¿Qué periodista hubiese imaginado al inicio del Siglo XXI que la libertad de prensa sería la mayor víctima de los nuevos tiempos? Casi todas las constituciones de los países agrupados en el sistema mundial de naciones reconocen en alguno de sus artículos a la libertad de prensa. Sin embargo, este 2024, la libertad de informar ha sufrido retrocesos impensables en cuatro de los cinco continentes; Australia es el más respetuoso.

    El caso extremo es el sufrimiento de los periodistas palestinos que intentan registrar el genocidio que sufre Gaza desde hace siete meses. Casi un centenar de reporteros han sido acribillados por los soldados israelíes mientras cumplían con su trabajo o en sus casas. La muerte ha llegado también a sus familias porque las bombas selectivas mataron a sus esposas, hijos, nietos, uno por uno.

    La UNESCO reconoció este sacrificio entregando el Premio Internacional de la Libertad de Prensa a todos los periodistas palestinos que trabajan en medio del asedio de Tel Aviv. Un periodista palestino ganó el primer premio de la World Press Photo retratando a una mujer abrazando el cadáver de su sobrina de cinco años, uno de los 15 mil infantes asesinados por Israel.

    Los reconocimientos fueron recomendados por jurados internacionales a los cuales nadie puede señalar como “antisemitas”, el calificativo con el cual Benjamín Netanyahu intenta restar valor a las crecientes protestas mundiales contra el castigo colectivo a la población palestina.

    El premio de la UNESCO lleva el nombre de Guillermo Cano, el famoso periodista colombiano que murió en un atentado ordenado por el narcotraficante Pablo Escobar. Ahora es un estado el que ejerce el terror contra los reporteros que graban lo que que se vive en Gaza. El mismo día en que se recordaba el Día Mundial de la Libertad de Prensa, soldados judíos ingresaron violentamente a las oficinas de la cadena de televisión Al Jazeera en el este de Jerusalén.

    ¿Podríamos los periodistas bolivianos silenciar el asesinato de un colega? ¿Es posible imaginar enterrar a 10 colegas en El Alto? Gaza tiene una población similar a la de Santa Cruz; ¿cómo podríamos soportar ver a redacciones completas de una radio, de un canal del periódico despedazadas por las bombas? La deshumanización de los militares ha llegado al extremo de abrir las mortajas y vejar los cadáveres, aparentemente sacando órganos.

    Pese a los datos, a diferencia de otros países, la asociación de periodistas de Bolivia mantiene un silencio indiferente. Tampoco hay pronunciamientos o plantones u otras acciones desde los sindicatos de trabajadores de la prensa para expresar la solidaridad con la prensa palestina. Tampoco encuentro esa preocupación entre los colegas que tienen acceso a la comunicación masiva.
    La cuestión palestina ha mostrado que hay libertades y libertades. Periódicos como el New York Times instruyen a sus reporteros evitar hablar de genocidio o de territorios ocupados, según un memorándum que fue filtrado. Son varias las redacciones en el mundo entero que han recibido órdenes para evitar dar detalles o presentar historias personales sobre los asesinatos.

    La Deutsche Welle es otra muestra. Aunque ya notamos su falta de objetividad cuando calificaba de “golpe” el levantamiento ciudadano boliviano en 2019, en el caso palestino sus reportajes tienden a justificar a Israel y evitan contar las razones de la rebelión palestina.

    Los informes de Reporteros sin Frontera muestran que en casi todo el mundo la prensa es cada vez más hostigada, de una u otra forma. “El periodismo se asfixia bajo el peso de las presiones políticas”. América Latina ocupa la zona roja; además de las ofensivas desde el estado, también los narcotraficantes mandan asesinar a reporteros.

El Estado Plurinacional de Bolivia retrocede también en ese espacio. Ocupa el puesto 124, detrás de la mayoría de los países de América del Sur, salvo Venezuela. Los periodistas bolivianos no tienen nada que festejar este 10 de mayo. A ello se suma la baja calidad de la información y los deterioros internos, cuestión que tampoco se examina con la profundidad y urgencia que se requiere. C