El té y el café son productos de lujo. El té es la segunda bebida más consumida después del agua. El café tiene sus orígenes en Etiopía en el siglo IX, donde la leyenda dice que un pastor de cabras, llamado Kaldi, descubrió de casualidad los efectos energizantes de las bayas de café. 

El té tiene sus raíces en la antigua China, donde se dice que el personaje mítico Shen Nong se envenenó accidentalmente y se salvó gracias a una hoja de té que cayó en su boca.

Llegaron a Europa en el siglo XVII y se convirtieron en la bebida preferida en las cafeterías y casas de té, donde los intelectuales se reunían para hablar. Tal fue su popularidad que su comercio ayudó a impulsar la expansión de los imperios. 

Hoy en día, se cultivan intensivamente, se procesan, se envasan y se envían a todo el mundo, dejando su huella en el medio ambiente.

¿Qué factores influyen en la huella ambiental del té y el café?

Amy Stockwell, analista del ciclo de vida del café, ha pasado 18 años investigándolo y cree que "por supuesto, cada granja es diferente". Se cultiva en diferentes países: "El clima es diferente. Los agricultores tratan sus cultivos de manera diferente", observa.

Pero la mecanización de la cosecha de té y café, el riego y los fertilizantes, que emiten óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero, contribuyen al impacto climático. 

El café, por ejemplo, se plantaba tradicionalmente a la sombra de otros árboles. Ahora, se cultiva en gran medida en enormes plantaciones expuestas al sol, lo que requiere un uso más intensivo de agua, fertilizantes y pesticidas.

La tala de bosques es otro factor. "Gran parte de la deforestación que ocurre en los países del Sur Global sirve para producir cultivos comerciales como café y té negro y verde para exportar a países del Norte Global, como Alemania", dice Lena Partzsch, profesora de política comparada especializada en medio ambiente, clima y cadenas de suministro globales en la Universidad Libre de Berlín.

El té está impulsando la tala de bosques en países como Sri Lanka y la India. Alrededor de 130.000 hectáreas de árboles desaparecen cada año para dar paso a plantaciones, según el Barómetro del Café de 2023. Un estudio de la Universidad de Wageningen, en Países Bajos, estima que el 5 % de la deforestación puede atribuirse al café.

El impacto ambiental del procesamiento del producto para el consumo depende del tipo de energía utilizada: combustible fósil o renovable. También hay que tener en cuenta el transporte, sobre todo, por mar o por aire. 

Según un estudio de la UCL de Londres, de 2021, el cambio del avión por el barco de carga reduce significativamente las emisiones de transporte. El embalaje también deja su huella: depende de si es plástico, papel de fuentes sostenibles o reciclable. Los desechos de café son un gran desafío, indica Stockwell.

Entonces, ¿qué es mejor, el té o el café?

Es difícil, porque como cualquier producto agrícola, "existe una enorme variedad", destaca Stockwell, ávido bebedor de té.

Pero los investigadores que analizan la huella de carbono de una taza de té, en comparación con una taza de café, dicen que el primero gana, simplemente porque usamos menos producto por taza. Una bolsita de té contiene unos 2 gramos de hojas y una taza de café utiliza unos 7 gramos de granos. Y si además añadimos leche a la ecuación, el café también sale perdiendo.

¿Qué más podemos hacer para reducir su impacto ambiental?

"Es muy importante calentar sólo la cantidad de agua que se necesita", afirma Stockwell. Otros pequeños cambios serían almacenar los productos en recipientes herméticos, comprar té de hojas sueltas en lugar de bolsitas de té, que a menudo contienen plástico y, por lo tanto, no se pueden convertir en abono.

El estudio de 2021 de la UCL sobre el café concluyó que usar menos fertilizantes, gestionar el agua y la energía de manera más eficiente y exportar los granos en barcos de carga, en lugar de en aviones, puede reducir las emisiones de carbono del cultivo en alrededor de un 77 %.

Las empresas también pueden utilizar envases más respetuosos con el medio ambiente y energía renovable siempre que sea posible. Ya algunas empresas se han adherido a planes voluntarios para garantizar que sus cadenas de suministro sean sostenibles. El año pasado, la Unión Europea aprobó una ley para obligar a las empresas a demostrar que productos como el café y el cacao no proceden de tierras deforestadas.

Y eso es importante, porque se prevé que el consumo de café se duplique en los próximos 25 años.

(rmr/rml)