Todos los días, la palestina Um Omar toma el teléfono y simula que llama a su marido para tranquilizar a su hija de cuatro años que todavía no entiende que su padre haya muerto en la guerra de Gaza.

"Agarra mi teléfono y quiere que lo llamemos para contarle el día", cuenta. "He terminado por hacerlo así para no perturbarla", explica Um, que vive en una carpa tras huir de su apartamento con sus tres hijos.

El padre, Ibrahim al-Shanbari, murió en los primeros días del conflicto por un ataque aéreo de Israel en el norte de la Franja de Gaza. Todo pasó "demasiado rápido" para Um Omar, que dice haber perdido todo "en una fracción de segundo".

Originaria de Bait Hanun, vive desplazada con sus hijos de entre 4 y 11 años en Al-Mawasi, en el sur del enclave palestino.

"No sé cómo han pasado los meses", explica la mujer, quien no ha podido vivir el duelo como es "costumbre" en Gaza, ni en el momento del entierro ni después.

Según el Ministerio de Sanidad del gobierno de Hamás, más de 40.000 palestinos murieron en Gaza desde el inicio de la guerra, desencadenada tras el ataque de este movimiento palestino contra el sur de Israel el 7 de octubre.

Ese día, combatientes islamistas mataron a 1.198 personas, según un recuento de AFP basado en datos oficiales israelíes. 

También secuestraron a 251 personas. El ejército israelí afirma que 111 siguen en Gaza, aunque 39 estarían muertos.

Después de meses de incesantes bombardeos, disparos de artillería y combates terrestres, los palestinos de Gaza viven en un campo de ruinas.

Um Omar llora por su marido "tan amable" y recuerda sus "sueños", pero intenta consolarse al considerarse afortunada en comparación con "aquellos que han perdido un familia entera, aquellos que no han podido decir adiós o aquellos que encuentran a sus hijos en pedazos".

Más del 1,5% de los 2,4 millones de habitantes del territorio palestino murieron, la mayoría en condiciones extremadamente violentas, según el balance suministrado por el gobierno de Hamás.

Algunos heridos se desangraron antes de llegar a los hospitales, mientras otros fallecieron sepultados bajo sus propias casas y sus cuerpos quedaron hechos pedazo.

El hambre afecta a las familias palestinas en Gaza/Foto: AFP

​Foto: AFP

- "La muerte reemplazó a la vida" -

Para Mustafa al Jatib, de 56 años, "la muerte reemplazó a la vida".

La violencia incesante colmó muchos de los cementerios, obligando a los gazatíes a improvisar tumbas con cualquier herramienta que encuentren, relató Jatib a AFP.

Pero aclaró que "no hay piedras o cemento para cubrir las sepulturas".

El apresurado entierro del tío de Jatib en el patio de un hospital lo dejó "apesadumbrado", comentó. Su hermana fue sepultada en un cementerio abandonado, que según Jatib fue luego bombardeado.

En el campamento de refugiados de Al Maghazi, en el centro de Gaza, una mujer posa su mano sobre el suelo, en el lugar donde fue enterrada su hija, que murió en sus brazos tras una explosión.

Los gazatíes, casi todos los cuales han sido desplazados al menos una vez en la guerra, entierran a sus seres queridos en cualquier espacio disponible, en la calle o en un campo de fútbol.

Muchos no saben cuándo podrán volver al lugar del entierro o si podrán encontrarlo de nuevo.

- La añoranza del abrazo final -

En los más de 10 meses desde el inicio de la guerra, periodistas de AFP han presenciado entierros masivos y cuerpos sepultados envueltos en sábanas ensangrentadas.

Algunos eran envueltos en plástico marcado con un número en lugar del nombre, ya sea porque el cuerpo quedó irreconocible o porque nadie lo ha reclamado.

A lo largo del territorio, se efectúan entierros apresurados a diario en medio de los combates, las órdenes de evacuación y los peligrosos recorridos en busca de alimento, agua y asistencia médica.

Jatib afirmó que se "acostumbró" a las despedidas caóticas y apresuradas.

Pero algunos ni siquiera tienen la posibilidad de despedirse.

Gazatíes consultados por AFP no han podido expresar su dolor por una pérdida. Muchos dicen que esperan su propia muerte para reencontrarse con sus seres queridos.

Ali Jalil sabe desde hace más de seis meses que su hijo Mohammed, de 32 años, murió en el bombardeo de su casa en el campamento de refugiados de Al Shati, en las afueras de Ciudad de Gaza.

Pero él se encontraba lejos, habiendo huido con sus nietos al sur de Gaza, cuando supo la noticia.

"Lo que más me duele es no haber podido enterrar a mi hijo, no abrazarlo ni despedirme de él", lamentó el hombre de 54 años.

"Me pregunto si su cuerpo quedó intacto o en pedazos. No tengo ni idea", agregó.

La Franja de Gaza, un exiguo territorio densamente poblado, ya sufrió antes de la guerra cuatro conflictos y varios brotes de violencia y se encontraba sometido a un bloqueo casi total de Israel desde hace casi 15 años.