con la fama debe ser muy distinta

Lo hablo con mi madre y las cosas cambiaron mucho. Es un fenómeno completamente distinto. No aprecio la fama. Si  pudiera hacer mi trabajo sin ser conocido, lo haría. A ver, reconozco que es un problema del primer mundo, pero es algo que definitivamente hay que saber colocar en tu vida.

¿Haces terapia de grupo para digerir esto, aunque sea por WhatsApp?

No, pero podríamos haberlo hecho. Tienes tus compañeros en los que te apoyas, pero cada uno lo lleva de una manera. Somos personas normales, pero el hecho de tener que afirmar que eres una persona normal me desestabiliza. ¿Que creías? ¿Que iba a tener alas?

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