El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, volvió a despachar este lunes, tras una semana hospitalizado por una hemorragia intracraneal, y discutió con su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, una serie de medidas económicas propuestas por el Gobierno al Parlamento.

"Discutimos algunos detalles que más preocupan", como una rebaja de los impuestos a las compras de armamento por parte de civiles, incluida en la reglamentación de una reforma tributaria por la oposición de ultraderecha durante las discusiones en el Senado, dijo Haddad a periodistas.

Lula recibió el alta este domingo, tras ser sometido a dos operaciones durante la semana pasada debido a un hematoma intracraneal que fue consecuencia de una caída que sufrió el pasado 19 de octubre.

El mandatario volvió a despachar en su domicilio particular de São Paulo, donde se prevé que permanecerá hasta el próximo viernes, cuando, según los médicos, estaría en condiciones de regresar a Brasilia y retomar sus tareas en el Gobierno, aunque con algunas restricciones.

Según Haddad, la mayor preocupación de Lula en este momento es el trámite de la reglamentación de la reforma tributaria y de un paquete de ajuste fiscal para contener el gasto, dos asuntos que las cámaras legislativas prevén votar esta misma semana, antes de que el Parlamento entre en receso hasta el próximo febrero.

"Su preocupación es que las medidas propuestas por el Gobierno no sean deshidratadas" en las cámaras, declaró Haddad a periodistas a las puertas del domicilio de Lula.

El paquete de ajuste
, que apunta a reducir el gasto y garantizar un "déficit cero" en las cuentas públicas para los próximos años, fue anunciado después de fuertes presiones del sector financiero.

En las últimas semanas, esa presión se ha traducido en una fuerte devaluación del real frente al dólar y llevado a la moneda brasileña a mínimos históricos, que a su vez han obligado al Banco Central a elevar las tasas de interés al 12,25 % por temores a un descontrol de la inflación, situada hoy en el 4,87 % interanual.

Los operadores del mercado financiero alegan que si no se limita el crecimiento del gasto público se presionaría más un déficit fiscal que se acerca al 10 % del producto interior bruto y una deuda pública que en 2025 pudiera superar el equivalente al 81 % del PIB.

Pese a esas preocupaciones, el propio mercado financiero calcula que Brasil cerrará este año con un crecimiento del 3,42 % y una tasa de inflación del 4,89 %, que superará la meta del 4,5 % prevista por las autoridades monetarias, según un informe difundido este mismo lunes por el Banco Central.

Eso, en un escenario de aumento del consumo, generado por la mejoría del ingreso real de los trabajadores, y con un desempleo en torno al 6 %. EFE