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Los desafíos del “modelo cruceño”
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24 de octubre de 2024, 3:00 AM
Hace una semana el libro que escribimos en 2021 con Gary Rodríguez, Carlos Hugo Barbery y Oscar Soruco, “El modelo de desarrollo cruceño”, rompió el récord de un millón de descargas. Tres años después de colaborar, deseo compartir algunas confidencias y, sobre todo, reflexiones.
La idea del libro fue de Gary en su incesante lucha por defender a Santa Cruz. Como le dije esos días y recordando lo que le decían a mi padre tarijeño en Potosí, “Gary es el mejor cruceño que ha parido Cochabamba”. Para mí, es un “cruceño de oro”.
Confieso que no quise participar por una cuestión intelectual, En mi formación académica un modelo es una representación simplificada de la realidad, de las cuales hay miles. O, en su caso, son formas de organizar la sociedad; y, los que existen son variantes de los modelos básicos capitalista y socialista. No existen otros modelos ya sean asiático, chileno, cruceño; o, a su vez neoliberal o social-comunitario.
Me animé cuando encontré una excepción: un modelo como una narrativa de éxito que puede ser explicable y, tal vez, replicable. Para no entrar en un dilema profesional, no incluí la palabra “modelo” en mi capítulo, donde traté de usar sólo las herramientas de mi profesión. Por eso, tomo un modelo como una narrativa (o mística) que impulsa las acciones de quienes vivimos en esta parte del país.
Luego del análisis macroeconómico que hice de Santa Cruz, ahora se necesita un estudio riguroso de los factores microeconómicos que explican el éxito de las empresas cruceñas. Durante varios años pensé que era el clima de estabilidad política y social inexistente en Occidente a inicios de siglo. Pero, entre 2006 y 2016 La Paz y Cochabamba no tuvieron conflictos y a pesar de eso Santa Cruz fue más exitosa. Entonces existen otros factores que deben estudiarse científicamente para ver por qué los negocios prosperan más acá.
En cuanto a la replicabilidad, soy escéptico porque creo que nuestras regiones tienen culturas distintas, casi irreconciliables. Lo digo porque vengo de una de esas culturas y cuando veo documentales como “Tejedoras de sueño” sobre tejidos típicos en el norte potosino, salta a la vista la diferencia incluso cosmológica.
No es un problema si cada cultura convive armónica y respetuosamente. Si lo es cuando se quiere imponer una cultura por la fuerza, en lugar de emplear la política y el diálogo, como se ha intentado en estas décadas. En este punto, creo que la tarea de Santa Cruz es enamorar a las otras regiones; no esperar que las otras se enamoren de ella.
En cuanto a la región, reitero que el reto es comenzar a centrarse en hitos sudamericanos y no descansar en la zona de confort de liderar Bolivia. Lo alcanzado hasta el presente es remarcable, pero ya es historia; hay que plantearse nuevos retos porque la narrativa no es suficiente: se necesitan acciones.
Sólo un ejemplo: estudios del Banco Mundial sobre el éxito de las metrópolis expuestos en CAINCO en 2018 muestran que el capital humano es más importante que la densidad urbana o la infraestructura para el desarrollo metropolitano.
Por eso, si en su momento las instituciones trabajaron para tener infraestructura básica, es hora de percatarnos que el talento humano es la clave en la era de la información y el conocimiento. Las inversiones y la cantidad de trabajo vendrán solos si se enfatiza en las habilidades y competencias o calidad laboral.
Una medida sencilla para comenzar: necesitamos medirnos. Para eso tenemos la opción de la Prueba de Aptitud Académica (PAA) de la entidad sin fines de lucro The College Board, con un costo de USD100 por estudiante. No es grande comparado con otros montos de inversión pública o gasto privado.
Pero el efecto sería no sólo revelador, sino transformador y liberador. Complementada con otras pruebas y con acciones regionales complementarias para mejorar habilidades será relevante para tener más y mejor capital humano.
Mejor talento humano es, en mi opinión, el gran desafío del siglo XXI para el “modelo cruceño”.