Por las calles de Puerto Acosta pasan los delitos silenciosamente. El municipio, ubicado en el departamento de La Paz, está a pocos metros de la frontera con Perú y el escaso control es un atractivo para las mafias transnacionales. Por esas rutas el contrabando domina la región. El narcotráfico tiene también su espacio tras arribar desde la selva peruana a puertos artesanales del lago Titicaca. La trata y tráfico de personas es recurrente, ya que el único puesto migratorio permanece cerrado durante varios días.

La Aduana Nacional cumple una labor casi solitaria en el lugar. Su oficina está en el peaje y al frente de la precaria casa donde funciona Migración. Es un trabajo titánico. En la zona hay tres ferias de contrabando. La más grande es la de Virupaya, un punto impenetrable para extraños, incluso para funcionarios de la Aduana y uniformados policiales y militares.

Virupaya es la feria más concurrida. Se encuentra en plena línea fronteriza con Perú. En esa comunidad las casas aumentaron al paso del contrabando. Son viviendas de cuatro pisos, muy diferentes a las de otras comunidades del lugar. Las otras ferias son Jankho Jankho y Patacaile. Estas ferias se realizan cada miércoles y sábado de cada semana.

Para la Policía de Perú, la feria de Virupaya no es más que una fachada cuyo fin es agrupar a personas vinculadas con los cargamentos que saldrán hacia Juliaca. La fuerza policial del vecino país asegura que estas personas suelen estar armadas. La Fiscalía de Puno ya atendió algunos casos respecto a contrabando en esta zona.

Existen mafias que se dedican a la internación de diferentes productos. Otras familias se desempeñan exclusivamente al contrabando de combustible, por lo general diésel y garrafas de gas licuado. Estos productos se venden libremente en mercados del sur peruano. Cuando existía el Control Operativo Aduanero (COA), la feria de Virupaya era una zona impenetrable, ya que las mafias se organizaban para evitar el ingreso de personas extrañas.

Puerto Acosta está aproximadamente a 215 kilómetros al norte de la ciudad de La Paz. En esa zona, toneladas de productos son transbordados desde camiones a minibuses, que después inician su recorrido hacia la ciudad peruana de Juliaca. De este distrito se manda el cargamento ilícito a otras ciudades, como Arequipa, Ilo, Moquegua e incluso Lima.

Ataques a funcionarios

El año pasado, efectivos del Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando sufrieron ataques de parte de contrabandistas de Puerto Acosta, quienes apedrearon los vehículos donde estaban los funcionarios que interrumpieron el paso de un camión con carga ilegal. Al final, estos grupos recuperaron su mercancía.

Desde esa instancia gubernamental se informó que los controles en esa zona son periódicos y que se reforzarán los operativos para evitar ataques de mafias.

En Perú sucede lo mismo. El puente Ramis —en la vía Juliaca-Moho— es el desvío natural a lo ilegal. Los vehículos que transportan contrabando desde Bolivia ingresan a un camino de tierra. Levantan polvareda y apagan sus luces de rato en rato. El escaso control policial los lleva a la ciudad peruana de Juliaca, el centro de operaciones de las mafias que, además del contrabando, dominan la zona con el narcotráfico y la trata de personas.

Bolivia y Perú comparten 1.047 kilómetros de frontera. Desaguadero es el punto más crítico y con más control de ambos países. Sin embargo, gran parte de los límites están en el lago Titicaca.

Ese borde lacustre es utilizado por diferentes mafias para ejecutar todo tipo de delitos, en especial el contrabando de mercaderías ilegales, el tráfico de drogas y la trata de personas, sobre todo mujeres bolivianas para explotarlas sexualmente en distritos mineros de ese país.

La población de Puerto Acosta expresa preocupación por el escaso control que existe en este punto fronterizo. Un vecino se contactó con este medio para denunciar que durante varios días la oficina de Migración está cerrada. Este poblador también aseguró que hay poco control policial y que el puesto aduanero no tiene recursos eficientes para desarrollar su trabajo.

“Las autoridades vienen y dicen que mejorarán el control en Puerto Acosta, pero hasta ahora no pasa nada. La oficina de Migración está cerrada. Los minibuses pasan como si nada. Entran de Perú con carga, hay camiones con carga. Igual de Bolivia salen como si nada y no hay quién controle. Se supone que Puerto Acosta es municipio fronterizo y debe tener todo tipo de control”, relató el ciudadano, quien pidió no publicar su nombre.

En esta zona existe flujo de personas por ser un punto fronterizo. Existe una especie de salvoconducto entre municipios de ambos países para el ingreso y salida libre de sus habitantes. Sin embargo, nadie controla que los beneficiarios porten ese documento binacional.

Lo que también preocupa es la trata y tráfico de personas. Existen antecedentes de que niñas y adolescentes bolivianas son obligadas al comercio sexual en centros mineros de Perú. Puerto Acosta, según la Fiscalía de Puno, es hace tiempo un paso rojo de víctimas de tratantes.

Esas mafias logran hacer cruzar a niñas y adolescentes bolivianas sin ningún problema hacia el lado peruano. Los vehículos públicos pasan sin parar por la oficina de Migración y en solo 15 minutos están en Perú. A este lado hay más control, aunque precario. Es por eso que las mafias buscan vías alternas para llegar a la ciudad de Juliaca, punto donde reúnen a las víctimas que llegan desde Bolivia.

Luego, según informes de la Fiscalía de Puno, reparten a las víctimas a diferentes centros mineros. Los más comunes son los que se ubican en Puno y Madre de Dios. Un sitio crítico es La Rinconada, un pueblo peruano a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar donde la ley casi no existe. Ahí, las niñas y adolescentes bolivianas están forzadas al comercio sexual en precarios lenocinios que tiene la fachada de bares.

Migración La Paz informó que se tomará contacto con la oficina de Puerto Acosta para verificar si es que esa unidad está cerrada.

Narcotráfico en la frontera

El narcotráfico es el otro delito que se campea por las vías de Puerto Acosta. Desde la localidad de Sandia, que es la puerta a los valles peruanos, se despacha la droga a las seis principales narcorrutas. Una de ellas es Puerto Acosta. Según un informe de la Dirección Antidrogas (Dirandro) de Perú, de esta nómina las que se utiliza vía lacustre son las que llegan a Copacabana y Puerto Acosta. Ahora, también la droga llega hasta el puerto de Guaqui.

La Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) tiene al municipio de Puerto Acosta como una zona crítica por el paso de drogas desde Perú. Según informes de esta unidad policial, los mismos comunarios cooperan a las mafias con el paso de sustancias controladas, ya que estos pobladores reciben un pago para despejar vías y alertar sobre operativos policiales.

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