En pocos años, la industria del desarrollo de software en Bolivia se ha convertido en uno de los pilares de la economía creativa en el país, gracias a su accesibilidad y capacidad de adaptación al mercado global, presentándose como una alternativa a la matriz productiva actual, tradicionalmente dependiente de los sectores extractivos.

“Sin embargo, el potencial disruptivo de esta industria aún contiene una serie de desafíos, los cuales deben ser abordados de manera integral y creativa”, explican los investigadores Alex Ojeda y Valeria Peredo, autores del estudio “La programación de software en Bolivia”, el cual forma parte del libro “Creatividad y emprendimiento: nuevas economías en Bolivia”.

El texto, que reúne diferentes investigaciones que presentan un panorama actualizado del sector, fue presentado en el marco del II Foro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Unifranz en Cochabamba.

Ojeda indica que la conectividad global ha sido clave para expandir sectores como el entretenimiento, la educación y la salud, todos ellos impulsados por tecnologías digitales. A diferencia del hardware, que enfrenta elevadas barreras de entrada por los costos de materiales y tecnología, el software requiere menos inversión inicial, lo cual democratiza su acceso.

"La programación es una industria accesible; un programador sólo necesita una computadora y conocimiento. Este campo abre oportunidades incluso en países del Sur global como India, Costa Rica y, por supuesto, Bolivia", explica.

Según la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación (Agetic), las empresas de informática registradas en Bolivia, dedicadas a la comercialización de software, generan alrededor de 30 millones de dólares por año por concepto de exportación.

En el ámbito comercial, algunas empresas bolivianas se dedican a vender al exterior software que incluye soluciones empresariales, aplicaciones móviles, sistemas de gestión, software de control y monitoreo, entre otros.

Ciudades como Cochabamba se han convertido en polos emergentes de esta industria, con empresas locales que han empezado a captar la atención en el mercado internacional. Este avance ha tenido un "efecto demostrativo" en la economía local, incentivando a nuevos talentos a sumarse a la programación como una opción profesional.

Competitividad

Peredo indica que, de acuerdo a la investigación, los programadores bolivianos se distinguen no solo por sus habilidades, sino también por su perfil joven y altamente capacitado. El 74% de ellos posee un título en sistemas o ingeniería informática, aunque el sector de software valora tanto o más las habilidades prácticas que los títulos formales. Esta flexibilidad facilita que los programadores se inserten en el mercado laboral rápidamente, incluso sin completar estudios universitarios.

En cuanto a condiciones laborales, la mayoría de estos profesionales trabajan en el sector privado o como freelancers, y solo un pequeño porcentaje en el sector público, ganando hasta tres veces más que el promedio urbano.

“En promedio los desarrolladores ganan 7.500 bolivianos por 40 horas de trabajo a la semana, esto contrasta con lo que ganan otros sectores, por ejemplo, un trabajador urbano en Cochabamba gana un promedio de 2.300 bolivianos por el mismo tiempo de trabajo semanal. Es decir que un programador gana hasta tres veces más que otros trabajadores”, expresa Peredo.

Las áreas más populares de especialización incluyen el desarrollo web y de aplicaciones de escritorio,

Sin embargo, nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y la ciencia de datos aún no han alcanzado un desarrollo significativo en el país.

Desafíos

El desarrollo de software, aunque prometedor, enfrenta retos importantes, entre ellos, la escasa participación femenina. Según el estudio, el 76% de los programadores en Cochabamba son hombres, una cifra que refleja una brecha de género considerable en comparación con la fuerza laboral urbana en general, donde la distribución es mucho más equilibrada.

Otro desafío significativo es el educativo. La mayoría de los programadores bolivianos provienen de colegios privados, lo que indica una necesidad urgente de fortalecer la enseñanza en ciencias y matemáticas en el sistema público. "Para competir globalmente, debemos cerrar esta brecha y garantizar que todos los jóvenes tengan acceso a una formación de calidad en tecnología", subraya Peredo.

Ojeda, por su parte, concluye que Bolivia tiene un gran potencial para posicionarse en la economía creativa a través del software, siempre que se aborden algunos obstáculos críticos. Para él, la industria debe diversificarse más allá del desarrollo web hacia áreas como el desarrollo móvil y los videojuegos, sectores que en otras regiones ya generan grandes ingresos y son altamente demandados.

"Es necesario fomentar la inclusión femenina, fortalecer la educación pública en ciencias y tecnologías, y adaptar la formación profesional para responder a las necesidades de una industria en constante evolución", afirma Ojeda, subrayando la importancia de políticas públicas que promuevan la innovación tecnológica.

Con un mercado global cada vez más digitalizado, la industria del software en Bolivia tiene el potencial de convertirse en un actor disruptivo y transformador, impulsando la economía creativa del país hacia un futuro de mayores oportunidades y crecimiento inclusivo.

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