La política exterior es un pilar fundamental para el desarrollo económico, social y político de cualquier nación. En el caso de Bolivia, el mandato del presidente Luis Arce Catacora ha revelado una política exterior marcada por inconsistencias y falta de estrategia clara. Este escenario ha impactado negativamente tanto en la economía nacional como en la percepción internacional del país. Lejos de consolidar alianzas estratégicas, Bolivia parece haberse aislado de oportunidades clave en un contexto global cada vez más competitivo.

Claramente un análisis de los principales escenarios de la política exterior puede sustentar la hipótesis antes mencionada.

Por ejemplo, los avances con la Comunidad Europea han sido escasos. El gobierno de Arce ha mostrado una débil capacidad de negociación. Los acuerdos comerciales y la cooperación en áreas como la protección medioambiental y los derechos humanos han quedado relegados. Mientras otras naciones andinas avanzan en la exportación de productos agrícolas e industriales hacia el mercado europeo, Bolivia se enfrenta a barreras arancelarias y falta de acceso a programas de asistencia técnica.

En las últimas semanas, Luis Arce ha intentado vender la idea de que la incorporación de Bolivia a los BRICS era el logro más importante de su gestión; pero Bolivia ha fallado en aprovechar los mecanismos de financiamiento del bloque, como el Nuevo Banco de Desarrollo, y no ha logrado posicionarse como un socio estratégico en sectores donde podría destacar, como el litio. Este desinterés estratégico ha dejado al país en una posición marginal dentro del grupo.

A nivel regional poco y nada se puede rescatar. La Comunidad Andina, de la cual Bolivia es miembro fundador, se encuentra debilitada por falta de liderazgo regional. En cuanto al Mercosur, las exportaciones bolivianas hacia este bloque enfrentan dificultades por falta de infraestructura y políticas comerciales adecuadas. La integración económica regional sigue siendo una deuda pendiente.

Las relaciones con Chile continúan marcadas por el estancamiento. A pesar de la retórica sobre la reivindicación marítima, no se han dado pasos concretos para reactivar las negociaciones bilaterales. Temas como el acceso al Océano Pacífico y acuerdos fronterizos siguen siendo puntos de conflicto, debilitando la diplomacia boliviana.

Con Estados Unidos aún prevalece la ideología por encima de la diplomacia. La falta de acuerdos comerciales y de cooperación en seguridad ha afectado el flujo de inversiones y el apoyo internacional en temas críticos como el narcotráfico.

Al contrario, con mucho entusiasmo y escasa responsabilidad histórica, se ha acrecentado la dependencia económica de China, reflejada en préstamos y proyectos de infraestructura, ha generado preocupación por la pérdida de soberanía en decisiones estratégicas. Aunque China es el principal comprador de materias primas bolivianas, las condiciones de los acuerdos a menudo favorecen más a Beijing que a La Paz.

En la misma línea de afinidades ideológicas, incluso por encima de principios universales, el alineamiento político con Venezuela ha sido un lastre para la diplomacia boliviana. El apoyo irrestricto al régimen de Nicolás Maduro ha perjudicado la imagen de Bolivia en el contexto internacional, alejando posibles aliados democráticos y erosionando su credibilidad. Un régimen con tendencias autoritarias, como el boliviano, apoya incondicionalmente a la dictadura venezolana.

Más allá del recuento presente, ¿Cuáles han sido los encuentros más importantes de Luis Arce en los últimos meses? Una cita con Nicolás Maduro y un anunciado encuentro con Xi Jinping, presidente de la República Popular China. ¿Dime con quién andas y te diré quién eres?

En síntesis, la política exterior de Luis Arce Catacora refleja una falta de visión estratégica que ha limitado el potencial de Bolivia en el escenario global. Para revertir esta situación, el gobierno debería priorizar la diversificación de alianzas, fortalecer las relaciones con bloques comerciales y enfocarse en acuerdos bilaterales que favorezcan el desarrollo económico y la soberanía nacional. Pero, lamentablemente, el primer mandatario tiene otras prioridades.