Brita Candia/Experta en transformación educativa

Los modelos educativos universitarios han experimentado, en los últimos 50 años, una transformación sin precedentes, redefiniendo el panorama de la educación superior en el país y en toda la región.

Este cambio profundo, que se gestó a lo largo de varias décadas, encontró un hito significativo en el informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, auspiciada por la UNESCO, que estableció las bases para una educación basada en competencias. 

En Bolivia, este nuevo enfoque desafió a los expertos y planificadores educativos a buscar formas para su aplicación en la formación profesional. Las respuestas no se dejaron esperar. En 2019, de la mano de un equipo de docentes y pedagogos, la carrera de Medicina de Unifranz, inició la implementación de un modelo disruptivo, más conocido como Experiencias Avanzadas de Cambio (EAC).

Las EAC se enmarcan en la pedagogía activa, se centran en el estudiante y buscan impulsar un aprendizaje práctico a través de situaciones vivenciales y originales que generan emociones y provocan nuevas necesidades de aprendizaje, utilizando metodologías como el aula invertida, el aprendizaje basado en casos clínicos con enfoque de retos, el aprendizaje basado en problemas y la evaluación en escenarios simulados y reales.
Este innovador enfoque metodológico permite a los estudiantes involucrarse física, mental y emocionalmente, garantizando así un aprendizaje significativo y el desarrollo de capacidades individuales y colectivas.

La conferencia mundial de la UNESCO sobre educación superior fue el punto de partida para la transformación universitaria con miras a lograr la producción de conocimiento aplicado y transdisciplinario.
Sin embargo, este cambio demanda una educación universitaria más pertinente y socialmente responsable, con un sistema de control de calidad que integre intereses intelectuales, sociales, económicos y políticos. El desafío es global y ha impulsado un proceso de refundación en las instituciones de educación superior, apoyado por el proceso de Bolonia y el Proyecto Tuning.

El modelo se centra en el aprendizaje del estudiante y en los resultados alcanzados, permitiendo una flexibilidad que considera los ritmos particulares de aprendizaje. En este enfoque, la evaluación es continua y formativa, requiriendo un sistema basado en la observación del comportamiento y los resultados del trabajo. 

Adicionalmente, la autoevaluación y el compromiso del estudiante con su proceso formativo son piezas clave del modelo, convirtiendo la evaluación en el motor del aprendizaje y el desarrollo profesional.

El proceso de implementación de las EAC no ha sido un camino fácil. Comenzó con la teoría del cambio de paradigma educativo y el diseño metodológico instrumental. Las experiencias de aprendizaje se desarrollan a través de cinco tipologías que se aplican de manera secuencial a lo largo de la semana: motivación, comprensión, experimentación, demostración y transformación. 

A tres años de su aplicación, los resultados son alentadores ya que los estudiantes demostraron curiosidad y capacidad de autorregulación en su aprendizaje, desarrollando pensamiento crítico y capacidad resolutiva. 

La integración de conocimientos a través de casos clínicos permitió, también, romper con la fragmentación tradicional de las asignaturas, avanzando hacia un aprendizaje significativo y aplicado. Sin embargo, todavía se necesita fortalecer las competencias docentes y el trabajo colaborativo para alcanzar plenamente las expectativas de la formación basada en competencias.

El modelo educativo debe seguir evolucionando para reducir las tensiones y resistencias al cambio, y adaptarse a la realidad post pandemia, incorporando competencias digitales como parte esencial del perfil del egresado.
La experiencia representa un paso fundamental hacia la transformación de la educación superior en Bolivia. No sólo promueve un aprendizaje significativo, sino el desarrollo de competencias para enfrentar los desafíos del siglo XXI.