“Como te añoro Mi Santa Cruz de antaño /a mi mente afloran, recuerdos felices / cuando tus calles eran pozos y barriales / y cuando tu gente era más sencilla / que agua de pauro.

En este hermoso primer verso del vals de Los Cambitas, Añoranzas Cruceñas, se percibe el carácter nostálgico y romántico de un pueblo al que el cemento no solo le ha cubierto las calles, sino también algunos sentimientos, pero decir que todo tiempo pasado es mejor, es más literario que literal, porque no es objetivo mirar el pasado con los ojos del presente, el progreso es inherente a la condición humana y, con sus bemoles, qué bueno que así sea.

“Santa Cruz es mi lugar mi hoguera / es mi sol mi eterna primavera /es mi gente simple y solidaria / es mi paraíso es mi es plegaria”. Nuevamente en un notable verso, esta vez de Tingo Vincenti, en su emotivo Tierra como mi tierra, se siente el amor a lo cruceño con toda su implicancia, un sentimiento casi endogámico, mágico, con sentido de propiedad y sin límites.

“…cuando me vaya, hay amorcito/ he de partir llorando/ viva Santa Cruz…”

En este otro verso del orureño Gilberto Rojas, en el popular taquirari Viva Santa Cruz, (más popular y menos poético que el de Los Cambitas o que el de Vincenti) el sentir nostálgico y romántico se da desde el que vino de visita, se enamoró y se fue, lo mismo que en el también popular taquirari Niña Camba, del también orureño César Espada, donde el verso: “Niña al recordar, / hoy tus ojos tan fijos en mi…” refleja algo similar, enfocado en una persona y no en una época o en un terruño, desde la perspectiva del que no nació en Santa Cruz pero que expresa sus sentimientos.

No pretendo dar carácter exegético a estos versos, que a propósito fueron escogidos con un notable sesgo de confirmación, solo intento introducir un concepto que considero interesante revisar desde una perspectiva filosófica, con fines prácticos, sin afanes reivindicatorios ni regionalistas, el concepto del Mito de la Cruceñidad.

Como sería muy extenso, para esta nota, un ensayo sobre el tema con un mínimo de rigor argumental, voy a tratar de centrar la idea en un criterio gramatical, primero aclarando que la acepción de mito que empleo es la de un relato fantástico, algo irreal.

Entonces, la cruceñidad (cualidad permanente de lo cruceño) ¿no es real, es un mito, una mentira o una fantasía?

Antes de responder, profundicemos en preguntas desde otra perspectiva, para intentar explicar la “tesis” del mito de la cruceñidad:

¿Existe una sola cruceñidad, en términos conceptuales, todo los cruceños, nacidos y radicados en Santa Cruz, somos capaces de definir de la misma manera la cruceñidad como un dogma de fe, un concepto cerrado; ¿hay un manual, un manifiesto, una referencia ideológica, o hay más de un punto de vista, como en los versos, donde todos exaltan un valor y un romanticismo, pero cada uno desde su vivencia.

“La cruceñidad” de los versos de Añoranzas Cruceñas y Tierra como mi tierra, es la del arraigo y la nostalgia, del que nació y siente el lugar como suyo, la de Rojas y Espada, la del amor por alguien (que se pudo y se puede dar en cualquier momento y lugar), en pretenciosos términos filosóficos, una concepción “monista” (los aspectos materiales y espirituales de Santa Cruz en uno solo) versus una “atomista” (la congruencia fortuita de individualidades)

Proponer la cruceñidad como mito, no es proponer de forma temeraria que no exista, que sea un concepto falso o un slogan, por el contrario, es reforzar la idea de su importancia simbólica, su valor histórico y práctico; es simplemente usar como punto de partida el postulado que lo que es un mito es el concepto univoco de cruceñidad, es plantear repensarla como algo plural, haciendo un giro copernicano en su aplicación económica, social y política, sin pretender alterar su ontología, adaptando su operativa a un tiempo global, multicultural, hiperconcetado, en el departamento más cosmopolita, liberal y progresista de Bolivia.

Así como no hay una sola izquierda, ni una sola derecha, sin que eso implique que dejen de ser izquierdas y derechas propiamente, así, podemos hablar también que no hay una sola cruceñidad, está la cruceñidad definida en función de sí misma (costumbres/cultura/modelo cruceño de producción/migración) está la cruceñidad definida en función del estado (autonomía/federalismo/pacto fiscal) y también está la cruceñidad indefinida, la divagante y la extravagante (La de los versos y la de los intelectuales).

Intento dejar una inquietud que pueda aportar a un repensar en el campo social, cultural y político, como identidad y anhelo al mismo tiempo.

Como te añoro mi Santa Cruz de antaño…