Líder, aunque parezca increíble. El sufrimiento en el tramo final fue por momentos incontrolable. El Tahuichi apretaba porque en esos fatídicos últimos minutos, Wilstermann se venía con todo, pero este Oriente, ‘made In Monasterio’, está acostumbrado a sufrir, pero también a ganar (1-0).

La victoria le permite sumar 15 puntos y mirar a todos -incluídos a Bolívar y The Strongest-, desde la cima. “Dale, dale Oooo… queremos la Copa”, se animó a cantar la hinchada, ilusionada, feliz, algo que no sucedía hace mucho tiempo porque después de ocho años, Oriente es puntero.

Los hinchas no se querían ir del Tahuichi, ovacionaron a sus jugadores que tras el final se acercaron a cada tribuna para recibir afectos. Tantos inconvenientes vienen aguantando que ganar y ser líderes, es algo que disfrutaron al máximo. Oriente sonríe de una manera distinta.

Ganar no fue fácil, porque Wilster lo tuvo contra las cuerdas en los tramos finales, aunque el sufrimiento se pudo evitar si es que Marcos Riquelme (61’) y Gílbert Álvarez (76’) lograran convertir los ‘mano a mano’ que el portero Bruno Poveda les ganó. Pero sin sufrir, esto no sería Oriente.

 En la etapa inicial Oriente no fue fino, le faltó fluidez, no llegó con seguridad por las bandas ni por el centro y eso impidió que pudiera golpear a un rival que no se fatigó. Los tres cabezazos de Rashid Nacif (15’, 16’ y 25’), inquietaron o avisaron de lo que se venía.

Pero el mérito de este equipo es no rendirse, más allá que no juega bien. El ‘Made In Monasterio’ quedó en clara evidencia cuando a los 44’ el mismo Nacif puso el 1-0, entrando como una tromba desde atrás, tras un débil manotazo de Poveda.

Wilster pagó caro la desconcentración atrás, y por momentos, también su pasividad cuando tuvo el balón. No inquietó a su rival porque Rodrigo Amaral no estuvo preciso y porque entre Danco García y Gonzalo Castillo, neutralizaron al siempre peligroso Ariel Nahuelpan.

En el complemento pasó de todo porque apenas se reinició el juego el local se quedó con uno menos por la expulsión del debutante uruguayo Mario Ramírez. Agarró a Rodrigo Amaral siendo el último hombre y el juez central, Gery Vargas, no dubitó: roja y a las duchas.

Pero el aviador le devolvió la confianza con una tonta expulsión de Gonzalo Castillo (55’) que salió por doble amarilla cuando marcó con la mano el que pudo haber sido el empate. Esa expulsión fue un aliciente para los albiverdes que volvieron a la carga con los cambios.

Riquelme y poco después Junior Sánchez, Diego Barreto y Jhon García, se pusieron el equipo al hombro y se fueron con todo arriba, pero les faltó la estocada final y a partir de ahí se generó el sufrimiento,  al que el equipo ha comenzado a acostumbrarse. El tramo final fue agobiante.

Los hinchas sufrían, atacaba con todo Wilster y sostenían las manos de Alejandro Torres. Cuando el aviador falló las últimas dos, el público explotó como si hubiera sido un gol ya que el triunfo no tenía discusión.

El 1-0 quedó sellado en medio de la algarabía de los hinchas albiverdes que hace tiempo no tenían una alegría  con cuatro victorias al hilo. Pero mientras tanto el hincha se emociona y Joaquín Monasterio  disfruta  sin dejarse envolver con todo. El reto ahora es para el presidente Ronald Raldes y su dirigencia para honrar las deudas. Y mientras tanto, el equipo sigue ganando.


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