Escalar el Huayna Potosí no era una novedad, el año pasado ya lo habían hecho en grupo. Pero esta vez a Reynaldo Fernández la cuesta arriba le costó más de lo que recordaba haberse esforzado.  Ana Lorena Tórrez, su novia,  ya no los acompañaba, pero pensaba en ella para impulsarse a cada paso.  

Para escalar los 6.000 metros del nevado cada integrante del grupo de amigos (que prefiere el anonimato) se entrenó durante un año y este 24 de septiembre al mediodía comenzaron el ascenso. Hicieron una pausa a mitad de la noche y tras recobrar el aliento lo volvían a perder con cada paso que les exigía la subida.  
En los momentos en que más le costaba moverse, Reynaldo tomaba fuerzas de una frase que le dijo Lorena el año anterior: “Un paso a la vez. Me siento feliz con cada paso porque me hace sentir más cerca de la meta”. 

Estas palabras resonaban en la imponente blancura de la cordillera real. “Me acuerdo que esa vez que me dijo eso miré hacia arriba y vi que faltaban como un millón de pasos para llegar a la cima, le cuestioné cómo podía alegrarse por dar un solo paso, si faltaban  999.999. Pero este domingo comprendí la importancia de cada paso que damos”, contó.

Ahora en el Huayna Potosí flamea una bandera que lleva su rostro dibujado, también dejaron  un vitral que le hizo su madre. La próxima bandera que Reynaldo piensa colocar en memoria de su amada la plantará en Disney World en enero, en la fecha  y lugar donde tenían planeado casarse. 
Hasta allá piensa llegar para correr en su honor en la Disney World Marathon que se realiza cada año. 

La anécdota 
Si bien el ascenso fue todo un reto, para Reynaldo la anécdota más importante sucedió en la previa. “Pasaron cosas muy lindas”, dijo, como el hecho de que conociera a un taxista al que Ana Lorena ayudó. 

El conductor al notar el acento de Fernández le preguntó de dónde venía. En el intercambio de palabras le reveló con asombro que había conocido a Ana Lorena: “Me dijo que 11 años atrás recibió una llamada para buscar un pasajero y que él conducía junto a su hija de 17 años que era madre soltera. La joven le contó a Ana Lorena que buscaba trabajo y ella le sugirió que le hiciera llegar su currículum y luego le consiguió un trabajo”. Este episodio habló por sí solo de la calidad de persona que ella era.

La bicicleta para Davosan

En el grupo de amigos -con los que llegó a la cima- hay ingenieros, diseñadores, politólogos, entre otras profesiones. Incluso hubo uno que llegó desde Estados Unidos únicamente para participar del homenaje. Pero además de viajar y entrenarse, comparten el interés de participar en actividades benéficas. 

Tal vez por eso su bicicleta, con la que ella emprendió innumerables paseos y aventuras al lado de ellos, la donaron a la Fundación Davosan para que la rifen cuando lo vean conveniente, otro gesto en su memoria. 

La pareja 

Reynaldo es ingeniero petrolero especializado en equipos pesados, Lorena era una economista formada en los Estados Unidos. Se conocieron siendo niños -sus madres eran amigas- y se volvieron a encontrar 18  años después en los entrenamientos previos para participar en la maratón de la Fundación Baccigalupo en Buenos Aires en 2015. Ambos se propusieron recorrer la ruta a Porongo con miras a fortalecer su cuerpo para los 42 kilómetros de carrera que exigía la competencia. En julio de ese año se hicieron novios porque recordaron con alegría que se habían gustado desde la niñez. 

Ambos compartían el gusto por la naturaleza y los deportes extremos. En julio de este año celebraron dos años de noviazgo hasta que una bala que ingresó por el pulmón izquierdo segó su vida lentamente, en el mediático robo de una joyería que estremeció Santa Cruz. 

Tenían planeado casarse en Disney World en enero de 2018, eligieron el lugar porque su relación había sido de ensueño. También pensaban correr otras maratones, visitar otros parques y participar en actividades solidarias como lo venían haciendo. Lorena ya no podrá hacerlo físicamente, pero Reynaldo se ha propuesto cumplir con esos planes, aunque sin ella, así honrará su memoria.   

Llevando adelante esta iniciativa el ingeniero petrolero ha descubierto que va a cambiar de perspectiva: “Descubrí que no hay que buscar a ‘Lore’ en los lugares, hay que encontrarla en las acciones que realizamos”.