En el ámbito educativo, los términos “profesor” y “maestro” suelen usarse de manera indistinta, pero es importante comprender que ambos conceptos abarcan aspectos diferentes. Si bien un profesor es principalmente un transmisor de conocimientos, un maestro representa un papel mucho más profundo y significativo, que va más allá de la mera enseñanza de contenidos académicos.

Para Fauzy Augusto Irazoque Requiz, pedagogo de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, ser maestro implica no solo impartir lecciones, sino acompañar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje y desarrollo personal.

“El maestro es mucho más que un simple transmisor de conocimientos es un guía que acompaña a sus estudiantes en su proceso de aprendizaje y desarrollo personal, y esas son consideradas las principales cualidades, ya que son solo algunas de las muchas que hacen de un profesor un verdadero maestro”, señala.

En este sentido, un verdadero maestro no se limita a enseñar conceptos teóricos, sino que se convierte en un mentor y un modelo a seguir, inspirando a los estudiantes a ser su mejor versión.

Maestro no es lo mismo que profesor

La diferencia entre ser profesor y ser maestro radica en la profundidad del compromiso con los estudiantes.

Mientras que el profesor se enfoca en la transmisión de conocimientos, el maestro asume un papel más amplio, guiando el desarrollo personal y emocional de sus alumnos. Esta capacidad de impactar en la vida de los estudiantes es lo que convierte a un profesor en un verdadero maestro, dejando una huella que perdura en el tiempo.

“Los maestros tienen una imagen de guía, mentor y figura de autoridad moral y, a menudo, se asocian con los primeros años de escolaridad. Es un término cargado de respeto y admiración. En tanto, el término de profesor está relacionado con la transmisión de conocimientos especializados y con la educación superior, pero, sin embargo, también puede utilizarse en niveles educativos más bajos”, puntualiza el académico.

Sofía García-Bullé, especialista en tendencias educativas del Tecnológico de Monterrey, señala que hay particularidades propias de cada rol de liderazgo en materia de educación que sería útil comprender para asegurarnos de que la experiencia de aprendizaje responda a las necesidades específicas de quien aprende.

“Por ejemplo, un profesor no tendría la preparación para mantener el control en un salón de clases de niños con un nivel de educación básica, de la misma forma que un maestro no tendría precisamente la formación en determinada disciplina como para enseñarla a un estudiante de preparatoria o profesional”, reflexiona.

En tanto, Diego Díaz Martín, formador universitario español y consultor en sostenibilidad, gestión ambiental, emprendimiento, ecoeficiencia y planeación estratégica, señala que “queriendo o sin querer”, los maestros tienen un impacto inspiracional sobre los alumnos.

“Este impacto, que ojalá sea duradero, radica en nuestra capacidad de inspirar, motivar y creer en el potencial de cada estudiante, creando un ambiente de empatía, confianza y empoderamiento que perdura más allá del tiempo y de las aulas”, precisa.

Díaz destaca 10 acciones que, sin ser una lista exhaustiva, considera importantes para lograr la diferencia en su rol como formadores universitarios: fomentar un ambiente de respeto y confianza, promover el pensamiento crítico, estimular la creatividad y la innovación, fomentar la colaboración y el trabajo en equipo, proporcionar retroalimentación constructiva, adaptar los métodos de enseñanza a las necesidades individuales y los tiempos actuales, fomentar la ética y la responsabilidad, establecer conexiones entre el conocimiento académico y el mundo real, estimular la curiosidad y el interés por la investigación y servir como modelo a seguir.

Relación maestro - estudiante

La relación entre maestro y estudiante se caracteriza por la confianza y el respeto mutuo. Este vínculo, según Irazoque, es fundamental para que el alumno se sienta motivado y comprendido, lo que impacta directamente en su desarrollo emocional y social.

A través de esta relación, el maestro tiene la capacidad de influir en la vida de sus alumnos de manera duradera, trascendiendo el aula y dejando una huella en su futuro.

El rol del maestro no se mide únicamente por su capacidad para enseñar, sino también por su influencia en la construcción de personas responsables y comprometidas con su entorno. Un maestro inspira, orienta y motiva, cultivando valores esenciales como la empatía, el esfuerzo y la perseverancia.

“Tiende (el maestro) a construir relaciones que están basadas en la confianza y el respeto, y también en fomentar a desarrollar la integridad de cada estudiante. Asimismo, tiene la capacidad de influenciar en la trascendencia del aula y dejar una huella para el futuro de sus estudiantes”, concluye.

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