"Hemos venido jugando este partido desde hace mucho tiempo. Preparándolo, conversándolo, imaginándolo. Vamos a jugar contra un gran equipo que no cambiará su forma de jugar por estar en la final", dijo Almirón en rueda de prensa.

"Imagino un partido donde los dos lo van a intentar jugar a su manera, muy cerrado. Pero de lo que sí estoy seguro es que este equipo está a la altura para jugar una final, sabiendo todo lo que representa para Boca", agregó.

El Xeneize disputará su duodécima final de Libertadores y persigue con desespero el séptimo título tras los ganados en 1977, 1978, 2000, 2001, 2003 y 2007, tres de ellos (2000-2001-2007) gracias al exquisito talento de Juan Román Riquelme, máximo ídolo del club azul y oro del barrio bonaerense de La Boca, y del que hoy es su vicepresidente.

De conquistar la séptima, Boca igualará con Independiente de Avellaneda como el máximo ganador del principal torneo de clubes de la Conmebol.

"Me siento muy orgulloso por la ilusión que hemos generado en la gente. La mayor movilización de hinchas de Boca en la historia. Es un gran responsabilidad y somos conscientes de lo que está en juego, de lo que desea el hincha de Boca", apuntó.

Almirón, que arribó a Boca a mediados de abril, destacó el momento del equipo, con jugadores consolidados y la proyección de nuevos valores surgidos en la cantera, y la idea de juego consolidada.

"Es emblemático el partido de mañana para todos, en un estadio como este con tanta historia. Recién vimos que las butacas están pintadas de azul y amarillo, qué más para regalarle una gran alegría al hincha de Boca", remarcó con una amplia sonrisa.

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