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Hasta abril, era un perfecto desconocido.

Hoy, el nombre del venezolano Edmundo González Urrutia está en los noticieros mundiales.

El gobierno de Estados Unidos lo reconoció este jueves como ganador de las elecciones presidenciales de Venezuela.

“Está claro para Estados Unidos y, más importante aún, para el pueblo venezolano que González Urrutia obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones presidenciales de Venezuela del 28 de julio”, señaló en un comunicado de prensa el secretario de Estado, Antony Blinken.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela anunció pasada la medianoche del 29 de julio el triunfo de Maduro con un 51,2% de los votos frente al 44,2% de González, con un 80% de los colegios de votación escrutados.

Desde entonces, la oposición reclama que hubo fraude en los comicios y que tiene pruebas de la victoria de González Urrutia.

A su vez, diversos países, entre los que se encuentran aliados para Maduro en la región como lo son México, Brasil y Colombia, pidieron al CNE que muestre públicamente los datos desglosados, mesa por mesa, “de forma expedita”, algo que, a casi una semana de celebrarse la elección no ha ocurrido.

Cómo pasó González Urrutia, de 74 años, de una vida vida familiar de académico, escritor y jubilado, de pasear al volante de su Escarabajo amarillo a liderar la penúltima batalla de la oposición ene Venezuela.

El camino a la candidatura

González no estaba en las apuestas iniciales para representar a la oposición.

María Corina Machado, elegida como candidata por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en primarias para batirse en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, fue inhabilitada, así como Corina Yoris, a quien designó como sustituta.

Así fue como este “compromiso con los venezolanos” cayó sobre González Urrutia, elegido in extremis y de modo unánime para enfrentar a Nicolás Maduro en las urnas.

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González no estaba en las apuestas iniciales para representar a la oposición.

La postulación es “una responsabilidad que acepto con humildad”, dijo Edmundo González Urrutia en abril, al formalizar su candidatura.

“Es una situación inesperada. Yo jamás pensé que iba a estar en esta posición. Sin embargo, cuando me lo plantearon, lo tomé como un compromiso personal con Venezuela, con el sistema de gobierno y la democracia”, dijo en una entrevista concedida a BBC Mundo.

Un político extraño

En un país donde, en la política, poco a poco se fue imponiendo la estridencia, las arengas, los titulares fuertes y tan llamativos como la ropa de quienes los decían -no lo olvidemos, la chaqueta tricolor lo usaron en campaña tanto en chavismo como en oposición-, González precisamente destaca por la prudencia.

No en vano, su carrera se desarrolló en la diplomacia y, como dijo en una entrevista en el portal Prodavinci, nunca ejerció un cargo de elección popular, “de ningún tipo, ni siquiera en la universidad, que es cuando quizás pude estar más cerca de la política”.

Fue en la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde se hizo internacionalista y después estudió una maestría en Relaciones Internacionales en la American University.

Su primer destino fue como secretario de la embajada de Venezuela en Estados Unidos, en 1978, con 29 años. Después estuvo en El Salvador durante la guerra civil que azotó ese país centroamericano hace más de cuatro décadas.

Y así, hasta 2002, ejerció como diplomático en diversas delegaciones de Venezuela en Bélgica, Reino Unido o Argelia.

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Edmundo González acudió el domingo 28 a votar en su coche, un Escarabajo amarillo.

Años después, entre 2013 y 2015, fue el representante internacional de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la coalición opositora que hoy mutó en la PUD y que, en su día, aupó a Henrique Capriles como candidato unitario contra Hugo Chávez (2012) y Maduro (2013) y logró la primera gran victoria de la oposición en las elecciones de la Asamblea Nacional de 2015.

En su primera entrevista tras ser declarado candidato, González Urrutia destacó en varias ocasiones que él era “un funcionario público” al servicio del Estado.

Y buena cuenta de ello es que a finales de 1999 recibió sus credenciales como embajador del gobierno de Rafael Caldera y, tiempo después, fue ratificado por Hugo Chávez, bajo cuyo gobierno trabajó como embajador de Argentina hasta 2002.

En este puesto promovió la entrada de Venezuela a Mercosur, algo que el país logró en 2012.

A hombros de María Corina Machado

La campaña a la que Edmundo González concurrió fue atípica para Venezuela en muchos sentidos.

Un señor de 74 años, diplomático jubilado que nunca había hecho carrera política, queda en la boleta como candidato y hace campaña junto a quien estaba destinada a ser la absoluta protagonista, María Corina Machado.

Fue una “campaña 2x1”, como dijo a BBC Mundo la politóloga Carmen Beatriz Fernández. “Funciona como un tándem, una bicicleta de dos puestos, donde María Corina es quien lleva el manillar y Edmundo pedalea”.

