Hoy se cumplen 13 años de la brutal represión a la octava marcha de pueblos originarios de tierras bajas, que había partido el 19 de agosto de Trinidad (Beni) para pedir que no se parta el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) con la construcción de una carretera que pretendía unir Chapare con el departamento de Beni. La movilización era pacífica y sacrificada, pues avanzaban jóvenes y ancianos, hombres, mujeres y niños en defensa de su hábitat y de su forma de vida. Al frente tenían al Gobierno de Evo Morales, empeñado en contratar un crédito millonario y dividir la zona, con los efectos de migración cocalera y depredación que esto implicaba.

Más de 30 días de marcha tenía agotada a la columna de indígenas, muchos tenían lesiones musculares y llagas en los pies por la caminata. El 25 de septiembre de 2011 era domingo. Los participantes de la movilización se quedaron en Chaparina, ubicada a 223 kilómetros del punto de partida en Trinidad, para descansar, lavar su ropa y tomar fuerzas para retomar la marcha el lunes. Sin embargo, tras el almuerzo irrumpió un contingente de unos 400 policías, munidos con laques, cintas masking y otro armamento reglamentario. Detuvieron a todos: grandes y chicos, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos. Algunos lo pasaron peor, como el líder del Tipnis, Fernando Vargas, quien fue apaleado.

Los indígenas fueron detenidos, maniatados y amordazados. Los subieron a la fuerza a buses que los trasladarían hacia un aeropuerto en la localidad de Rurrenabaque, desde donde pretendían llevarlos a sus lugares de origen y así desbaratar la marcha. Hubo el traslado, pero fue la misma población civil la que liberó las puertas y permitió que los indígenas detenidos vuelvan a reagruparse y retomen la caminata hacia La Paz.

Algunos periodistas que acompañaban la marcha captaron la brutalidad de la represión y fueron testigos de que era falso el argumento de que los indígenas dispararon flechas contra los policías, como se quería hacer creer desde el Ministerio de Gobierno de aquel entonces. El titular de esa cartera, Sacha Llorenti, tenía carteles de defensor de derechos humanos, pero se convirtió en uno de los principales verdugos de la historia nacional por esas acciones contra personas indefensas.

La represión de Chaparina ocurrió en el Gobierno de Evo Morales, que ahora se declara víctima de las agresiones del Gobierno. En ese momento, ni Morales, ni el vicepresidente García Linera ni Llorenti tuvieron hidalguía para asumir la acción como propia y tejieron el relato de que se había roto la cadena de mando, aunque se conoció que la acción fue planificada con anticipación.

Un año después partiría la novena marcha con la misma causa. Esta vez, la estrategia del gobierno de Evo Morales fue la compra de dirigentes y la fractura de las organizaciones indígenas. Esto también lo critica ahora el expresidente, olvidando que también usó esa estrategia en su gestión.

¿Qué ha pasado 13 años después? El Tipnis fue finalmente perforado, pues la carretera ha ido avanzando por ese territorio, pero además hay invasión de cocaleros que están depredando la riqueza natural de esta reserva para sembrar coca. También se reporta el hallazgo de varias fábricas de droga, dado a conocer por el mismo ministro de Gobierno actual.

En otras palabras, el supuesto presidente indígena fue el represor de los indígenas que ayudaron a encumbrarlo y el gobierno popular del MAS está permitiendo que el Tipnis siga siendo mancillado, mientras los pueblos originarios de tierras bajas son los más vulnerados en este momento, particularmente por los denominados interculturales, que no son más que colonos que invaden, queman y trafican con la tierra, desplazando a las comunidades originarias.