Si hay tres características que definen al cruceño, son su alegría contagiosa, solidaridad y el amor profundo por su tierra. Y este sentimiento se palpó con creces en el Carnaval Cruceño en Virginia (EEUU), donde más de 2.000 almas vibraron al ritmo de la banda Milenium, coreando taquiraris y chovenas con la nostalgia a flor de piel.

“Amo Santa Cruz. Amo mi pueblo. No hay como mi tierra”, confiesa Claudia mientras las lágrimas asoman en sus ojos. Seca su rostro con resignación y sueña con el día en que pueda volver a pisar suelo cruceño. Llegó con toda su familia a Virginia hace siete años, pero Santa Cruz tiene un poder especial, el de calar en los huesos y despertar un amor incondicional por la tierra natal, sus tradiciones, su comida y su música. Y es por eso que la fiesta se convierte en la excusa perfecta para reencontrarse con todo ello.

Claudia sabe que en Virginia tiene mejores oportunidades de trabajo que en Bolivia, pero no puede negar los sentimientos que la invaden cuando recuerda su terruño.

“Son cinco horas”, dice Víctor. “Cinco horas en las que nos volvemos a sentir cruceños, conectados con nuestro Carnaval, nuestras costumbres y nuestra tradición. Escuchar la banda nos ‘transporta’ inmediatamente a Santa Cruz”, explica con un dejo de tristeza mientras ve que el evento se acerca a su fin. Hay alegría, sí, pero también nostalgia por la incertidumbre de cuándo podrán volver a Bolivia, a su amada tierra camba.

Más que una fiesta, la del sábado fue un encuentro de corazones. Para la mayoría, el Carnaval Cruceño en EEUU es mucho más que una simple fiesta, un desfile o una algarabía. Es un encuentro en el que se dan abrazos fuertes, se derraman lágrimas de nostalgia y añoranza, y se palpita una gran solidaridad. Y es que otra característica del cruceño es su gran corazón para brindar una mano amiga en tiempos difíciles.

Se escuchan muchos casos de personas que recién llegan a EEUU y reciben apoyo para conseguir vivienda y trabajo, estrechando lazos de amistad que perduran en el tiempo. Esa ha sido ‘la excusa’, incluso para formar las comparsas, que viven cerca y comparten tiempo con varias actividades.

Los organizadores coinciden en que este año el Carnaval Cruceño en EEUU ha sido un éxito rotundo, con más de 40 comparsas presentes. No escatimaron esfuerzos para traer artistas nacionales como Maysa Roca, Luis Vega y la banda Milenium, ni para vestir a sus reinas, elaborar carros alegóricos y conseguir casacas y tocados confeccionados en los talleres cruceños.

El Carnaval Cruceño en Virginia es un homenaje a la identidad cruceña, a sus tradiciones, a su música y a su gente. Es una celebración de la alegría, la nostalgia y el reencuentro, que demuestra una vez más que el amor por la tierra natal no tiene fronteras.


Jóvenes profesionales el futuro de la comunidad

Hay migrantes cruceños que ya llevan 30 o 40 años viviendo en Estados Unidos y que asisten a la fiesta con sus hijos. Quieren que conozcan cómo se vive este encuentro, que escuchen la música con la que ellos crecieron, que entiendan cómo nace ese amor por la chovena, el taquirari y la banda. Y también que disfruten la comida típica, porque en el evento se puede encontrar majao, keperí y asadito, acompañados de un refrescante mocochinchi. Pero también se encuentra chancho a la caja china, chicharrón y sándwich de chola.

“Hoy vemos jóvenes, hijos de bolivianos que ya estudian en EEUU, que están en la universidad, que triunfan y salen adelante. Tenemos mucho talento y eso beneficia a la comunidad. Seguro vamos a tener grandes noticias en diferentes ámbitos empresariales”, dice Sandro Ibáñez, director de Agrupaciones Bolivianas (Agrobol), que en las últimas décadas organiza el carnaval con gran éxito.

Y así, el evento se convierte en algo más que una simple fiesta. Es el encuentro de corazones que se unen por la añoranza del terruño, que lloran cuando escuchan “no hay tierra como mi tierra” en la voz de ‘Tingo’ Vincenti, porque esa letra cala aún más en el alma cuando se está lejos de casa.