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De la intervención de Bolivia en la OEA y los barcos rusos en Arica
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2 de agosto de 2024, 4:00 AM
Loreto Correa
Primera parte: Lo de Venezuela
En una alocución previsible, el embajador del Estado Plurinacional de Bolivia en la Sesión Extraordinaria de la OEA convocada este 31 de julio, manifestó las causas del rechazo de su gobierno a la resolución que pretendía aprobarse con relación a las elecciones ocurridas en Venezuela.
Más allá de los argumentos, lógicos respecto de la consideración de Venezuela no forma parte de la OEA desde hace ya varios años, llaman la atención varios aspectos que desde la política internacional no pueden dejarse pasar.
El primer asunto se relaciona con la situación misma de Venezuela, a nuestro entender explicada por la autoridad diplomática como si fuera u ocurriera en el espacio celeste y no terrestre. Pero la verdad sea dicha, la alocución del embajador boliviano deja un boquete brutal sin abordar respecto de los casi 8 millones de venezolanos que circulan en la región y de los cuales los países integrantes de la OEA sí debemos hacernos cargo, porque Venezuela no lo hace.
Posteriormente, el embajador Arce Zaconeta replica a los integrantes de la Sesión Extraordinaria lo fuera de contexto que es la llamada a votar contra Venezuela sin considerar que seis asilados argentinos se encuentran esperando hace meses salvoconducto del gobierno de Caracas. Ello fue aludido enérgicamente por la Ministra de Relaciones Exteriores argentina, Sra. Diana Mondino. Así, la posición boliviana llega a la sesión con un discurso de gabinete y no responde a la canciller argentina, que de la manera más correcta que pudo, insistió en el limbo y peligro en el que queda el incumplimiento de la legislación internacional sobre el asilo.
En este sentido, ya van dos veces este año, en que esa legislación simplemente no aplica. Primero en Ecuador y ahora en Venezuela. Pero volviendo al caso venezolano, la indefensión en la que quedan los seis asilados en la Embajada de Argentina en Caracas, parece ser un hecho invisible a la política exterior del Estado Plurinacional.
Lo que resulta más reprochable en su intervención es que no llame o solidarice con la absoluta necesidad de transparencia que exigen los comicios electorales de acuerdo con el Pacto de Bogotá, la Carta de Naciones Unidas, la Carta Democrática impulsadas en su oportunidad también por Bolivia.
Es un hecho que el apoyo del gobierno boliviano, al por lo menos dudoso proceso electoral venezolano, se ancla en una convicción legalista que no se condice con una mirada a la situación continental de presión migratoria en las naciones a causa de un Estado en particular y el respeto irrestricto a los derechos humanos de las personas de ése país. Es también un hecho, que la intervención del embajador describe de cuerpo presente la alianza política con el régimen de Nicolás Maduro en torno al más lamentable episodio electoral del que tengamos memoria y que por segunda vez afecta a un país que se enorgullece de mal vivir el socialismo del siglo XXI.
Segunda parte. Lo de Chile
En Chile existe un dicho popular que dice que “no hay primera sin segunda”. Pues bien, en paralelo a la cita en Washington el presidente boliviano, Luis Arce Catacora llamaba a su par Gabriel Boric para pedirle apoyo para agilizar el descargo de combustibles en Arica.
El tema, no tendría ninguna relación con el episodio descrito, si el Presidente boliviano no hablara de su hermano presidente de Chile o no invocara una petición de colaboración en una cuestión de cuidado y riesgo para la maniobrabilidad de los buques en las costas con el oleoducto Sica Sica. El comunicado por la nueva vía de información sobre la política exterior de Bolivia, “X” termina diciendo desde la cuenta presidencial: “agradecemos y valoramos su buena predisposición, ya que no dudó en brindarnos toda la colaboración necesaria.” Qué duda cabe, nuevamente, que la buena voluntad del presidente chileno bien podría estar ausente con el hermano presidente de Bolivia. Pero no, el Presidente Boric, accede de inmediato y pide un permiso extraordinario a la Capitanía de puerto para no perjudicar a la población de Bolivia con la carencia de combustibles.
Una lección
Bien haría el gobierno de Bolivia en examinar sus prioridades y alianzas en materia internacional. Ello, en razón a las cuestiones políticas y a las logísticas. Bien haría también en revisar el concepto de equilibrio con la región y sus países vecinos. La misma lectura que le solicita Arce para Venezuela, si la hubiera aplicado Chile en relación con los buques de combustibles, seguramente retardaría el descargo de hidrocarburos en Arica. Por ello, el mensaje es alto y claro: Chile busca paz y prosperidad para todos los países de la región y hará los esfuerzos necesarios para con todos ellos.
Esto aplica al discurso del Canciller Van Klaveren en la Sesión Extraordinaria, tanto como la disposición del presidente Boric; esfuerzos que seguramente hoy están siendo asumidos por la Armada chilena para ayudar con los amarres al buque ZEYNEP para no ocasionar un accidente. Bien haría Bolivia en darle una vuelta en la sesera a ambos temas y dejar de pontificar en Washington y lloriquear desde en La Paz. Es mucho para un solo día.