Durante 2023, los créditos del Banco Central de Bolivia (BCB) representaron tres cuartas partes de la deuda interna, como resultado de los esfuerzos del gobierno por financiar el abultado déficit fiscal, y ante la imposibilidad de hacerlo con recursos externos. En los últimos tres años esta tendencia ha socavado la estabilidad macroeconómica de Bolivia, señala la Fundación Milenio.

“Ha sido la medida más fácil, pero también la más irresponsable, puesto que ello ha significado acelerar el vaciamiento de las reservas internacionales. Esta política gubernamental ha sido como quemar la casa para pasar el invierno”, explica el director Ejecutivo de Milenio, Henry Oporto.

El investigador afirma que las consecuencias de estas medidas están a la vista: escasez de dólares y combustibles, crisis cambiaria, caída de la actividad económica, subida del costo de vida. Convertir al BCB en financiador del déficit fiscal, y en el sostén financiero de las empresas públicas, ha sido una de las fallas garrafales del gobierno del MAS, que ha distorsionado la función del ente emisor, agrega el entrevistado. 

“El actual Banco Central es solo una dependencia del ministerio de economía, obediente a sus decisiones y por lo mismo está imposibilitado de ser la entidad que gestiona y cuida las reservas monetarias y preserva del valor de la moneda, previniendo un proceso inflacionario”, sostiene Oporto. 

Para revertir los errores que llevaron al país a la crítica coyuntura actual, y de cara al diálogo que las autoridades iniciarán este miércoles con el sector privado, Milenio considera que es imperioso restituir la independencia del Banco Central de Bolivia. “Una política económica sana y eficiente requiere de un Banco Central independiente, institucionalmente fuerte y profesionalmente idóneo”, explica Oporto. 

Ningún programa de estabilidad va a funcionar si es que no se le devuelve al BCB su autonomía efectiva y si no se le permite contar con directores, ejecutivos y profesionales probos y calificados. “Esta reforma institucional es esencial para que el BCB pueda conducir una política monetaria autónoma y para ser una contraparte eficaz del ministerio de economía en el manejo de la política económica”, agrega. 

La Fundación recuerda que un paso necesario en esa dirección es restablecer la vigencia del artículo 22 de la Ley 1670 del Banco Central que establece que “el BCB no podrá otorgar crédito al Sector Público ni contraer pasivos contingentes a favor del mismo”. 

Quemando reservas 

Milenio recuerda que la política monetaria de Bolivia se ha mantenido subordinada a la política fiscal. Básicamente, la política monetaria ha consistido en que el BCB se aboque a financiar el elevado y creciente déficit fiscal. 

En 2023, el crédito neto del BCB al SPNF (sector público no financiero) aumentó en US$ 4.064 millones (9.1% del PIB), llegando a un nivel de US$ 14.525 millones (32.4% del PIB). Para esterilizar los efectos monetarios del financiamiento del déficit fiscal, el BCB perdió reservas internacionales por US$ 2.058 millones (4.6% del PIB), pasando de un stock de US$ 3.742 millones en 2022 (8.6% del PIB) a un stock de US$ 1.684 millones en 2023 (3.8% del PIB); una caída del stock de reservas del 55%, sostiene el análisis de la Fundación.

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