Manfredo Kempff

diplomático

Este gobierno, no siempre acertado y bastante timorato, cometería el peor de los errores si es que, por la “pacificación” del país, cae en la trampa de aceptar el “cuarto intermedio” que propone Evo Morales, después de que, además del sacrificio de la Policía, las Fuerzas Armadas destacaron unas cuantas compañías y así, de inmediato, acabaron con el inconcebible bloqueo de 18 días en el estratégico puente de Parotani y en otros menores.

Los cruceños nos hemos quedado bloqueados y gritando en las calles, pero sin hacer nada, tanto en Mairana como en San Germán e Ichilo, es decir sin vínculos con el occidente del país, y sin poder comercializar nuestros productos a la zona andina y ni siquiera de los valles cruceños a nuestra capital. Eso es fatal para nosotros y peor para los que se quedan sin comer. ¿Qué dice la Octava División? ¿No le han ordenado que envíe algunas tropas para corretear a los cuatro gatos ebrios que producen tanto caos?

Evo Morales ha llevado a Bolivia a lo más bajo que se puede caer, no solo por su pésima administración, llena de corrupción y carnaval, sino por su detestable comportamiento personal. Morales ha humillado al país, nos ha ofendido a todos los bolivianos, se ha burlado de las leyes y de la moral, y ha resultado ser, sin la menor duda, uno de los presidentes más nefastos que ha tenido la nación.

Hasta ayer en la mañana se sentía ganador y amenazaba con no levantar los bloqueos si no se archivaban los juicios en su contra, principalmente sobre estupro y pedofilia, y si no se lo reconocía como jefe del MAS y candidato a la presidencia de la República el año 2025. Solo por eso, por ese deseo insano, provocó pérdidas incalculables a la economía nacional, al extremo de quebrar a grandes y pequeñas empresas, hacer pasar hambre y aislamiento a una parte importante de la población, hundirnos como a Sodoma y Gomorra internacionalmente, ordenar el cerco y la toma de unidades policiales y militares y aparecer como un divino y merecedor Dios del Poder.

Ahora, para pasmo de todos, decide pedir un cuarto intermedio, como si estuviera practicando deporte y se hubiera cansado. Ha fallecido un subteniente de la Policía, pero eso a él no le importa. Quiere reponer fuerzas para volver a los bloqueos y reforzar los que todavía subsisten por empecinamiento de sus subalternos que no quieren rendirse. De manera insólita, el gran Dios de la Guerra, se declara en huelga de hambre. ¿Pero qué es eso? ¿Huelga de hambre el hambreador? ¿Se le puede creer algo a este sujeto tan peligroso? ¿Se le puede hacer caso a un embustero cuya única meta es el mando absoluto?

Tregua pueden pedir dos naciones en guerra y lo ha habido en muchas ocasiones a lo largo de la Historia, desde las épocas de Troya. Tregua pactada para enterrar a los muertos y retirar a los heridos del campo de batalla. Hasta en la revolución del 52 se produjo una tregua cuando luchaban a tiro limpio en las calles los partidarios del MNR contra el gobierno de las Fuerzas Armadas. Pero, ¿tregua a Evo Morales? ¿Diálogo después de la traición al país? ¿Mesas de negociaciones? ¿Por qué? ¿Qué calidad de antagonista se cree Morales para pretender concertar una pausa en el Chapare? ¿Quiere tener la calidad de contraparte frente al gobierno? Sería una soberana estupidez, que el presidente Arce parece haber desechado.

Las Fuerzas Armadas han actuado “proporcionalmente”, sin ninguna duda. Si los sublevados no han disparado, tampoco se les ha disparado. Pero, si disparan con armas de fuego, recibirán disparos también. Por fortuna no hubo nada de eso, como sí sucedió en Senkata y Sacaba, y es conveniente, por tanto, para prevenir nuevos choques, no darle escape al gran cabecilla del mal y arrastrarlo enmanillado a los tribunales como se llevaron a Camacho y Jeanine Añez, antes de que un avión venezolano o mexicano lo transporte a un exilio dorado, como en su precipitada fuga del 2019.