En un contexto de inestabilidad y creciente fragmentación política, los ciudadanos acudieron a las urnas democráticas este domingo pese a la pandemia, cambios de recintos y largas filas (18-10-2020), demostrando una vez más que con su decisión consciente y libre se enganchan con lo más valioso y clave que es la restauración de la democracia y la Constitución, averiada si no rota, -al límite que recoja a legisladores y sus intérpretes en una grúa- si las exigencias de la Constitución se pasaron muchas veces por alto.

Los electores son los únicos que en un día de gloria, tranquilidad e hito histórico se conectaron con la realidad social y según fuentes no oficiales de la Alianza Tu Voto Cuenta (Conteo rápido) y sobre la base de 4.711 actas electorales le daría una victoria a Luis Arce del MAS IPS con el 53% en primera vuelta, dejando a Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana con 30,8%, a Luis Fernando Camacho de Creemos con 14,1%, Chi Hyun Chung de Frente para la Victoria con el 1,6% y Feliciano Mamani de Pan-Bol con 0,5%.

Prematuramente, cómo puede encajar en un contexto de legalidad el expresar reconocimientos de ganador a Luis Arce Catacora (MAS-IPSP) pasada la medianoche: por la presidenta Jeanine Áñez, el secretario General de la OEA, Luis Almagro y por Comunidad Ciudadana Carlos Mesa, sobre un cómputo que no es oficial del Tribunal Supremo Electoral, siendo que horas antes al verificativo de las Elecciones generales de manera intempestiva -decidió retirar el Direpre- (Difusión de resultados preliminares). Todo lo anterior provoca incertidumbre y desconfianza, contra la -repetida certeza- de Salvador Romero para metaforizar el desastre colectivo sicológico de los votantes. Curiosamente y en forma incoherente se validan las tendencias de empresas privadas que se amplifican inmediatamente por las redes de comunicación social, televisiva y escrita, entonces es cuando se produce -la anteposición a los resultados oficiales del TSE-, lo que no es nada serio y se contradice con la certeza y seguridad que pregona Salvador Romero.

En otro perfil, a las indecorosas descalificaciones de golpistas al Gobierno transitorio, -constitucional cien por ciento- reconocido por la comunidad internacional, son los votantes inteligentes los que conocen bien los entresijos de los partidos políticos que más polarizaron la campaña electoral y los que significan continuidad. Ante el descontento los ciudadanos optan no siempre por el que tengan las mayores posibilidades de unir y ganar las elecciones generales, sino del que es capaz de -hacer convivir las distintas sensibilidades democráticas- que con urgencia les exigen la transformación del nuevo modelo socioeconómico del país, obviamente, a partir de un mandato permanente de concordia que se reivindica de la Constitución, sin descartar la aspiración de una reforma.

También hemos visto determinadas decisiones legislativas y judiciales (ley de protección de derechos humanos en situaciones de conflictos sociales con matices graves de destrucción pública y privada y hasta de prohibición de ingreso de alimentos y medicamentos a las ciudades, resoluciones de suspensión de medidas cautelares para favorecer a magistrados), están hiriendo la sensibilidad de una sociedad que pone en duda la independencia e imparcialidad de legisladores y jueces, problema que demanda cambiar y modernizar el servicio público con sistemas más exigentes de acceso y competitividad profesional.

La crítica del sistema mayoritario es previsible, si los órganos rebasan los contenidos y sentidos de las leyes. Por eso, una tarea importante que debe asumir el nuevo legislativo o Ejecutivo es transformar todo el Órgano Judicial, derogar y abrogar todas las leyes y decretos supremos incendiarios que responden a mentalidades del poder político del pasado, sin un mínimo de interés común y social; en esta línea, temas tan prioritarios y sensibles como son la salud, educación, inversión social, empleo, turismo, protección de parques nacionales, reservas naturales y violencia de género y la independencia del Poder Judicial no pueden soportar leyes y sentencias que atentan contra el sentir común mayoritario.

Los electores al decidir con su voto al presidente, vicepresidente, senadores y diputados plurinominales, uninominales y supranacionales, es porque no quieren ir a ninguna barricada o convulsión social y, menos a solventar las ventajas en liza del partido político (MAS-IPSP), que viene de un fraude monumental y se hace declarar -ganador prematuramente a la vista de la Sala Plena y todos los observadores internacionales-, ¿qué hay detrás del muro?, así es difícil recuperar la confianza deteriorada del OEP. En este orden, cuánta falta nos hace el empuje de transformaciones que sean transversales y, sobre todo, en el menor tiempo posible con resultados continuos, cualitativos y transversales.

El Órgano Electoral reporta los resultados del cómputo oficial al 70,05% (20-10-20), que el MAS-IPSP registra 51,91% de votos, Comunidad Ciudadana 30,8% y Creemos con el 15,9%. Lidera el escrutinio el partido más cuestionado con la pérdida de personería y el fraude del 20 de octubre de 2019, que despilfarró 217 millones de bolivianos sin haberse recuperado un centavo a la fecha por el Órgano Electoral Plurinacional (OEP).

Cómo puede justificarse si las proyecciones de las encuestas autorizadas por el OEP hasta una semana antes del verificativo de las elecciones reflejaban una diferencia entre el 6 y 7 % del MAS-IPSP con relación a Comunidad Ciudadana y que el 21% de los indecisos hayan inclinado su decisión por Luis Arce Catacora cuya preferencia llegaba al 30% y el 70% de los ciudadanos bolivianos estaban en contra de la -benevolente participación del MAS-IPSP- bajo la frase del voto castigo y el MAS nunca más, por su postura antidemocrática durante 14 años.

En Europa y Asia las actas de escrutinio de los compatriotas que fungían de jurado daban cuenta de la derrota estrepitosa del MAS-IPSP, con preferencias notables en cifras hacia Comunidad Ciudadana y Creemos; sin embargo, la realidad supone que el voto en Buenos Aires estuvo inflado y aforado ¿Por quién? Por el expresidente y la injerencia de autoridades argentinas, que la diplomacia de Bolivia no fue capaz de cancelar la elección en protección de la democracia y la dignidad de los bolivianos. Además, con el antecedente de calificar a la presidente Jeanine Áñez como “golpista” y de no permitir el ingreso de legisladores bolivianos a Buenos Aires.

Por último, ¿quiénes supervisaron el voto y escrutinio en el trópico de Cochabamba y en Buenos Aires? Si no lo hicieron le quita al proceso democrático limpieza y protección constitucional.

La unidad política y la transparencia democrática venerables, son símbolos de promesas incumplidas, si el árbitro no tuvo la talla de disolver al partido político más fraudulento de la historia de Bolivia.