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La campaña fue por el candidato Edmundo González, pero a hombros de María Corina Machado.

Y, efectivamente, Edmundo pedaleó. Recorrió la extensa geografía venezolana en muchas ocasiones junto a su esposa y, siempre, con Machado al lado.

En sus mítines prometió la mejora de salarios y los servicios de agua y electricidad en un país que atraviesa una severa crisis económica.

Preguntado por BBC Mundo antes de las elecciones sobre qué atendería primero si era elegido, dijo que “son muchas, porque hay prioridades económicas, políticas y sociales. Tenemos que atender la inflación, los salarios, las pensiones, la pobreza”.

A la vez, dijo en esa entrevista que se esforzaría en hacer un plan económico “que busque recursos internacionales, que genere confianza y que atraiga inversión extranjera para poder superar las dificultades”.

Otra de las preocupaciones que observó en varios momentos de la campaña fue la “reinstitucionalización del país”, donde mayoría de los poderes públicos están bajo poder del chavismo.

Reencuentro

También desde el primero momento, González insistió en tres palabras: reencuentro, entendimiento y reconciliación.

Si bien los analistas hace tiempo ya no hablan de polarización en Venezuela, sí que, sin duda, existe la confrontación y una gran ruptura del tejido social. Y no es raro encontrar estos días gente posteando en sus redes “menos mal que nunca fui chavista” o tachando de “escuálidos, gente de apellidos” a aquellos que votaron por la oposición.

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Edmundo González Urrutia junto a su mujer, Mercedes López, en un acto de campaña.

“Ya basta de gritos, ya basta de insultos, es la hora del reencuentro”, dijo durante la campaña González.

Y, cada vez que habla, de modo muy pausado y calmo, se dirige a “los venezolanos y las venezolanas”.

En entrevista con Prodavinci dijo que hay que dejar atrás el “enfoque en el que el adversario es un enemigo. El chavismo, el antichavismo, nosotros tenemos que superar esa dicotomía”.

"Tenemos que buscar la reconciliación nacional y si eso incluye a sectores que actualmente están con el oficialismo, pues los incluiremos", dijo en entrevista a BBC Mundo.

Pero también ha hablado en diversas entrevistas de términos como justicia transicional y reparación a las víctimas.

Actualmente, Maduro enfrenta una investigación en la Corte Penal Internacional por posibles crímenes de lesa humanidad.

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¿Un nuevo Guaidó?

Después de que el CNE diera a Maduro vencedor y la oposición dudara de los resultados, Maduro salió al balcón del pueblo en el Palacio de Miraflores y apeló a González: “Eres el nuevo Guaidó, señor cobarde. Venga por mí, aquí lo espero en Miraflores. Los gringos ni ponen ni quitan (presidentes). Al señor cobarde le digo: ‘Dame la cara a mí. Estás escondido. Deja de agredir al pueblo”.

Tras el anuncio de Estados Unidos donde reconoce a Edmundo González como ganador de las elecciones tras la "abrumadora" evidencia presentada por la oposición con las actas de votación, llegó la condena de Maduro: "EE.UU. debe sacar las narices de Venezuela porque el pueblo soberano es el que manda".

Si bien esta situación puede traer a la memoria el episodio de 2019 donde el entonces presidente de la Asamblea Nacional, el opositor Juan Guaidó, se juramentó como “presidente encargado”, las situaciones son distintas.

En 2019, consideraron que Maduro estaba usurpando el poder, tras ser elegido en las elecciones de mayo de 2018, que la oposición consideró fraudulentas y en las que no participó al considerar que no había garantías. En ese contexto, Guaidó se juramentó y fue reconocido por casi 60 países.

En el caso de González, participó en las elecciones.

El CNE dio a Maduro ganador con el 80 % del escrutinio en un primer boletín. Desde entonces, no hay vuelto a dar más boletines u ofrecer datos más al detalle.

Ante esto, hay amplias dudas sobre de los resultados. Y no solo por parte de la oposición.

El Centro Carter, invitado por el CNE para como observador internacional en los comicios, emitió un duro comunicado en el que dijo que la elección “no puede ser considerada democrática”, que no le es posible cumplir con su labor de verificación y, por tanto, no puede corroborar la autenticidad de los datos.

Diversos países, entre ellos Colombia, Brasil y México, pidieron al CNE la publicación de las actas detalladas. “El principio fundamental de la soberanía popular debe ser respetado mediante la verificación imparcial de los resultados”, reza un comunicado conjunto de esos tres países.

Por su parte, la oposición dice tener en su poder, de modo independiente, las actas que validarían el triunfo de González, el inesperado protagonista en la nueva crisis de Venezuela.

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