El fútbol cambió mucho en los últimos tiempos; sin embargo, pese a ello, aún vemos rasgos nítidos de su idiosincrasia futbolera en brasileños, argentinos, uruguayos, paraguayos, colombianos, chilenos y peruanos. En Bolivia, no.

El fútbol boliviano nunca tuvo un rasgo distintivo, apenas su marcado entusiasmo, que en su momento fue rotulado como “la garra camachista”, por el espíritu combativo infundido por Wilfredo Camacho, capitán de la selección que logró el único título para el país, en el Campeonato Sudamericano de 1963.

Pero no duró mucho porque después irrumpieron con fuerza otras vertientes futbolísticas, la oriental y chaqueña, con una impronta que obligó a cambiar el rumbo en cuanto a característica de juego en el contexto boliviano.

En el eje troncal, solo Santa Cruz y Cochabamba tienen rasgos de influencia del fútbol sudamericano, sobre todo del paraguayo y argentino, basado en la velocidad y la técnica. En La Paz no se nota esta característica, pese a que dio jugadores de la talla de Blacut y Rada, por ejemplo.

La selección del 77 también pudo marcar un camino, la perjudicaron las goleadas en Cali y Hungría

El fútbol oriental se basa en la habilidad y la velocidad; el occidental en el despliegue y la voluntad; incluso en los valles existe una diferencia, no juegan igual un cochabambino que un tarijeño, y es más, en Tarija, es distinta la forma de jugar de un chaqueño que la de un chapaco, tomando en cuenta la época influyente de los sureños, enmarcada en la década de los 60 y los 80.

Los cochabambinos tienen mucho despliegue y buena técnica; los tarijeños, buena técnica y habilidad. A los chaqueños, cuya característica cambió desde los años 80 (incluso en el biotipo), los distinguía un fútbol de buena técnica y prestancia.

A esa falta de identidad definida, se suma como limitante perjudicial la tendencia al chovinismo que existe en nuestro fútbol, a negarse a mirar lo que se hace en el exterior e incorporar cosas que ayuden a evolucionar.

Un ejemplo, en los 70, cuando vino Huracán de Argentina, dirigido por Osvaldo Zubeldía, quien había revolucionado el fútbol con sus innovaciones tácticas y estratégicas con Estudiantes de La Plata, se le criticó por utilizar la ley del offside, en lugar de incorporar una alternativa a la hora de defender.


Chichi Romero, marca registrada de un fútbol oriental de talento y habilidad

La selección de la Eliminatoria del Mundial 78, reunía cualidades del fútbol oriental y chaqueño: buena técnica, velocidad y prestancia, pero no logró imponerse por el fiasco de la Liguilla de Cali, Colombia.

La gesta de 1993, con la clasificación al Mundial de Estados Unidos 1994 como hito, fue el momento propicio para darle un rumbo definido al fútbol nacional, con la tarea formativa de la Academia Tahuichi Aguilera, y, en menor medida, de la Escuela Enrique Happ, acompañadas por el liderazgo de Xabier Azkargorta.

Esa característica dispersa fue aunada por Azkargorta, que sumó talento, habilidad y esfuerzo, y le aportó una buena dosis de autoestima, permitiendo jugar con la prestancia necesaria para competir de igual a igual.

Esa sensación se fortaleció tras la buena actuación boliviana en la Copa América Uruguay 1995 y el subcampeonato logrado en la Copa América 1997, disputada en el país. Pero resultó ser sólo un espejismo. *En la tercera entrega, la actualidad.

Cochabambinos y cruceños tienen características definidas, una mezcla de habilidad y velocidad

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