El registro en un solo día de 10 nuevos incendios forestales fuera de control en Santa Cruz, tiene prendidas las alarmas por la afectación a comunidades, actividades productivas y económicas en la región y el impacto sobre el medioambiente. No parecen bastar los esfuerzos desplegados por aire y tierra para controlar el avance del fuego, avivado por fuertes vientos y una sequía prolongada. El sector ganadero es uno de los más afectados porque las llamas han reducido a cenizas potreros y alambradas. El productor está perdiendo años de trabajo e inversión por la muerte de sus animales y porque la falta de agua y pasturas pone en riesgo unas 400.000 cabezas de cuatro asociaciones departamentales.

El efecto de la quema de dos millones de hectáreas en el Departamento, también se deja sentir en la ciudad donde por la humareda, la calidad del aire que respiramos los cruceños es mala. La crisis ambiental también se refleja en la contaminación del río Piraí por las aguas servidas y otros desperdicios volcados a su cauce. Por la desidia de autoridades e instituciones, se echan en falta acciones efectivas para evitar el grave daño de un vital recurso natural.

Mientras, la urbe cruceña ‘navega’ en un mar de plástico porque está inundada de bolsas, botellas y otros envases de un material que, cuando caen el suelo, rápidamente liberan sustancias tóxicas que dañan su propiedad y que al insumirse afectan aguas subterráneas y nutrientes de la superficie. Urge la toma de medidas y mayor conciencia ciudadana en pro del maltratado medioambiente.