Una pregunta que se repite cientos de miles de veces al día en la sociedad boliviana tiene que ver con quien podría sustituir a los caudillos masistas, o lo que es lo mismo, que líder cumple las condiciones necesarias para ganar las elecciones del 2025, la respuesta es siempre la misma, “no hay”, en este momento no se perfila ningún líder de oposición que concentre la fuerza política necesaria como para ganarle al MAS, la pregunta es: ¿Por qué en 19 años no se generaron líderes democráticos? La respuesta más directa tendría que sostenerse en la constatación de que una generación y algo más solo conocieron un régimen; el masista, y un caudillo, Evo Morales, y en consecuencia sus capacidades competitivas se vieron reprimidas. El caudillo se encargó de presentarse como eterno, su proyecto plurinacional como inevitable y el fin de la república como natural, toda esta combinación produjo un silencio político que hoy lo vivimos dramáticamente.

Creo que la usencia de líderes que puedan catalizar las fuerzas democráticas y vencer el masismo es la resultante no solo de ese silencio, sino, además, del agotamiento de los grandes discursos que dominaron la realidad nacional desde mediados del siglo pasado. Los postulados del nacionalismo revolucionario, exitosamente enfrentado al marxismo en todas sus vertientes, tuvieron la virtud de generar pasiones y con ellas una pléyade de actores políticos para los que las grandes luchas históricas constituían el sino de su propio destino, su razón de ser.

Al silencio masista se suma el inobjetable cambio que han experimentado las sociedades de occidente, el ocaso de las ideologías, el declive de los discursos epocales y el advenimiento de una postmodernidad en la que todo fluye sin rumbo predefinido, o más bien, definido por la globalización de los mercados y la mundialización de las culturas, todo esto ha impregnado el espíritu de las nuevas generaciones de una silenciosa indiferencia encriptada en un marcado sentimiento antipolítico, y una profunda suspicacia en relación a los fundamentos ideológicos que antes daban sentido a las grandes batallas por la historia.

En consonancia con lo mencionado, una dolorosa ausencia de pensamiento crítico ha marcado las últimas dos décadas, y un exitismo prefabricado y demagógico ha permeado todo intento de juzgar críticamente el curso que tomaba la historia bajo la dominación masista, lo que, en última instancia sirvió de caldo de cultivo para modular una generación con muy pocas destrezas políticas, que hoy se expresa como ausencia de liderazgos, déficit de los discursos políticos y crisis de la política como tal. No se trata en consecuencia de un problema circunscrito a las capacidades humanas, personales, individuales o privadas, sino, más bien, se refiere al momento en que la dialéctica de las contradicciones que el propio MAS incentivó enfrentando todo lo que pudo y fabricando fantasmas y enemigos en todos los escenarios posibles, produjo el resurgimiento de dinámicas para las que las generaciones que permanecieron bajo el silencio masista no estaban preparadas.

Este escenario acelerado por la proximidad de las elecciones generales y la crisis existencial del MAS, ha puesto de manifiesto la urgencia de construir o identificar liderazgos nuevos, liderazgos que el masismo condena al fracaso de antemano solo porque comprende que su ciclo político ha terminado, y quien emerja de la sociedad civil será el portador de un discurso ciudadano que ya nada tiene que ver con la vieja política y los obsoletos esquemas ideológicos en los que, ya no hay izquierdas ni derechas, ni originarios ni no-originarios, ni indios ni mestizos, solo quepan identidades ciudadanas plurales e intereses comunes a todos[RA1]  los sectores a despecho de lo que un día fueron las clases sociales, en pocas palabras, los liderazgos que eventualmente emerjan ante las urgencias que suponen los comicios del próximo año, marcará el finde los paradigmas nonagésimos, y esto solo puede nacer de esta juventud que emerge en los campos políticos actuales y las luchas democráticas frente al poder autoritario.