Guillermo Gándara

La sostenibilidad se concibe de forma integral y asumiendo el principio de equidad intergeneracional, esto es, el compromiso de transferir a las próximas generaciones un legado que les permita mejorar los niveles de bienestar presentes.

En su concepción más básica, la sostenibilidad se visualiza como la interconexión de las tres dimensiones: económica, social y ambiental. Sin embargo, las ciudades concentran fenómenos complejos, donde operan diferentes sistemas que interactúan entre sí (movilidad, seguridad y residuos, entre otros), y donde cada habitante es consumidor de recursos. Por ello, la observación urbana debe enfocarse en todas las dimensiones de una ciudad.

Una ciudad puede encaminarse hacia la sostenibilidad o no, dependiendo de cómo se proveen y gestionan dichos sistemas y qué tanto se usen estos recursos. Sin embargo, es un mundo cada vez más urbano, donde se proyecta que, en 2050, 70% de la población del planeta habitará en ciudades; un mundo que envejece, donde en 2050, 20% de la población tendrá más de 60 años; donde adoptamos cada vez más la tecnología en nuestra vida cotidiana; un mundo que transita de los combustibles fósiles a la energía alternativa; que afronta el calentamiento global.

Habitamos ciudades que se caracterizan por ser duales, segregadas social y espacialmente; ciudades dispersas donde el consumo del territorio supera el crecimiento de la población; congestionadas tanto por el aumento de su flota vehicular como por sus deficientes sistemas de transporte público; ciudades que superan los estándares internacionales de contaminación del aire, que contaminan sus aguas superficiales y subterráneas; ciudades inseguras por los altos índices de criminalidad y por los problemas de salud asociados a su contaminación, además de la mortalidad derivada de accidentes de tráfico y su vulnerabilidad ante fenómenos naturales.

Frente a este panorama, toca hacer una pausa para reflexionar en qué tipo de ciudades deseamos que vivan nuestros hijos y nietos y permitirnos soñar que deberían ser sostenibles con una visión integral en ocho dimensiones: ambiental, económica, socio-cultural, educacional, político-normativa, científico-tecnológica, participación de actores y principios de la sostenibilidad.

A futuro, las ciudades deberían promover la movilidad sostenible, usando combustibles alternos, con ciclovías, pero con énfasis en el peatón; con edificaciones bioclimáticas, huertos urbanos, viviendas generadoras de energía; con programas de protección y conservación de flora y fauna y de control y seguimiento de contaminantes ambientales; con tratamiento de aguas residuales descentralizados y de pequeña escala y gestión integral de residuos.

Tenemos que proyectar un futuro donde las ciudades sean para todos, amigables, inteligentes y resilientes, que se regeneran y se transforman hacia la sostenibilidad urbana. Eficientes, porque reducen sus huellas energéticas, de carbono e hídrica y practican la economía verde. Ciudades solidarias con las personas, el entorno y el resto de las especies, con lo local y lo global. Ciudades con gran capacidad de aprendizaje e innovación, creativas, con presencia de instituciones de investigación y desarrollo y centros de formación superior, dotadas con infraestructura digital y tecnologías de comunicación, junto con un elevado nivel de gestión.

¿Quiénes están llamados a construir las ciudades del futuro? Los jóvenes. Ellos, además de urbanistas consumidores de recursos, serán los nuevos tomadores de decisiones y deben ser conscientes de las problemáticas que nos aquejan en la vida urbana, con la capacidad para detectar las oportunidades que nos depara el futuro, entre ellas el cambio tecnológico.

Esta generación tiene la capacidad de asimilar las megatendencias y con creatividad podrán aportar soluciones y generar emprendimientos de valor para el futuro

Y, son ellos quienes serán protagonistas del Futures Week®️, un espacio que a fines de octubre reunirá a jóvenes de la sociedad civil, expertos y autoridades para construir las ciudades del futuro de Bolivia.