La economía boliviana va de mal en peor  y las perspectivas de este 2024 tampoco son las mejores. El empresariado nacional demanda al Gobierno soluciones pragmáticas y no “candados ideológicos”, a tiempo de señalar los bloqueos y la escasez de dólares como factores que les quitan el sueño. No son los únicos problemas pues el sector tiene identificados, entre otros, el contrabando, la competencia desleal de las empresas estatales, la falta de tecnología, la politización de la economía, la corrupción y la inseguridad jurídica.

 El Órgano Ejecutivo ha contabilizado en $us. 1.000 millones las pérdidas  por el bloqueo de carreteras que entorpecieron la circulación, en especial desde y hacia el centro del territorio nacional. La protesta fue impulsada y ejecutada por cocaleros y afines del ‘jefazo’. Es parte de una guerra sin cuartel entre evistas y arcistas que tiene al país inmerso en una espiral de conflictos que, además, perturba la gestión gubernamental y la paz social de los bolivianos.

 En otros tiempos y en coyuntura distinta, podría haber resultado de mero trámite el tratamiento y promulgación de una ley para elegir  autoridades que garanticen la administración de justicia con independencia, idoneidad y transparencia. Pero ese proceso se convirtió en nudo gordiano por la ineptitud parlamentaria y la ausencia de voluntad política para garantizar su normal desarrollo. A la par, la cultura del bloqueo volvió a mostrar su robusto músculo y las pérdidas cuantiosas que nadie asume, resultado de una irracional medida. De dispararse un tiro en el pie.